El ex ministro de Economía Domingo Cavallo, que mantuvo clamorosas peleas con Carlos Menem, parece decidido ahora a ser el aguijón del nuevo presidente de Argentina, Fernando de la Rúa, que este lunes no pudo degustar el primer triunfo electoral de su mandato.
La gobernante Alianza obtuvo el domingo una amplia victoria en los comicios para elegir al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, el ganador, el centroizquierdista Aníbal Ibarra, no alcanzó la mayoría absoluta por centésimos y deberá batirse con Cavallo en una segunda vuelta
Ibarra logró 49,4 por ciento de los votos y 16 puntos de ventaja sobre Cavallo, el segundo en la votación. Pero la ley electoral lo obliga a volver a competir, el 21 de este mes, de acuerdo con el escrutinio preliminar de 97,7 por ciento de los sufragios.
El amplio triunfo de Ibarra ilusionó al oficialismo con la posibilidad de que Cavallo aceptara su derrota y renunciara a la segunda ronda. Pero no fue así y, por el contrario, para justificar su determinación de dar pelea, el ex ministro, furioso con el resultado, arremetió con insultos contra su rival.
Ibarra, un abogado de 42 años, de clase media y con fuerte predicamento entre los votantes de la capital argentina, integra la Alianza que en diciembre llevó al gobierno nacional a De la Rúa en diciembre.
Su triunfo permitiría al oficialismo retener un distrito que ya controlaba.
Sus antecedentes están más vinculados a la justicia que a la actividad partidaria, un hecho que le permitió destacarse en un ambiente en el que la política tradicional está desprestigiada.
Ibarra fue fiscal y renunció a su cargo cuando el entonces presidente Menem indultó a los líderes de la dictadura militar (1976-1983) condenados por crímenes contra los derechos humanos.
Cavallo, por su parte, consiguió popularidad como ministro de Economía de Menem, al combatir con éxito la hiperinflación y asegurar la estabilidad de precios. Ese "milagro econónomico" logrado a partir de 1991 permitió a Menem ganar un segundo mandato consecutivo en 1995.
Pero sus constantes enfrentamientos con los otros ministros y con el propio Menem, con quien competía por la paternidad del modelo económico, precipitaron su renuncia en 1997. Entonces lanzó su carrera política y obtuvo el tercer puesto en las elecciones presidenciales de 1999.
La Constitución nacional exige 45 por ciento de los votos o una ventaja de 10 puntos sobre el segundo en las elecciones para ganar la Presidencia en la primera vuelta.
Pero la ley electoral de la capital lleva a la mitad más uno de los votos emitidos el listón a alcanzarse para lograr la jefatura del gobierno local.
El segundo fue Cavallo, que consiguió 33 por ciento de los sufragios. Tras lanzar una serie de epítetos contra el ganador, Ibarra, advirtió desencajado que de no renunciará a la segunda ronda.
En una actitud que resultó inédita para observadores políticos, periodistas y dirigentes en general, un indignado Cavallo aseguró, casi seis horas después del cierre de la votación, que había trampa. Así mismo, calificó a Ibarra de "impotente", "mentiroso", "lacayo" y "tramposo", entre otros insultos.
Fuera de sí, el ex ministro dijo que aún cuando a Ibarra le faltara un sólo voto para evitar la segunda vuelta, él no renunciará a ese derecho. Fundamentó su determinación en la demora del escrutinio oficial para dar a conocer los datos provisorios y en la aparentemente alta cantidad de votos impugnados.
Según explicó este lunes el encargado del escrutinio, el retraso se produjo como consecuencia de un programa de computación muy sensible, que rechazaba toda imperfección en las planillas, por mínima que fuera. Eso obligó a proceder en forma manual con una gran cantidad de información que llegaba de los centros de votación.
La demora del escrutinio postergó también la aparición en público de Ibarra para proclamar su triunfo. Cuando lo hizo, el candidato de la Alianza advirtió que no excluía la segunda vuelta si, como establece la ley electoral, no conseguía la mayoría absoluta.
No obstante, los dirigentes de la Alianza señalaron antes de que Cavallo hablara con la prensa, que al ex ministro de Menem le correspondía "éticamente" admitir la derrota y no competir en una segunda ronda, dada la contundencia del triunfo de Ibarra.
Pero lejos de renunciar, Cavallo, que en su campaña había dicho que su objetivo era forzar una segunda vuelta, utilizó su conferencia de prensa prácticamente para relanzar una campaña que esta vez durará menos de dos semanas.
Ibarra reconoció este lunes, una vez más, que si bien está cerca de superar 50 por ciento, "formalmente" corresponde ir a una segunda vuelta. "El sentido común tal vez indicaría que, con 16 puntos de diferencia, no debería ser necesario, pero en todo caso la respuesta la tiene Cavallo", dijo.
Si se confirma, la victoria de Ibarra representará un importante triunfo de la Alianza, que retiene un distrito clave, sede del gobierno nacional y segundo en población luego de la provincia de Buenos Aires.
Ese resultado también sería un triunfo del gobierno de De la Rúa. El actual presidente había sido elegido jefe del gobierno de la ciudad en 1996, primera vez que este cargo se sometió a votación. Antes, el alcalde de Buenos Aires era designado por el presidente de turno.
Si se consagra, Ibarra sería el segundo Jefe de Gobierno elegido por el voto popular.
La fuerte polarización entre los dos candidatos más votados restó atención a otros fenómenos, como la debacle del Partido Justicialista, cuyo candidato tuvo apenas 1,6 por ciento de los votos. El justicialismo gobernó el país durante 10 años con Carlos Menem, hasta diciembre de 1999.
Con la candidatura de Raúl Granillo Ocampo, ex ministro de Justicia de Menem, el justicialismo hizo la peor elección de su historia en ese distrito, y ahora diversos dirigentes reclaman la intervención del partido.
En verdad, dirigentes que pertenecieron al justicialismo o al gobierno de Menem se presentaron en distintos partidos, como es el caso del propio Cavallo, que fundó el partido Acción por la República, y su compañero de fórmula Gustavo Béliz, ex ministro del Interior.
La tercera candidata más votada fue Irma Roy, que también pertenece al Partido Justicialista, aunque no se presentó bajo ese lema en esta ocasión. El resto de los sufragios se repartió entre 12 candidatos a jefe de gobierno, con apoyos que oscilaron entre 3,4 y 0,17 por ciento de la votación.
En cuanto a la integración del parlamento de la capital, la Alianza pasó de tener 36 bancas a 28, la agrupación de Cavallo sumó 10, el Partido Justicialista pasó de 10 a una, y los partidos de izquierda tendrán por primera vez cinco representantes. (FIN/IPS/mv/ff-mj/ip/00