LIBANO: El fin de una pesadilla de 22 años

La fecha del 25 de mayo será celebrada en el futuro en Líbano como el día en que este pequeño país, con una fuerza guerrillera de 1.500 hombres, logró el desalojo del sur del poderoso ejército de Israel después de 22 años de ocupación.

Las calles de Beirut estaban vacías y las tiendas cerradas, pero el motivo no fue el duelo ni la protesta, sino la celebración.

Miles de libaneses se concentraron en la zona otrora ocupada por Israel, causando un embotellamiento de tránsito que repitió el provocado hace dos días por la partida de los vehículos blindados israelíes.

El 25 de mayo fue declarado feriado nacional para conmemorar el fin de la pesadilla de cientos de miles de libaneses que soportaron los bombardeos israelíes durante años.

"Fuimos a ver el puesto de Zaffata, que nos bombardeaba día y noche desde hace años", dijo May Abboud, quien paseaba por la zona con su esposo y dos hijos. Desde Zaffata se domina su aldea, Zaoutar, en lo que era el frente de la zona ocupada.

"Nuestra zona no estaba ocupada, pero igual nos sentimos liberados", agregó. Su hijo de cinco años estaba vestido con un uniforme camuflado del ejército libanés y ondeaba la bandera del país.

Comenzando en 1978 con el sur y siguiendo en 1982 con el resto del país, Israel invadió Líbano y declaró una "zona de seguridad" para proteger al norte de Galilea de los ataques lanzados desde Líbano por grupos armados palestinos, expulsados de su país en 1948 en virtud de la creación del estado israelí.

La guerrilla chiíta en Líbano, Hizbollah, con el apoyo de Irán y Siria, se comprometió en 1985 a liberar el sur y luchó contra Israel. Sin embargo, el golpe definitivo a la ocupación israelí lo protagonizó la combinación de negociaciones civiles con el apoyo guerrillero.

El domingo, miles de personas ocuparon una aldea cuando el proisraelí Ejército del Sur de Líbano (ESL) la abandonó. Los aldeanos reclamaron su hogar y provocaron un efecto dominó que condujo al ESL a abandonar aldea tras aldea de oeste a este en la zona ocupada de ocho kilómetros cuadrados.

Esto también precipitó el retiro israelí de las posiciones que aún mantenían. Finalmente, el miércoles de madrugada, el último tanque israelí abandonó Líbano.

El poder popular también contribuyó con el fin de la pesadilla sufrida por 145 prisioneros en la prisión de Khian, controlada hasta el martes por el ESL.

Cuando familiares de los prisioneros supieron del colapso del ESL, se dirigieron a la prisión y exigieron a los guardias que les permitieran entrar. Tras algunas negociaciones, los guardias proisraelíes accedieron a abandonar el lugar a cambio de que se les permitiera huir.

Cientos de personas abrieron las puertas de la prisión y usaron palancas para abrir las celdas.

"Por la mañana (los guardias) nos trajeron el desayuno como siempre. No sabíamos nada de lo que estaba pasando", dijo Hussein Akil, de 22 años y preso durante dos años.

"Entonces escuchamos los gritos de 'Dios es grande'. Pensamos que la resistencia (del Hizbollah) estaba atacando la prisión y temíamos que los guardias del ESL nos tomaran como rehenes", explicó.

Akil aún no puede creer que esté libre. Aún cansado por los años de cautiverio, recorrió la prisión con su padre, mostró a IPS la cama donde dormía y contó cómo la fe religiosa lo ayudó a mantenerse cuerdo.

Pero para mucha gente de la zona, la noche del retiro de las tropas también fue una pesadilla.

En Burj al Muluk, los israelíes pasaron horas el martes entrando y saliendo de un arsenal, a unos 100 metros de la casa de Khoury.

"Pensamos que se llevaban todo las armas del arsenal. Los vimos en la calle esa noche", dijo su madre, Ghada Khoury.

Pero a las cuatro de la mañana la familia se percató de que los israelíes habían usado el depósito para dejar grandes cantidades de municiones que no querían llevarse a Israel, a las que luego prendieron fuego.

Las municiones seguían explotando a las nueve de la mañana. Para entonces, parecía que un huracán había pasado por la casa de los Khoury.

"Pasamos años ahorrando todo lo que podíamos para construir la casa. Ahora todo desapareció. ¿Dónde vamos a dormir hoy?", preguntó la madre, Ghada.

"Pasamos cuatro horas con nueve personas en una habitación, gritando, vomitando y sangrando", agregó. La mujer está preocupada porque su hija de un año está en estado de shock, no habla y se niega a comer.

Ghada no comprende por qué los israelíes no les advirtieron ni les aconsejaron que dejaran la casa durante la noche. "Sabían que estábamos aquí, que había niños en la casa", aseguró.

Otros sí abandonaron sus casas esa noche, sin saber si alguna vez volverán. Unas 6.000 personas huyeron a Israel, temiendo que la justicia los acuse de haber "colaborado con el enemigo" y convencidos de que Hizbollah los mataría. Para ellos, la pesadilla del exilio recién comienza. (FIN/IPS/tra-en/km/sm/aq/ip/00

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