VIETNAM: Olvido y decepción, 25 años después

La modestia caracteriza los planes del gobierno de Vietnam para la celebración del 25 aniversario de la "liberación" de Saigón, el domingo 30, en reflejo de la intención de equilibrar el orgullo patriótico con los intereses diplomáticos.

Aunque las autoridades aprovecharán el aniversario para lanzar el proyecto de la carretera de Ho Chi Minh, como se llamó oficialmente a la antigua capital, se esfuerzan por dar una apariencia austera a los festejos.

Por un lado, el Partido Comunista no pierde oportunidad de presentar a la guerra como trofeo, pero por otro, el gobierno quiere atraer ayuda para el desarrollo e inversiones extranjeras, muchas veces de antiguos enemigos, y adopta entonces una actitud de "lo pasado, pisado".

Así, el general Vo Nguyen Giap, arquitecto de la histórica derrota de los franceses en Dien Bien Phu y figura clave en la guerra contra Estados Unidos, omitió mencionar en una reciente conferencia el papel del Partido Comunista en la victoria de 1975.

En cambio, prefirió elogiar al "Pueblo", una entidad que en general sustituye al "Partido" en los discursos oficiales.

Para la mayoría de los vietnamitas, nacidos después de la guerra, la aparente decisión de minimizar las celebraciones no constituyó una desilusión.

Los jóvenes, ávidos consumidores de modas occidentales, están más preocupados por alcanzar las comodidades materiales de otros países de la región que en mirar hacia tiempos más oscuros. Muchos, nacidos poco después del fin de la guerra, no saben ni en qué año fue.

En resumen, Vietnam es un país casi dispuesto a olvidar la guerra que mató a tres millones de compatriotas.

"Los jóvenes están aburridos de historias de triunfo, y los mayores están decepcionados", señaló Bao Ninh, autor de la aclamada novela "El dolor de la guerra". "Los veteranos comienzan a dudar de la veracidad de lo que escuchan", agregó.

Veinticinco años después que las fuerzas del Vietcong tomaron Saigón, la ciudad es extraña al silencio.

El período de posguerra, caracterizado por el empobrecimiento y un régimen represivo al estilo soviético, fue seguido por más de una década de reformas orientadas a la economía de mercado.

Gradualmente, Ho Chi Minh retornó entonces a lo que en esencia siempre fue, un próspero centro de negocios, con frecuencia ilícitos. Los hoteles internacionales dominan el horizonte y las calles están atascadas de scooters.

Mientras Hanoi, la actual capital, retuvo algo de su austeridad tradicional, Ho Chi Minh, cuyo ingreso promedio por habitante duplica al de la capital, combina la contaminación y la miseria con las luces de neón y el gasto desenfrenado.

Los cambios que experimentó Saigón en los últimos 25 años reflejan lo distante que la mayoría de los vietnamitas -ya sea del lado de los vencedores o los perdedores- se sienten de la guerra.

Aquellos lo suficientemente mayores para recordar el conflicto prefieren en general mirar hacia el futuro en lugar de quedarse en el pasado.

"Ahora la gente está en busca de la buena vida. Todos quieren dinero", dijo Trinh Cong Son, uno de los compositores musicales más conocidos del sur de Vietnam. "La guerra ya pasó para nosotros, para mí también", agregó.

La mayor parte de la familia de Son huyó a Estados Unidos antes de la guerra, pero Son decidió quedarse y como resultadó padeció 10 años en "campos de reeducación".

Mirando las cosas en perspectiva, Son percibe a la Vietnam de ese entonces como una cancha de fútbol elegida por las potencias de la guerra fría, Estados Unidos y la Unión Soviética.

Pero los vietnamitas del norte que participaron en la guerra no tienen la misma visión. Para ellos, la "guerra de Estados Unidos" se trató de liberar a Vietnam de los últimos de una larga serie de invasores extranjeros.

El escritor Bao Ninh destacó el celo con que los norvietnamitas abrazaron la lucha.

