Inversores extranjeros dieron hoy un nuevo paso en la conquista del atribulado sistema financiero de México, al asumir el control de Serfin, el tercer banco del país.
Serfin pasó a manos del grupo español Santander, dueño de 5.800 oficinas bancarias en 32 países y de alrededor 17 millones de clientes, entre ellos varios miles en México, que ganó la licitación pública abierta hace un año, informaron las autoridades financieras.
Con esta operación, los inversionistas foráneos se aseguraron más de 22 por ciento de los depósitos en el sistema bancario mexicano y 40 por ciento de sus activos.
Con 573 sucursales, 10.000 trabajadores y activos por unos 18.000 millones de dólares, Serfin, como la mayoría de los bancos mexicanos, no pudo sortear la crisis de 1994, cuando se dispararon las tasas de interés, se devaluó la moneda y miles de clientes suspendieron el pago de sus créditos.
Para rescatar Serfin, el gobierno gastó cerca de 12.000 millones de dólares, con cargo a los contribuyentes.
El Santander, que opera en México desde 1996, es considerado por el gobierno de Ernesto Zedillo un inversionistas serio y calificado. El grupo, cuya presencia en América Latina se remonta a 1950, especialmente en el Cono Sur, es uno de los puntales de la inversión española en el mundo.
En 1996, inició una agresiva estrategia de expansión en América Latina. Hacia 1998, 27 por ciento de los activos, 30 por ciento de las sucursales y 53 por ciento de los empleos del Santader correspondían a esta región.
México es muy atractivo para el Santander y la compra de Serfin va en sintonía con ello, señaló Carlos Gómez y Gómez, presidente del Consejo de Administración del grupo en este país.
El gobierno, apremiado por la necesidad de capitales para salvar el golpeado sistema financiero, eliminó todas las restricciones para la inversión extranjera y destinó al rescate más de 100.000 millones de dólares, una cantidad que se pagará vía impuestos en más de 20 años.
Hoy, los españoles Santader, Bilbao Vizcaya y Central Hispano, el Banco Portugués, la británico Hong Kong & Shangai Banking Corporation, los estadounidenses JP Morgan y Citibank, y los canadieneses Bank of Nova Scotia y Bank of Montreal, dominan gran parte del sistema.
El segundo banco en importancia de México, Bancomer, firmó en marzo una carta de intención para asociarse con Bilbao Vizcaya. Pero el compromiso podría romperse, pues el primer banco del país, Banamex, presentó a Bancomer una propuesta más atractiva la semana pasada.
La banca se encamina a caer en su totalidad en manos extrajeras y sólo la fusión de Banamex y Bancomer podría evitarlo, advirtió el analista financiero Enrique Quintana.
Si la operación entre los bancos más grandes se concretara, "políticamente hablando" se logrará cierta soberanía en el sector, dijo Phil Guarco, analista de Moody's Investors Service.
El gobierno de México, encabezado entonces por Carlos Salinas (1988-1994) privatizó entre 1991 y 1992 todos los bancos locales, en un operación por más de 3.700 millones de dólares que se consideró un éxito. Hoy, muchas de esas entidades desaparecieron o se fusionaron con bancos extranjeros.
La onerosa carga de la deuda contraída para salvar el sistema bancario generó duras críticas de la oposición contra el gobierno de Zedillo, quien finalizará su gestión en diciembre. Se salvó a bancos ineficientes, corruptos e irresponsables, dicen los acusadores.
Las autoridades reconocen el alto costo fiscal y social de su estrategia, pero afirman que de no aplicarla, las consecuencias habrían sido catastróficas.
Hasta mediados de los años 90 sólo operaba en México un banco extranjero, Citibank. Ahora, tienen un parte importante del pastel y eso "otorga a la inversión extranjera un grado de certidumbre", señala un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de 1999.
La banca extranjera podría pasar a la historia de México como el salvavidas de un sistema finananciero quebrado, que no pudo salir a flote con sus propios medios, señaló el analista Bernardo Barranco. (FIN/IPS/dc/ff/if/00