TRABAJO: Una vejez sin protección espera a la mayoría del mundo

La abrumadora mayoría de la población mundial aún carece de alguna forma de seguridad de sus ingresos en la vejez o en caso de invalidez, afirma un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) distribuido en las vísperas del 1 de mayo, Día de los Trabajadores.

La publicación de la OIT, titulada "Pensiones de seguridad social: Desarrollo y reforma", estima que 90 por ciento de la población activa se encuentra en esas condiciones, amenazada con enfrentar la pobreza durante su vejez.

En casi todos los países, aunque con excepciones que se ubican en las naciones industrializadas, los principales problemas de los regímenes de pensiones proceden de la cobertura y de la administración.

El ideal de la cobertura universal resulta de difícil aplicación debido al gran número de personas que trabajan en el sector no estructurado, trabajadores por cuenta propia, rurales o urbanos, y también a los que trabajan en empresas de ese sector.

La falta de una cobertura de pensión más completa se convertirá en un problema cada vez mayor a medida que se alargan las esperanzas de vida y disminuye la importancia de las unidades familiares en sentido amplio, que antes proporcionaban protección a la vejez, advirtió Colin Gillion, director de la publicación.

En cuanto al problema de la administración, muchos regímenes, o sus beneficiarios, tropiezan con dificultades financieras porque no consiguen cobrar todos los ingresos que se les adeudan y tampoco pueden pagar las prestaciones de manera rápida y completa.

El estudio de la OIT sostiene que, en ciertos casos, el origen de esas dificultades puede radicar en el gobierno, que usurpe las reservas del fondo de pensiones para otros fines o que pretenda imponer requisitos financieros.

La investigación se refirió a decisiones gubernamentales que exigen la inversión de los fondos de pensiones en obligaciones del Estado, con tasas de interés reales disparatadamente bajas o negativas.

Sin embargo, el déficit de cotizaciones y el no pago de prestaciones pueden deberse a fallas generales de gestión y administrativas y la falta de aportes en gran escala por parte de los empleadores y de sus trabajadores.

En una perspectiva muy amplia, casi todos los sistemas de seguridad social en el mundo atraviesan en la actualidad por una etapa de turbulencia general, dice la publicación, que vaticina para los primeros años del siglo XXI un cambio radical en el panorama internacional de la protección social.

El libro observa que muchos programas de jubilación de América Latina y el Caribe han funcionado con resultados deficientes y por ese motivo varios países —ocho en 1998— encarar una transformación para adoptar sistemas diferentes.

Mientras, los programas de pensión de los países que integraban la disuelta Unión Soviética se han vuelto prácticamente inútiles con el derrumbe de las economías nacionales.

En Africa, los programas de pensiones son muy débiles y están mal administrados, en Asia han perdido solidez por las turbulencias financieras desatadas en algunas partes de esa región a fines de la década del 90.

En los estados árabes y en Medio Oriente, los programas son relativamente recientes y encuentran dificultades para acoger al alto porcentaje de trabajadores extranjeros, impedidos de afiliarse.

Los países industrializados, que tienen una población de mayor edad, dedican 10 por ciento de producto interno bruto a las prestaciones de jubilación, un porcentaje que supera al gasto en asistencia médica.

Esa franja de mayores de 60 años, que en la actualidad se eleva a 10 por ciento del total, aumentará en 2030 a 31 por ciento de la población y exigirá un aumento comparable de los gastos correspondientes a las prestaciones.

Debido a tal envejecimiento, los países industrializados estudian la introducción de cambios en sus sistemas de jubilación para lograr su estabilidad financiera. En muchos casos apelan a la elevación de la edad de la jubilación, normal o anticipada.

La OIT ha establecido principios rectores que deberían servir de guía para la concepción de los regímenes de pensiones. Pero esas orientaciones no se cumplen universalmente debido en gran parte a que las circunstancias económicas no lo consienten, reconoció el estudio.

El estudio muestra cierta cautela a la hora de examinar el recurso empleado por algunos programas de pensiones de invertir sus fondos en mercados financieros.

Gillion, director del departamento de seguridad social de la OIT, opinó que invertir en mercados financieros "es un negocio incierto y volátil".

La publicación menciona los distintos y numerosos modelos de prestaciones de pensiones vigentes y en experimentación en el mundo. No existe un modelo único, adaptado a todas las circunstancias, admitió.

Sin embargo, para lograr un modelo con elequilibrio apropiado, la OIT insistió en reclamar dos requisitos: una cobertura universal y una buena gestión. (FIN/IPS/pc/mj/lb pr/00

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