El presidente Alberto Fujimori logró en Perú un pírrico triunfo electoral, en una batalla que, lejos de concluir, se traslada ahora a la arena internacional, donde la oposición procurará restar legitimidad a su gobierno.
La estrategia del opositor Alejandro Toledo, quien no acepta el triunfo de Fujimori en la segunda ronda de los comicios presidenciales del domingo, incluye gestionar un pronunciamiento contra el proceso electoral en la próxima Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA).
La mayoría de los países de la OEA cuestionarán las elecciones en la Asamblea, que sesionará del 4 al 6 de junio en Windsor, Canadá, sobre la base del informe del ex canciller guatemalteco Eduardo Stein, jefe de la misión de observación electoral del foro interamericano, previeron analistas en Lima.
Pero el internacionalista Javier Valle Riestra consideró poco seguro que la OEA cuestione las elecciones en Perú, porque Brasil, México y Venezuela lo considerarían una manifestación intervencionista.
Además de la misión de observadores de la OEA, la Unión Europea y el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, manifestaron sus reservas al proceso electoral peruano antes de la segunda rueda electoral.
Toledo presentó renuncia informal a su candidatura, que no fue aceptada por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), y exhortó a abstenerse de emitir el voto pagando una multa de más de 30 dólares o anulando el sufragio.
Los portavoces del líder opositor se adjudican como pronunciamientos a su favor la abstención de 18 por ciento de los electores, a los que suman los votos anulados (32,24 por ciento) y los emitidos por la candidatura de Toledo, que el JNE mantuvo en la hoja de votación (16,46 por ciento).
Según los resultados oficiales sobre 70 por ciento de los votos emitidos, difundidos este lunes, Fujimori obtuvo el 50,29 por ciento de los votos.
Las autoridades electorales, que no toman en cuenta la abstención ni los votos anulados sino solo los válidamente emitidos, asignan a Fujimori 75,34 por ciento de los votos y 24,66 por ciento a Toledo.
El tercer gobierno consecutivo de Fujimori, quien dio un "autogolpe" de Estado en 1992, estará signado por una intensa oposición interna y por cuestionamientos de la comunidad internacional a la forma como condujo el proceso electoral.
Fujimori cuenta con 54 votos en el Congreso legislativo elegido en la primera vuelta, y necesitaría siete más para disponer de mayoría absoluta. Analistas prevén que el mandatario logrará el concurso de legisladores independientes elegidos en listas opositoras.
Toledo trazó una estrategia no electoral que toma en cuenta el rechazo de la mayoría de los gobiernos americanos a la segunda reelección consecutiva de Fujimori, dijo este lunes un importante dirigente vinculado al líder opositor.
Esa estrategia había sido prevista el día 25 por el candidato oficialista a la vicepresidencia, Francisco Tudela, para quien "Toledo adoptó una estrategia no electoral cuando las encuestas revelaron que no tenía posibilidades de ganar la segunda vuelta".
Algunos gobiernos de la región anticiparon de forma reservada el envío de una misión negociadora de la OEA a este país, aseguró este lunes Luis Solari, congresista electo por el movimiento Perú Posible, que impulsó la candidatura de Toledo.
Esa misión buscaría una solución política a la crisis que, según la oposición, no puede ser otra que el desconocimiento de la victoria de Fujimori y la convocatoria inmediata de "la tercera vuelta" electoral mencionada la noche del domingo por Toledo en un acto público.
"No aceptamos el triunfo de Fujimori. En 48 horas sabremos qué decidirá la OEA, y lo que acuerde" el foro interamericano "marcará lo que hagamos", dijo Solari.
La concurrencia de los parlamentarios opositores electos a la instalación del Congreso legislativo se decidirá sobre la base de lo que resuelva la Asamblea General de la OEA, agregó.
La congresista Lourdes Flores, del opositor Partido Popular Cristiano (PPC), propuso como solución una presidencia provisional encomendada al vicepresidente Tudela, hasta que se convoque a la brevedad una nueva elección "sin Fujimori como candidato".
El congresista oficialista Miguel Velit sostuvo, por su parte, que "ningún país o grupo de países tenga derecho a intervenir en el proceso electoral interno de un país soberano".
"Las elecciones se han ajustado a nuestra leyes, todos los candidatos participantes aceptaron al inscribir sus postulaciones y ningún otro país puede dictaminar, en nombre de presuntos estándares internacionales que nadie ha precisado, cómo deben ser nuestras elecciones", dijo Velit.
"Las objeciones de Stein se referían a un plazo para seguir analizando" los programas informáticos electorales, "pero él mismo ya había informado que sus técnicos los encontraron satisfactorios", afirmó el legislador oficialista Carlos Marcenaro.
"En consecuencia, esa observación no puede servir para descalificar la segunda vuelta, sobre todo si se toma en cuenta que sus resultados son casi iguales a los obtenidos en la primera ronda,aprobada por Stein, quién descartó que se hubiera cometido un fraude y sólo habló de irregularidades", afirmó.
Fuentes del Palacio de Gobierno consideraron este lunes poco probable que el presidente Fujimori asista a la asamblea de la OEA, sino el canciller Fernando De Trazegnies, quien reveló este lunes que Stein le comunicó que Toledo no aceptó ninguna postergación.
Mientras, el vicepresidente electo Tudela opinó que el jefe de la Misión de la OEA "sobrepasó sus funciones como observador para actuar como negociador entre las dos fuerzas que polarizan a Perú", y que "su intención negociadora fracasó cuando Toledo le advirtió que no aceptaba ningún plazo de postergación".
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