NEPAL: Extrema tensión ante jornada de huelga en armas

Un estallido de violencia amenaza al reino de Nepal, debido a una huelga en armas organizada para este jueves por el proscripto Partido Comunista Maoísta para denunciar la muerte de sus militantes a manos de la policía.

El enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los maoístas, que luchan desde hace cuatro años por reemplazar la monarquía por un régimen republicano, ha costado la vida a más de 1.300 personas, entre rebeldes, policías y civiles, según información del gobierno.

La "guerra popular" del Partido Comunista Maoísta se concentra en distritos remotos del oeste del país, como Rukum, Rolpa, Salyan, Jajarkot y Pyuthan, pero se teme que la huelga armada propague la violencia a otras zonas.

Grupos de derechos humanos acusan a las fuerzas de seguridad y a los insurgentes de violaciones graves. La organización Amnistía Internacional y la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas han exhortado a las dos partes a poner fin a la matanza y entablar conversaciones de paz.

El gobierno centrista de Nepal, un empobrecido país del Himalaya, de 23 millones de habitantes, respondió al anuncio de los maoístas de huelga en armas con estrictas medidas de seguridad y otorgó plenos poderes a la policía para combatir a los rebeldes.

Los policías tienen órdenes de disparar contra los insurgentes y detener a sospechosos sin indicar razones.

Katmandú, conocida en otros tiempos por su tranquilidad, luce como una ciudad en guerra. Las fuerzas de seguridad patrullan las calles noche y día y un funcionario del Ministerio del Interior advirtió el martes que la policía vigilará todas las esquinas de la capital y que se aplicarán controles en otras localidades y aldeas.

El ministro del Interior, Padam Prasad Pokhrel, anunció que un contingente adicional de 7.000 hombres "estará listo este jueves para sumarse a la fuerzas policiales regulares y responder ante cualquier emergencia".

Los maoístas distribuyen hojas volantes para advertir a la población que debe acatar el paro. "La huelga en armas tiene el propósito de protestar contra el brutal asesinato de nuestros militantes y de civiles inocentes", se lee en las octavillas.

Informaciones procedentes de distritos rurales dieron cuenta de sangrientos episodios en vísperas de la huelga en armas. Cinco policías fueron muertos el martes por fuerzas rebeldes en la aldea de Bhigri, situada en Pyuthan, un área municipal del noroeste.

Un día antes, siete rebeldes habían caído bajo el fuego de la policía en la localidad de Maintada, del distrito de Surkhet.

El riesgo de que aumente la violencia se presenta mientras el primer ministro Girija Prasad Koirala y el gobernante Partido del Congreso de Nepal afrontan serios desafíos políticos.

El Partido Comunista Unido de Nepal, que tiene reconocimiento legal y representación en el parlamento, también hace campaña contra las políticas del gobierno, aunque en el marco de la Constitución.

Los comunistas de actuación parlamentaria exigen poner fin a la corrupción y al alza de precio de productos de consumo popular, que persiste desde el triunfo del Partido del Congreso en las elecciones de 1999.

Koirala, quien reemplazó el mes pasado en el gobierno a Krishna Prasad Bhattarai, su rival en el Partido del Congreso, congeló iniciativas tendentes a abrir el diálogo con los rebeldes maoístas.

El gobierno de Bhattarai había formado una comisión de alto nivel para negociar con los insurgentes, encabezada por Sher Bahadur Deuba, un ex primer ministro.

Deuba, quien llegó a mantener una reunión secreta con un alto dirigente maoísta, declaró el martes que no pudo seguir adelante con las negociaciones tras la asunción de Koirala.

"Los maoístas habían designado a un delegado para crear un ambiente favorable a la negociación, pero el proceso se estancó luego de la caída del gobierno de Bhattarai", explicó.

Koirala declaró que la comisión seguiría trabajando para lograr el diálogo y que no se variaría su integración, pero no se han registrado progresos desde que se produjo el cambio de gobierno.

Es irónico que la insurgencia maoísta haya surgido en 1996, durante el gobierno de Deuba, quien se negó entonces a dialogar con los insurgentes pero ahora admite, al igual que la gran mayoría de los habitantes del país, que el problema es de carácter político y debe resolverse en forma negociada.

"Ninguno de los partidos está a favor de la violencia. Todos desean ponder fin a la insurgencia mediante el diálogo", afirmó el ex primer ministro el martes.

Sin embargo, los maoístas consideran innegociable su objetivo de establecer un régimen republicano, y la Constitución define al país como una monarquía hindú.

Los analistas señalan que Nepal ofrece condiciones muy favorables para el desarrollo de movimientos de extrema izquierda, ya que es uno de los países más pobres del mundo, con un ingreso anual por habitante apenas superior a 200 dólares.

La alfabetización alcanza sólo a 30 por ciento de la población, y el terreno montañoso es muy apto para la acción de la guerrilla.

"El sentimiento de frustración de los campesinos en relación con los partidos políticos ha aumentado en forma dramática a causa de la creciente corrupción y la inestabilidad de los gobiernos", apuntó Krishna Hachhethu, del Centro de Estudios Nepaleses y Asiáticos.

"Las áreas rurales han sido excluidas del proceso de desarrollo, y eso crea un ambiente fértil para los grupos extremistas", añadió. (FIN/IPS/tra-eng/sp/rdr/ff-mp/ip/00

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