Por lo menos 10 alimentos ofrecidos en los supermercados de Brasil contienen los prohibidos productos transgénicos, aseguraron hoy en Sao Paulo el Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (IDEC) y la organización ambientalista internacional Greenpeace.
Nestogeno, un complejo alimentario para bebés hecho por la empresa transnacional de origen suizo Nestlé, es uno de los que contienen organismos genéticamente modificados, según análisis realizados en laboratorios independientes de Austria y Suiza, dijeron.
En su composición se identificó 0,1 por ciento de la soja «roundup ready» (RR) de Monsanto, empresa estadounidense de agresiva actuación en la venta de semillas transgénicas.
La siembra de esa soja resistente a un herbicida de la misma firma Monsanto está embargada en Brasil, por una acción judicial de IDEC, que aún aguarda un fallo definitivo.
Las dos organizaciones no gubernamentales enviaron a examinar en el exterior 42 productos de venta corriente en distintos supermercado, de los cuales 10 presentaron productos contaminantes. De esos, nueve contienen la soja RR de Monsanto.
El caso más destacado es el de Bac’Os, trozos con sabor a tocino o «bacon chips», de la empresa también estadounidense Gourmand Alimentos, con 8,7 por ciento de ese transgénico.
La excepción de los 10 productos contaminados es Pringles Original, papas laminadas del grupo belga Procter & Gamble, hechas con maíz Bt 176 de la firma suiza Novartis.
Ninguno de esos productos tenían en sus letreros la información sobre los componentes genéticamente modificados que, según las organizaciones denunciantes, pueden ser tóxicos para seres humanos o provocar alergias.
Es «una burla. Los brasileños están consumiendo transgénicos sin saberlo», observó Marilena Lazzarini, coordinadora del IDEC.
Por su parte, el director ejecutivo de Greenpeace en Brasil, Roberto Kishinami, acusó a esas empresas de estar violando las leyes locales y los derechos del consumidor.
Además, amenazan la biodiversidad del país, ya que, presentes en el medio ambiente, los productos transgénicos transfieren sus características a otros organismos de manera incontrolable, según ambientalistas.
Activistas de Greenpeace atacaron un supermercado de la red Carrefour, en Sao Paulo, obligándolo a retirar de la tienda los productos que se comprobó estar contaminados. La empresa, de capital francés, había prometido anteriormente no vender transgénicos.
El IDEC y Greenpeace impulsan una lucha sin treguas contra los productos transgénicos en Brasil.
En las últimas semanas decenas de miles de toneladas de maíz argentino quedaron retenidos en los puertos brasileños por determinación de la justicia, ante denuncias de contaminación presentadas por ambientalistas.
Esa batalla debe intensificarse, porque este año Brasil deberá aumentar sus importaciones de maíz, a causa de la baja producción nacional debido a la prolongada sequía en las áreas productoras. Los principales proveedores son Argentina y Estados Unidos, cuya agricultura utiliza ampliamente las semillas modificadas.
«Es evidente la omisión de las autoridades» en la cuestión y no hay seguridad de que otros cargamentos de granos contaminados no hayan ingresado en el país, señaló Lazzarini.
El gobierno debería impedir la importación ilegal de tales productos, «además de enjuiciar a las empresas que cometen tales irregularidades», acotó.
La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad, organismo del Ministerio de Ciencia y Tecnología, ya emitió un dictamen favorable a la siembra comercial de la soja RR de Monsanto, impedida por acción judicial del IDEC.
La tendencia de sus científicos es liberar como segura la producción a partir de semillas geneticamente modificadas, contra la opinión de los ambientalistas en general.
El Ministerio de Agricultura hesita en la cuestión, ante el creciente rechazo a la soja transgénica en Europa, principal mercado para las exportaciones agrícolas brasileñas.
Algunos gobiernos estaduales, como el de Río Grande del Sur, asumieron la posición de los ambientalistas, prohibiendo la siembra de transgénicos en sus territorios. Pero hay denuncias de que semillas argentinas entran a Brasil de contrabando.
Respecto de los productos de consumo, es la primera vez en Brasil que se denuncia la presencia de transgénicos en su composición, comprobada por análisis. (FIN/IPS/mo/dm/en/00