UGANDA: Grupo rebelde secuestra a niños para el combate

El rebelde Ejército de Resistencia del Señor (LRA) secuestra desde hace 14 años a miles de niños y niñas en Uganda, obligándolos a combatir o usándolos como esclavos sexuales.

"Vinieron durante la noche mientras dormíamos. Entraron a la casa y empezaron a abofetearme, mientras me gritaban que me levantara. Mi madre empezó a llorar pero yo le dije que no se preocupara y que me dejara ir", cuenta Nighty Oroma, de 15 años.

"Entonces entraron a otra casa y tomaron a mi hermano. '¿Por qué lo agarran a él?', les grité. Entonces me golpearon con un hacha", agregó la tímida joven.

Esa noche fueron secuestrados seis niños. Para ellos, como para Nighty, fue el comienzo de una nueva vida como combatientes del LRA. Los jóvenes son liderados por el "profeta" Joseph Kony, quien asegura ser la voz de Dios.

Durante los últimos 14 años, el grupo insurgente aterrorizó a Uganda, secuestrando y asesinando al pueblo de Acholi, en los distritos septentrionales de Gulu y Kitgum.

El objetivo de Kony es derrocar al gobierno de Uganda y sustituirlo por un sistema basado en los 10 mandamientos cristianos.

Pero Kony no ataca al ejército, sino a la población civil. Como "esposa" rebelde, Nighty tuvo que cocinar y buscar agua para los combatientes. "Siempre nos golpeaban", dijo, y sin duda fue violada en múltiples ocasiones.

Los comandantes amenazan a los cautivos menores de edad. "Si escapas, vas a morir. El ejército te está buscando y te matará. Nosotros te hallaremos donde estés. Sabemos cuál es tu casa y te encontraremos", les dicen, según Nighty.

Los niños son obligados a participar en actos de violencia. "Cuando alguien trata de huir, traen a la persona y te obligan a matarla", aseguró.

"Esto es lo que te haremos. Si alguien quiere escapar, que esto le sirva de ejemplo', nos decían. Te dan un palo muy grande y te ordenen que los golpees hasta romperle la cabeza", contó. Otros menores de edad son asesinados cuando no responden debidamente a las preguntas de sus comandantes.

Los primeros combatientes del LRA eran miembros de un culto religioso fundado por la autodenominada profeta Alice Lakwena en 1986.

Lakwena comenzó el Movimiento Espíritu Santo después de presuntamente haber recibido instrucciones divinas para avanzar hasta Kampala y tomar el poder.

Miles de fieles la siguieron hasta su muerte. Combatientes del movimiento se embadurnaron el pecho con aceite para protegerse de las balas enemigas y se armaron de piedras y botellas que creerían se convertirían en granadas cuando las arrojaran contra los soldados del gobierno.

Pero el ejército diezmó a las fuerzas de Lakwena en un plazo de 18 meses y la líder huyó a Kenia.

En 1989, Kony recreó al grupo y lo llamó Ejército de Resistencia del Señor, con sede en el vecino Sudán. El gobierno sudanés es su principal apoyo y le proporciona alimentos, armas y hasta aparatos de televisión.

A cambio, el LRA coopera con los soldados de Jartum contra los rebeldes del Ejército de Liberación Popular de Sudán, que lucha contra el norte desde hace 16 años en la guerra civil más antigua de Africa.

Mientras Sudán apoya al LRA, Uganda respalda al Ejército de Liberación Popular de Sudán.

El principal método de reclutamiento de Kony es mediante el secuestro de los niños. Los rebeldes centran sus actividades en escuelas, aldeas, caminos y centros comerciales, donde queman, saquean y matan antes de huir con sus jóvenes cautivos.

En los últimos cinco años se calcula que 10.000 niños y niñas, algunos de hasta dos años, fueron secuestrados para ser utilizados como combatientes y concubinas. Otros 5.000 volvieron a sus hogares después de huir de sus captores o de ser capturados en combate.

Unos 5.000 más siguen desaparecidos. Los niños padecen grandes penurias y en ocasiones sobreviven comiendo hojas silvestres y bebiendo orina.

Nighty asegura que la mayoría de los niños quieren volver a sus casas, "pero no pueden hacerlo debido al temor". Son constantemente vigilados y obligados a marchar en línea recta, explicó.

Todos esperan ser elegidos para integrar misiones en Uganda ya que estas ofrecen la mejor oportunidad para recuperar la libertad. Algunos intentan escapar de Sudán, caminando cientos de kilómetros, pero muchos mueren en el intento.

Después de pasar más de un año con los rebeldes, Nighty estaba decidida a escapar. "Incluso si me matan, mi sangre llegará hasta mi casa. No dormiré un día más aquí", se dijo.

Cuando ella y otra joven fueron enviadas a buscar leña, decidieron correr. "Los rebeldes nos vieron y empezaron a dispararnos, incluso usaron morteros", aseguró.

Las jóvenes lograron huir, pero se separaron y Nighty pasó la noche sola a la intemperie. Finalmente halló el camino a su aldea y fue entregada al ejército.

Aunque está segura ahora, Nighty tuvo que dejar a su hermano menor quien fue secuestrado con ella. "Ni siquiera podía hablar con él, era muy peligroso", sostuvo.

El histórico acuerdo de paz de Nairobi, firmado en diciembre entre Sudán y Uganda con la mediación del ex presidente estadounidense Jimmy Carter, ofreció cierta esperanza.

Ambos países acordaron entregar sus prisioneros de guerra y dejar de apoyar a los rebeldes en sus respectivos territorios como primer paso para reanudar las relaciones diplomáticas, cortadas en 1995. El gobierno ugandés también ofreció la amnistía para todos los rebeldes.

Pero el optimismo duró poco. Dos semanas después del acuerdo de paz, el LRA reanudó sus ataques y rechazó la oferta de amnistía. Menos de 100 niños y niñas fueron devueltos a sus hogares, en su mayoría enfermos o con amputaciones. (FIN/IPS/tra-en/ks/sm/aq/ip-hd/00

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe