Tres años después del estallido de la crisis en Asia sudoriental, las mujeres son todavía las más afectadas por el derrumbe económico de la región.
Más allá del creciente reconocimiento de la feminización de la pobreza, no se ha hecho ningún intento sistemático para corregir esa situación, ni en el sudeste asiático ni en ninguna otra zona del mundo en desarrollo, advirtió el Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem).
Según "El Progreso en el Mundo de Mujeres 2000", de Unifem, una prueba de la indiferencia ante la pobreza de las mujeres es que en muchos países en desarrollo todavía no hay estadísticas disponibles sobre el tema.
"La información comparativa sobre pobreza de género es disponible sólo en pocos países", señaló Unifem, "pero esos datos indican que más mujeres que hombres viven en la pobreza en 12 de 15 países en desarrollol'.
Unifem llevó su informe a la sesión especial de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas que este lunes comemzó a examinar progresos y postergaciones en la implementación de los acuerdos de 1995 hacia la igualdad de género.
La sesión especial de la ONU es conocida como "Beijing más Cinco", dado que su referencia es la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada hace cinco años en la capital de China.
La agencia señaló que se deben fijar plazos perentorios para combatir la pobreza femenina y buscar la igualdad económica en materia de género.
El impacto de la globalización y de sus políticas de libre mercado y privatización genera dudas acerca de la capacidad de los estados para hacerse cargo de sus responsabilidades, especialmente ante las mujeres pobres.
El informe de Unifem se conoció cuando aumenta la preocupación entre mujeres activistas y académicos acerca del negativo impacto de la globalización sobre las vapuleadas economías de Asia sudoriental.
Si bien las empresas de la región emplearon a un gran número de mujeres en la época de auge económico, especialmente por considerarla mano de obra dócil y de bajo costo, también las incluyeron en sus primeras listas de despidos cuando estalló la crisis.
"Incluso en la buena época hubo más mujeres que hombres en las estadísticas de desempleo y, para mediados de los 90, la fase de rápida expansión del trabajo femenino pareció agotarse", dijo Jayathi Ghosh, profesor de Economía de la Universidad Jawaharlal Nehru, de Nueva Delhi, en un documento sobre globalización y mujeres.
Cuando en julio de 1997 comenzó la recesión, las mujeres en Tailandia, que conformaban 90 por ciento de la mano de obra en las industrias del calzado y juguetes, fueron afectadas.
Muchas mujeres fueron a trabajar a esas empresas porque las áreas rurales de las que procedían ya no daban para su propia manutención y la de sus familiares. Las estrategias industriales en muchos países de la región llevó al empobrecimiento de comunidades dedicadas sobre todo a la agricultura.
Esa distorsión causó luego el empobrecimiento, señaló Josefa Francisco, coordinadora regional de la organización no gubernamental (ONG) Alternativas de Desarrollo con Mujeres para una Nueva Era.
En Corea del Sur, las estrategias industriales orientadas a la exportación no fueron el único factor del empobrecimiento del sector agrícola. Ciertos valores patriarcales tambien afectaron la capacidad de las mujeres para lograr ingresos.
"La mayoría de las mujeres (sudcoreanas) no poseen tierras ni derecho a la copropiedad, y tampoco tampoco pueden disponer de bienes", advirtió Yoon Geum-Soon, de la Asociación Coreana de Agricultores Femeninos.
La crisis golpeó con especial intensidad a Indonesia, cuyo producto interno bruto se contrajo 20 por ciento en 1998. Las mujeres, que conforman 40 por ciento de la fuerza laboral indonesia, fueron las primeras en ser despedidas en industrias como alimentación, textiles y calzado, donde eran mayoría.
Según Oxfam Internacional, una ONG radicada en Londres, muchas niñas caerán en la industria del sexo a causa de esa situación. En Yogyharta, Java Central, la prostitución infantil va en aumento.
En Filipinas el presupuesto de salud se redujo debido al programa de austeridad impuesto por el Fondo Monetario Internacional. El impacto de ese recorte en los pobres, sobre todo mujeres y niños, será desastroso, según cree Oxfam.
Desde el comienzo de la crisis en Filipinas, el presupuesto de salud y los recursos destinados a la prevencion de la malaria y la tuberculosis cayeron 26 y 37 por ciento, respectivamente, y los programas de inmunización 26 por ciento, aseguró la ONG. (FIN/IPS/tra-eng/tah/js/ego/ff/ap dv if/00)