Este jueves se cumplen 20 años de la muerte del mariscal Tito, creador y símbolo del régimen comunista liberal y con rostro humano de Yugoslavia tras la segunda guerra mundial cuya herencia fue literalmente despedazada.
Tito era el nombre de guerra con el cual se hizo célebre en su país y en el resto del mundo Josip Broz, quien falleció el 4 de mayo de 1980, a los 88 años de edad, en Ljubljana, capital de la entonces república yugoslava de Eslovenia, hoy independiente.
Había gobernado Yugoslavia desde 1945, después de conducir un movimiento político-militar que luchó contra la ocupación de alemanes e italianos durante la segunda guerra mundial.
Su cuerpo fue llevado a Belgrado en tren, y decenas de miles de personas se alinearon llorando junto a unos 550 kilómetros de vías férreas, a través de las repúblicas de Eslovenia, Croacia, Bosnia- Herzegovina y Serbia, para rendir homenaje al ex presidente.
En la actualidad, Serbia es la única de esas repúblicas que forma parte, junto con Montenegro, de la muy reducida Federación Yugoslava. Las demás se escindieron, al igual que Macedonia, en el marco de cruentas guerras civiles durante los años 90.
Más de 120 jefes de Estado asistieron a los funerales de Tito en Belgrado, y hoy Yugoslavia está en una grave situación de aislamiento internacional, afectada por sanciones económicas internacionales adoptadas en dos ocasiones, desde 1992, contra el gobierno del presidente Slobodan Milosevic.
El ex presidente fue enterrado en la Casa de las Flores, parte del vasto complejo en el cual residía como gobernante, y su tumba pasó a ser meta de peregrinación de multitudes procedentes de las seis repúblicas que integraban Yugoslavia.
Veinte años después, los vínculos entre la actual Yugoslavia y las repúblicas escindidas se han cortado.
En 1997, Milosevic se mudó a la residencia de Tito tras ser electo presidente de la actual Federación Yugoslava. Esa residencia fue destruida por bombardeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en abril del año pasado.
Los ataques de la OTAN se realizaron invocando la necesidad de detener el genocidio contra la etnia de origen albanés en la república yugoslava de Kosovo.
"Cuando Tito estaba vivo todo era muy distinto. Su concepto de 'hermandad y unidad' (entre albaneses étnicos, croatas, eslovenos, macedonios, musulmanes y serbios) fue sustituido por su opuesto, la cruenta guerra entre familiares", dijo a IPS Milan Stajic, un ingeniero de 63 años de Belgrado.
"En tiempos de Tito todo era mejor. Se respetaba a nuestro país, vivíamos bien y éramos lo mejor de esta parte del mundo", añadió.
Durante el gobierno de Tito, Yugoslavia fue un país comunista con un régimen de singular moderación, debido a la posición internacional no alineada en la guerra fría que adoptó desde 1948, tras alejarse de la órbita de la ex Unión Soviética.
Esa situación condujo a un considerable aporte de créditos por parte de los países de Occidente, por valor de más de 3.000 millones de dólares desde comienzos de los años 50, y a un sólido desarrollo industrial en la mayor parte de la federación.
Desde el comienzo de los años 60 los yugoslavos fueron libres de viajar a otros países cuando lo deseaban, lo cual era un privilegio en relación con otros países comunistas.
Tito vivió con grandes lujos, y sus viajes al exterior fueron pomposos, pero disfrutó de enorme popularidad entre la gente común, con excepción de quienes sostenían posiciones nacionalistas extremas en las repúblicas yugoslavas.
"Tito vivió en la opulencia pero no robó nada, a diferencia de lo que vemos ahora. Sólo dispuso de privilegios en forma individual, como gobernante, y no murió rico", dijo a IPS Mirjana Zivkovic, una maestra de 50 años de la localidad de Kragujevac, en la región central de Serbia.
Jovanka, la viuda de Tito, tiene 75 años y vive de una pensión en Belgrado, donde reside también la familia de uno de sus hijos menores, cuyos integrantes habitan en modestos departamentos y ganan su sustento en empleos comunes.
Muchos serbios se quejan, como Zivkovic, de que los parientes de Milosevic y otras 200 familias allegadas a él han acumulado grandes riquezas durante la última década, mientras las guerras civiles desmembraban a la antigua federación.
En el mismo período, la calidad de vida de la mayoría de la población serbia cayó a niveles sin precedentes desde la segunda guerra mundial. Esa es una de las principales razones de que sea muy difícil encontrar en la calle a alguien que hable mal de Tito.
Con frecuencia se decía que Tito, nacido en Croacia, era el "croata más amado por los serbios".
Pero los nacionalistas serbios nunca lo perdonaron por lo que denominaron la "supresión de los serbios en la ex Yugoslavia". Lo mismo pasa con los nacionalistas croatas, quienes sostienen que reprimió a los croatas.
Entre ellos estaba Franjo Tudjman, líder de la independencia croata en 1991 y ex general durante el gobierno de Tito. Tudjman gobernó con mano de hierro hasta su muerte en diciembre.
Nacionalistas de ambos bandos criticaron a Tito por lo que consideraban falta de democracia. Sin embargo, el gobierno actual de Milosevic en Serbia se caracteriza por el autoritarismo.
"Fue gracias a la caricatura de Tito, o sea Franjo Tudjman, que la memoria de Tito perduró con cierto respeto entre la gente común y corriente", dijo el comentarista político Zarko Modric, de Zagreb.
"Tudjman intentó imitar a Tito en su totalidad, pero nunca tuvo su encanto ni carisma. De esa manera, Tudjman imitó lo peor de la época de Tito, introduciendo una dictadura que el antiguo líder nunca empleó", agregó.
"Diez años del terror de Tudjman convencieron incluso al último croata de que, en comparación con Tudjman, Tito fue un caballero, y un líder benevolente y próspero", aseguró.
Pero las nuevas generaciones de serbios prácticamente no saben quien fue Tito, ya que los libros de historia retocados tras 1991 casi no mencionan su papel en la historia posterior a la segunda guerra mundial.
No obstante, "basta con lo que nos dicen nuestros padres sobre él. Que era buen líder y que Milosevic intentó ser otro Tito, pero que se convirtió en otro Enver Hohxa (ex líder de la aislada Albania)", dijo Miljana K, una alumna de enseñanza secundaria de 16 años.
Pero no todos querían a Tito. Grafitis en su contra se ven por todas partes en el centro de Belgrado, como uno que sostiene que Tito debería haberse dedicado a la cerrajería, ya que le hubiera ido mejor.
Tito era cerrajero hasta que se sumó al partido Comunista a principios de los años 20. (FIN/IPS/tra-en/vpz/sm/mp-aq/ip/00