/Mujeres líderes/ BRASIL: De Basurera desde los ocho años a ambientalista premiada

La recolección de basura en las calles ha sido la forma de vida de Maria das Graças Marçal desde los ocho años, y sigue siéndola. Pero de estigma despectivo se convirtió en fuente de reconocimiento de la acción ambiental y el liderazgo comunitario.

Marçal, de 50 años, fue una de las 10 personas e instituciones premiadas en octubre por la representación en Brasil de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), por encabezar iniciativas exitosas en áreas como derechos humanos, enseñanza y ciudadanía.

Compartió el premio de Ciencia y Medio Ambiente con Paulo Nogueira Neto, una de las primeras autoridades ambientales de Brasil.

Huérfana de padre desde los tres meses, logró sobrevivir, pero sus 11 hermanos murieron debido a las difíciles condiciones de vida, con su madre enferma. Luego tuvo dos nuevos hermanos del segundo matrimonio de su madre.

Por necesidad comenzó a trabajar a los ocho años, recogiendo papel, por eso no pudo asistir a la escuela y fue analfabeta hasta 1998. Además tuvo nueve hijos para criar con su marido, un mecánico de automóviles que, jubilado recientemente, también pasó a recoger papel en las calles.

"Eramos confundidos con la misma basura, los inspectores de la Alcaldía nos tomaban el material recogido, nos acusaban de ensuciar las calles", recordó Marçal.

La Asociación de los Recolectores de Papel, Cartón y Materiales Reciclables (ASMARE), que contribuyó a fundar en 1990 en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, representó un vuelco en la vida de Marçal, más conocida en la ciudad como Doña Geralda.

"Conquisté la ciudadanía", resumió refiriéndose al hecho de darse cuenta de que los recolectores de basura también tienen derechos, pueden reclamarlos ante quien corresponda y lograr que su trabajo sea respetado.

ASMARE fue creada por iniciativa del Servicio Pastoral de la Iglesia Católica para asistencia a la población callejera en Belo Horizonte. Al principio, sólo 10 entre centenares recolectores de basura acogieron la idea de una asociación.

"No creían en nadie, producto de una larga historia de explotación por los intermediarios y persecución por inspectores y policías, experiencia similar a la de todos los pobres", dijo José Aparecido Gonçalves, administrador de ASMARE.

Poco a poco se ganó la confianza de otros y actualmente cuenta con 237 asociados, lo que representa más de mil personas beneficiadas. La asociación permitió aumentar mucho sus ingresos, a un promedio de tres salarios mínimos al mes, lo que equivale hoy a 250 dólares.

Además obtuvieron protección contra los frecuentes robos, ropa y equipos adecuados para trabajo riesgoso, asistencia médica y préstamos baratos para construir sus viviendas. Ocho en cada 10 asociados vivían en las calles, en tanto hoy todos tienen casa propia, señaló Gonçalves.

Pero también tienen deberes. Las reglas de ASMARE, definidas por consenso, exigen que todos envíen a sus hijos a la escuela, no vuelvan a dormir en las calles, no se presenten borrachos al trabajo ni transporten artículos robados en sus carretillas, y recojan al menos cien kilogramos diarios de desechos.

Muchos de los recolectores de Belo Horizonte no adhirieron a la asociación. En el último censo hecho por la Pastoral de la Calle en 1993 se contaron 511, observó el administrador, quien atribuyó la resistencia a la disciplina exigida o a la persistente desconfianza.

Los asociados hacen el trabajo de recolección en la noche – papel, latas de aluminio, plástico, madera y metales son los materiales más buscados- y la separación y selección se hace durante el día. ASMARE les paga según la producción de cada uno al precio de mercado.

Al vender a la industria de reciclaje obtiene a veces precios mejores por ofrecerlo empaquetado o prensado, y además recibe desechos donados por unas 80 empresas, con lo que obtiene ingresos para financiar una administración con 25 empleados y las inversiones.

Lo que sobra se distribuye entre los asociados al final del año. En 1999, las ganacias ascendieron a 72.000 dólares, los que se distribuyeron proporcionalmente según la producción de cada uno, informó Gonçalves.

"Es nuestro aguinaldo", calificó Doña Geralda, reconocida como líder de la organización de la que ya fue coordinadora general y ahora es tesorera, además de encabezar la Comisión de Educación y Cultura, que ofrece clases de refuerzo escolar para los hijos de los asociados.

"Ella es el símbolo vivo del proyecto", definió Vilmar de Oliveira, coordinador del Programa de Población de Calle de la Alcaldía de Belo Horizonte, y añadió que su entusiasta acción junto a sus colegas fue decisiva para superar la desconfianza de los recolectores hacia las autoridades e incluso la Iglesia.

El resultado fue una sensible mejora en la limpieza de las calles, especialmente en el centro de la ciudad, además del rescate de la dignidad de los recolectores de basura, que también ampliaron sus ingresos, según Oliveira.

ASMARE, por otra parte, "le dió nueva vida a Doña Geralda", observó el funcionario. El éxito del proyecto llevó a que fuera invitada por la Organización de las Naciones Unidas a Nueva York para hablar sobre su experiencia.

"He viajado mucho también dentro del país" para difundir un movimiento de asociaciones similares, que ya tiene adhesiones en 10 municipios de Minas Gerais, comentó Doña Geralda, quien también fue seleccionada como una de las cinco mujeres más destacadas en 1999 por la revista femenina Claudia, de SFo Paulo. (FIN/IPS/mo/ag/dv/00

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