JAPON: Activistas denuncian discriminación de inmigrantes pobres

El ciudadano nepalés Govind Prasad Mainali pasó tres años en un centro de detención de la capital de Japón antes de ser absuelto de los cargos de robo y asesinato.

Pero Mainali está nuevamente tras las rejas porque la fiscalía apeló la sentencia de absolución, pronunciada en abril, y el tribunal sostuvo el argumento de que el acusado debe ser retenido en este país mientras su caso esté pendiente.

Aparentemente, Mainali se convirtió en una víctima del creciente resentimiento de muchos japoneses contra los inmigrantes, en especial de otros países asiáticos, denunciaron grupos defensores de los derechos humanos.

"No hay ningún motivo para mantener en prisión a un hombre hallado inocente de los crímenes que se le imputan", señaló Katsuhiko Tsukuda, abogado de la defensa.

Mainali, de 33 años, fue detenido en mayo de 1997 acusado de haber estrangulado a una mujer japonesa y haberle robado 40.000 yenes, equivalentes a 367 dólares.

El acusado negó lo cargos, pero solo el pasado abril el Tribunal del Distrito de Tokio falló a su favor por falta de pruebas.

La sentencia debió significar la libertad de Mainali, pero el 8 de este mes fue detenido nuevamente debido a la apelación de la fiscalía.

"Los argumentos de la fiscalía son insostenibles. No solo contradicen las leyes, sino que ignoran los derechos humanos de la víctima. Una vez que un hombre es hallado inocente, debe permanecer libre a menos que se encuentren pruebas para acusarlo nuevamente", dijo Tsukuda.

El día 19, la Alta Corte apoyó la petición de detener a Mainali, lo que provocó la renuncia de un juez del tribunal en desacuerdo con la medida.

A su vez, los abogados de Mainali apelaron la sentencia de la Alta Corte.Los activistas perciben una conexión entre el caso de Mainali y el aumento del resentimiento de los japoneses contra los "gaijin" o extranjeros, en especial los trabajadores indocumentados procedentes de países en desarrollo.

Mainali, quien llegó a Japón en 1994 como turista, trabajaba ilegalmente como mesero.

En marzo de 1997 fue detenido por permanecer en este país más allá del plazo permitido, y recibió una sentencia de prisión suspendida en mayo de ese año. Ese mismo mes, fue detenido bajo el cargo de asesinato y robo.

Cerca de 1,35 millones de extranjeros viven en Japón, según cifras de la Oficina de Inmigración. De esa cantidad, se cree que 270.000 ingresaron ilegalmente.

Parte del resentimiento hacia los "gaijin" se basa en crónicas policiales que destacan el aumento de los delitos cometidos por extranjeros.

El ingreso de bandas criminales chinas y vietnamitas ha sido citado como una de las razones del desgaste de la imagen de Japón como país "seguro".

El gobernador de Tokio, Shingaro Ishihara, llegó a decir que las Fuerzas de Autodefensa de Japón deben estar preparadas para proteger a los japoneses de disturbios provocados por extranjeros indocumentados en caso de terremoto.

Pese a las protestas de grupos de derechos humanos por esas declaraciones, el apoyo del público a Ishihara permanece alto.

La colonización de muchos países de Asia por Japón hasta el fin de la segunda guerra mundial, junto con la antigua idea de que Japón era un país "divino" con una "raza pura y superior", contribuyó a la discriminación contra los asiáticos en particular, según activistas.

Hideki Morihara, de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, sostuvo que Mainali fue tratado injustamente porque procede de un país asiático pobre.

"No se le proporcionaron intérpretes cuando fue detenido, sufrió abusos físicos por parte de la policía, no tuvo abogados por un tiempo y hoy sigue detenido. Si fuera un occidental, nada de eso habría ocurrido", afirmó Morihara. (FIN/IPS/tra-en/sk/ccb/js/mlm/hd/00

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