El secretario general del Partido Socialista de Timor Oriental, Avelino da Silva, es un marxista que negocia con funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y empresarios en nombre de los trabajadores del territorio.
"El marxismo no es un dogma, sólo una herramienta. Comprendemos que debemos encontrar soluciones políticas y negociar en el contexto de las realidades verificadas en la práctica", declaró Da Silva, en gira por Australia.
El papel de Da Silva adquirió relevancia debido al aumento de los precios, la falta de víveres y el desempleo en Timor Oriental.
Da Silva, junto con José Ramos Horta, premio Nobel de la Paz, fue llamado para calmar a una turba de 800 airados manifestantes timorenses congregados ante la sede de la Autoridad de Transición de las Naciones Unidas en Timor Oriental (UNTAET), en Dili.
Muchos estaban allí por entrevistas de trabajo que se les había prometido pero que la ONU canceló sin informar a los interesados. Cuando los timorenses se enojaron, el personal internacional se asustó y llamó a la policía.
El mes pasado, Da Silva fue llamado para mediar en una disputa laboral ocurrida en un hotel flotante usado por la ONU. Los timorenses eran pagados a razón de cinco dólares diarios, menos del precio promedio de una comida en la cantina del hotel, y se les exigía turnos de 12 horas diarias.
Frustrados porque la gerencia del hotel no atendía sus demandas, pidieron a Da Silva que negociara en su nombre. Se logró una transacción: ahora los trabajadores cobran nueve dólares diarios por jornadas de ocho horas.
La gente aún está traumatizada por la destrucción y los asesinatos perpetrados por las milicias proindonesias respaldadas por los militares, tras el referéndum del 30 de agosto en que la gran mayoría de los electores optó por la independencia y en contra de la integración, aunque con autonomía, con Indonesia.
Además, para aquellos que no hablan inglés, las oportunidades de empleo son casi nulas. Cada vez más los timorenses descargan su ira ante funcionarios de UNTAET y operadores de ayuda internacional.
"Finalmente, triunfamos en el referéndum, pero seguimos siendo incapaces de gobernarnos en nuestro propio país", apuntó el nuevo diario escrito en tetum, Lalenok, en su estreno editorial. "La pregunta es sencilla. ¿Por qué no nos dan la oportunidad de ser líderes en nuestro propio país?".
Sin embargo, Da Silva previno a sus compatriotas de no hacerse demasiadas ilusiones. "Seamos realistas. Durante el primer año de reconstrucción de Timor Oriental, UNTAET solo podrá dar trabajo a 7.000 personas, lo cual significa que muchos seguirán desempleados", dijo.
Con el fin de aliviar la desocupación, Da Silva hizo un llamado a la inversión extranjera. "Quisiéramos que se formaran compañías mixtas, que los inversores extranjeros se asociaran con empresas locales", apuntó. "Si se toma gente local como socia, se sentirá en casa y habrá menos resentimiento".
En 1997, Da Silva, fue noticia cuando junto con su esposa e hijos, además de dos personas más, buscó asilo en la embajada austríaca en Yakarta.
Los militares indonesios se negaron a darle un salvoconducto para salir del país y afirmaron que era el ideólogo de una serie de atentados explosivos en Dili y Semarang, localidad en la provincia indonesia de Java.
A comienzos del año pasado, Da Silva y su familia escaparon de la embajada austríaca tras haber estado allí durante dos años. Se cree que el dirigente estuvo en Indonesia durante el baño de sangre en Timor Oriental iniciado en agosto.
Sin embargo, Da Silva no tiene resentimientos y, en aras de la reconciliación en Timor Oriental, se muestra dispuesto a hacer concesiones. "Debemos perdonar el pasado aunque no podamos olvidarlo. Esto nos ubica en la realidad política" del nuevo país, expresó.
El 15 de marzo, el jefe de UNTAET, Sergio Vieira de Mello, dijo que Timor Oriental probablemente tendrá una elección supervisada por la ONU el año que viene para designar democráticamente a su primer parlamento.
Aunque UNTAET tiene la autoridad para desarrollar la capacidad timorense de asumir la responsabilidad de un autogobierno, Da Silva advirtió contra aquellos que se oponen a los partidos políticos.
"Las llamadas elites timorenses dicen que los partidos politicos podrían dividir la sociedad, haciéndonos recordar los hechos de 1975", dijo.
Algunos líderes del Consejo Nacional de la Resistencia Timorense (CNRT), un grupo que representa a 21 partidos, previno hace poco que desmantelar el CNRT podría llevar a la inestabilidad de los años 70.
En agosto de 1975, una cruenta guerra civil estalló entre dos grupos políticos, el popular Fretilin, de izquierda, y la Unión de Timor Democrático.
Se produjeron numerosos actos de violencia, muchos de los cuales fueron en realidad venganzas personales entre familias y tribus rivales que usaron la guerra civil para un arreglo de cuentas.
"El Partido Socialista de Timor Oriental siempre alentó a la gente a ser miembro de partidos políticos porque son lo más importante para implementar la democracia durante y después del período de transición", expresó Da Silva.
"No aceptamos el argumento que los partidos pueden dividir el país, al contrario, la falta de cultura democrática puede hacerlo", afirmó. (FIN/IPS/tra-en/si/ral/ego/aq/lb-ip/00