La comunidad indígena ainu de Japón se queja de una creciente discriminación pese a una ley aprobada en 1997 que reconoció por primera vez su cultura diferente y promovió sus derechos.
Muchos ainu no desean revelar su identidad pese a la nueva ley porque temen y experimentan la discriminación, señaló Kazuyuki Ymamura, presidente del Museo Ainu, de Hokkaido.
Una encuesta realizada en octubre por el gobierno de Hokkaido reveló que 12,4 por ciento de los ainu padecen rechazo, por ejemplo por potenciales cónyuges. La cifra es 5,1 por ciento superior a la arrojada por otra encuesta en 1993.
Tanto como 15,7 por ciento de los encuestados dijeron saber de otros ainus que padecen discriminación, lo que representa un incremento de 5,6 por ciento.
Los ainus son los habitantes nativos de Hokkaido, antes llamada Yezo (Isla Ainu). Actualmente viven en Hokkaido unos 25.000 ainus, según estadísticas gubernamentales.
Aunque físicamente son similares al resto de los japoneses, sus gruesas barbas y su abundante vello los distinguen y los vuelven blanco de ridículo. El matrimonio con otros japoneses es un problema y su acceso al empleo les resulta difícil.
La nueva ley es considerada un apartamiento de la antigua política sobre los indígenas, y reemplazó a la Ley de Protección de Aborígenes de Hokkaido de 1899, que promovía la total asimilación de los ainus al resto de los japoneses mediante la agricultura y la educación.
La ley prevé que el gobierno brinde a las comunidades ainus fondos en efectivo, parcelas de tierra y otros bienes con fines de desarrollo.
Sin embargo, los ainus nunca obtuvieron directamente esos bienes, sino que éstos fueron administrados como "propiedades comunes ainus" por el gobierno de Hokkaido.
La situación mejoró un poco gracias a las duras críticas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y al apoyo de grupos aborígenes de todo el mundo.
"Las Naciones Unidas promovieron el cambio necesario en Japón, obligándolo a reconocer los derechos de los ainus", destacó Yoshihito Yoshida, director del Centro Ainu para el Intercambio Cultural.
Aunque la discriminación continúa, la nueva ley es importante porque reconoce el derecho de los indígenas de Japón, destacó Yoshida, él mismo un ainu.
"Los políticos japoneses siempre destacaron que Japón es una cultura homogénea, casi ignorando nuestra existencia. Esta ley cambia la situación", celebró.
El próximo paso consiste en educar a los japoneses sobre la cultura ainu y luego impulsar un mayor reconocimiento y protección de sus derechos humanos, consideró Yoshida.
"Un gran problema es que la mayoría de los japoneses ni siquieran oyeron hablar de nosotros. Solo creando conciencia podemos luchar por nuestra igualdad", subrayó.
El Centro Ainu, con el apoyo financiero del gobierno de Hokkaido, ofrece lecciones de lengua ainu por la radio, clases de poesía épica y festivales. Incluso asesora al Ministerio de Educación sobre un nuevo curriculum para escuelas primarias y secudnarias que incluirá historia ainu.
Por primera vez en la historia, en octubre de 1999 un tribunal japonés permitió el uso de la lengua ainu en un juicio, como lo establece la nueva ley.
"El cambio es impresionante. Luego de un pasado doloroso, vemos un camino por delante", expresó Yoshida.
Una gran batalla por delante para los ainus será la de recuperar la tierra y los bienes tradicionales que les fueron arrebatados.
Un grupo de ainus entabló una demanda hace dos años para detener un plan del gobierno de Hokkaido de compensarlos económicamente por sus tierras, valuadas en un precio muy inferior al real, según los indígenas.
Los ainus quieren de vuelta sus tierras, y destacan que la pesca y el contacto con la naturaleza constituyeron la base de su estilo de vida hasta que se vieron forzados a dedicarse a la agricultura. (FIN/IPS/tra- en/ sk/js/mlm/hd/00)