"En ese entonces, a la gente no le importaban los beneficios personales ni las recompensas; solo pensaba en el fin último, que era derrotar a los estadounidenses. (Los norteños) no podían estar satisfechos mientras estuvieran dominados por las fuerzas extranjeras", dijo.

En consecuencia, la "liberación" de 1975 fue un premio por los colosales sacrificios hechos. La mayoría de los que estaban en servicio en ese entonces hablan de un enorme orgullo mezclado con pena por los que no pudieron disfrutar el momento.

Sin embargo, la victoria no trajo la gloria tan ansiada.

El periodista Bui Tin era en 1975 un alto militar que aceptó la rendición del sur en el Palacio Presidencia el "Día de la Liberación".

En 1991, desilusionado con el régimen por el que había peleado desde 1945, se mudó a Francia, desde donde ahora lo critica abiertamente.

Un gobierno "embriagado de victoria" se volvió rápidamente "arrogante", y "la reconciliación nacional, que había sido una de las piedras angulares de nuestra política antes del triunfo, pronto se transformó en recriminación", escribió Tin en sus memorias.

Así, cualquier sureño involucrado con el antiguo régimen se convertía en objeto de "reeducación", un amargo proceso que consistía en trabajos forzados y adoctrinamiento político.

Posteriormente, la pobreza y la discriminación hicieron que miles de vietnamitas huyeran de este país a bordo de precarias balsas.

La afirmación del primer ministro Phan Van Dong de que "librar una guerra es fácil, pero gobernar un país es muy difícil" resultó penosamente cierta, como quedó demostrado cuando Vietnam se sumergió en una profunda crisis en los años 80.

Debido al debilitamiento del respaldo del bloque soviético y una desastrosa política de colectivización agrícola, la hambruna se cernía sobre los vietnamitas.

Las reformas de mercado aumentaron notablemente el nivel de vida desde entonces, pero con un ingreso promedio por habitante de 370 dólares al año, muchos veteranos no cosecharon todavía los frutos de la victoria.

Nguyen Huy Hoang, un antiguo soldado de infantería norvietnamita, relató que muchos de los camaradas que compartieron con él el momento de gloria frente al palacio presidencial el 30 de abril de 1975 ahora apenas sobreviven como barberos callejeros o conductores de taxis-motocicletas.

"El objetivo último de la guerra consistía en construir un país hermoso, pero francamente, hasta ahora Vietnam no logró nada nuevo", lamentó Bao Ninh.

Entre los que pelearon del lado de los vencedores, también existe resentimiento por la utilización de la guerra como instrumento de propaganda por el Partido Comunista.

"Convirtieron la guerra en un arco de triunfo", afirmó Duong Thu Huong, autor de novelas como "El paraíso de los ciegos" y "Novela sin nombre".

"Pero detrás del arco hay montañas de huesos y ríos de sangre derramada por el pueblo vietnamita", señaló.

En 1960, las organizaciones demócratas, socialistas, nacionalistas y marxistas hostiles al régimen instalado en Saigón por Estados Unidos se unieron en el Frente de Liberación Nacional, también conocido como Vietcong.

Se inició entonces la "segunda resistencia", contra los sucesivos gobiernos militares de Saigón y sobre todo, contra Estados Unidos, que los apoyaron con asesores primero y luego con tropas.

Sobre Vietnam se descargaron más toneladas de bombas que en toda la segunda guerra mundial, y se experimentó con armas químicas y bacteriológicas.

En 15 años de guerra contra Vietnam, Estados Unidos gastó 150.000 millones de dólares, destruyó 70 por ciento de los poblados del norte e inutilizó 10 millones de hectáreas de tierra.

Sin embargo, el 30 de abril de 1975, las fuerzas del Vietcong tomaron Saigón, y el 2 de julio de 1976, se unificó el territorio en la República Socialista de Vietnam. (FIN/IPS/tra-en/nnp/js/mlm/ip/00

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