El Banco Mundial suspendió la ayuda a Zimbabwe en un momento crítico de la vida política y económica del país africano, agravado por el fracaso de reformas estructurales, la guerra en República Democrática de Congo (RDC) y la mala gestión.
El Banco Mundial dejó de prestar la ayuda después que Zimbabwe no pudo pagar los intereses que adeudaba al organismo multilateral dentro del plazo de gracia de 60 días.
El temor es que el paso lleve a otros organismos financieros y a países donantes a adoptar medidas similares con el asediado gobierno de Robert Mugabe.
"Es un estrangulamiento que no se trata de un hecho aislado sino de un proceso histórico" vigente desde que Zimbabwe acordó un programa de ajuste estructural con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1991, aseguró Carol Thompson, profesora de ciencia política en la Universidad de Northern Arizona.
Un año después, el país padeció la peor sequía de su historia, pero debido al compromiso asumido con el FMI, Zimbabwe debió continuar cobrando servicios sociales como la atención médica, incluso a víctimas de la escasez de agua.
El gasto estatal en la educación y la salud se redujo, y son estos dos sectores los que cargarán con el peso de la suspensión de la ayuda del Banco Mundial, explicó Thompson.
La salud recibió 3,1 por ciento del presupuesto estatal en 1990- 1991, pero en 1995-96 se redujo a sólo 2,2 por ciento, según el Grupo Comunitario de Trabajo para la Salud, de Zimbabwe.
El informe anual de 1999 del Banco Mundial indicó que Zimbabwe había recibido hasta entonces 35 préstamos del Banco por 1.640 millones de dólares.
La ayuda suspendida la semana pasada asciende a 213 millones de dólares. No es probable que Harare pueda sustituir ese dinero, ya que el país atraviesa su peor crisis económica en 20 años.
El gobierno que será elegido en las elecciones parlamentarias del próximo mes heredará la crisis.
Observadores sostienen que Zimbabwe no pudo pagar la deuda debido en parte a las rigurosas condiciones exigidas por los acreedores. Es la primera vez que el país no pagó su deuda con el Banco Mundial desde que se independizó de Gran Bretaña en 1980.
Ya para 1987, el pago de la deuda externa representaba 37 por ciento de todos los ingresos por concepto de exportaciones.
"Para 1985, el FMI presionó a Mugabe a reducir el gasto en la educación, y en 1986 los subsidios a los alimentos cayeron a dos tercios del nivel de 1981", escribió Patrick Bond, de la Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica.
Así mismo, el país sufre un conflicto por la tenencia de la tierra que enfrenta a los veteranos negros de la guerra de independencia con 4.500 granjeros blancos propietarios de 70 por ciento de las tierras más fértiles. La población blanca constituye sólo dos por ciento de los 12 millones de habitantes.
Con vistas a las elecciones previstas para el 24 y el 25 de junio, Mugabe se aprovechó de la situación de los veteranos de guerra sin tierra que ocuparon por la fuerza más de 1.200 granjas de blancos.
Interrumpieron la producción de las granjas, lo cual agravó la devaluación monetaria provocada, entre otras cosas, por el envío de 11.000 soldados a luchar en la República Democrática de Congo (RDC).
"Zimbabwe pasa por un mal momento y hemos trabajado mucho con ellos. Les iba muy bien hasta hace muy poco", sostuvo Richard Uku, funcionario del Banco Mundial para Africa.
Hace cinco años, una evaluación que hizo el Banco Mundial del programa de ajuste estructural lo calificó de altamente satisfactorio. Pero el año pasado, el FMI retiró su apoyo al balance de pagos por la participación en la guerra de RDC, donde los soldados de Zimbabwe apoyan al gobierno de Laurent Kabila.
Paradójicamente, ni el FMI ni el Banco Mundial suspendieron la ayuda a Uganda, que también lucha en RDC, pero junto con los rebeldes que pretenden derrocar a Kabila. De hecho, este mes se anunció que ese país se podrá beneficiar de una iniciativa del FMI para perdonar parte de la deuda de los países más pobres del mundo.
La razón se encuentra en 1997. Luego de haber aplicado religiosamente los dictados del FMI, Mugabe aplicó tres políticas sociales para contener el creciente descontento y dos disturbios relacionados con la falta de alimentos, explicó Bond.
Impuso nuevamente el control a los precios de alimentos básicos, convirtió cuentas de empresas extranjeras a moneda local y elevó los impuestos a la importación de artículos suntuarios.
"El FMI y los países donantes retienen expresamente la moneda dura hasta que estas tres políticas se anulen. Así que Zimbabwe debe pagar con moneda dura a los acreedores extranjeros, y no puede darse el lujo de importar gasolina. Cuanto mayor es la presión económica, más se tambalea Mugabe políticamente", agregó.
El descontento con el deteriorado nivel de vida, la falta de gasolina y de energía eléctrica aumentaron la tensión en el país de Africa austral. La violencia política de los últimos tres meses mató al menos a 20 personas.
El consultor económico John Robertson prevé que la economía tendrá un crecimiento negativo de cinco por ciento este año. El desempleo es de 50 por ciento, las tasas de interés ascienden a 70 por ciento y más de 80 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza.(FIN/IPS/tra-en/gm/da/aq/if/00)