La reunión anual de los directorios del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzó hoy en la capital de Estados Unidos mientras un camión cortaba el tránsito frente a la sede de ambas instituciones en protesta por su política ambiental.
Sobre el camión de seis metros de largo, que impidió el paso de vehículos durante una hora en la ajetreada avenida Pennsylvania de Washington, se pudo leer un cartel con la leyenda el "Banco Mundial saquea el planeta – No más dinero para petróleo, gas y minería".
La policía arrestó a los autores de la protesta, Brent Blackwelder y John Passacantando, respectivamente de las organizaciones ambientalistas Amigos de la Tierra y Acción Ozono, junto a cuatro activistas más.
Los dos líderes presentaron una declaración firmada por 200 grupos de 41 países que exigen que el Banco Mundial cese el apoyo financiero a proyectos destructivos para el ambiente en países en desarrollo.
La protesta fue el primer acto de desobediencia civil de lo que se espera sean varios esta semana en coincidencia con las reuniones del Banco Mundial y el FMI.
Los activistas prometieron interrumpir o incluso impedir las sesiones finales del próximo domingo y lunes.
Aunque la gran mayoría de entre 15.000 y 30.000 manifestantes que se esperan en Washington se oponen a todo tipo de violencia, también hay varios grupos que se describen a sí mismos como "anarquistas" que llegarán a la ciudad con fines menos pacíficos, según anunciaron.
Estos últimos causaron daños materiales por millones de dólares durante los disturbios en el centro de la ciudad estadounidense de Seattle en protesta por la globalización durante la reunión de la Organización Mundial de Comercio celebrada a fines de noviembre y comienzos de diciembre.
Esta vez, el objeto de la ira de los activistas son el Banco Mundial y el FMI. "Sus políticas enriquecen a los ricos y empobrecen a los pobres", sostuvo Trevor Ngwane, del Congreso Nacional Africano de Sudáfrica, en conferencia de prensa este lunes.
Diversos grupos, incluso aquellos cuyos líderes fueron detenidos por la policía este lunes, alzaron su voz.
El domingo, unas 6.000 personas formaron una cadena human en torno del edificio del Congreso de Estados Unidos para exigir a los países ricos que cancelen la deuda de los 41 países más pobres, muchos de ellos en Africa.
El acontecimiento, que es parte de la campaña internacional Jubileo 2000 que exige la cancelación de la deuda externa de los países pobres y al cual el propio presidente Bill Clinton envió un mensaje de apoyo, convocó a sindicalistas, organizaciones de derechos humanos, iglesias y ambientalistas.
Este lunes, una coalición de activistas celebró una conferencia de prensa en el Edificio Nacional de la Prensa para lanzar un boicot contra los bonos del Banco Mundial que se venden en los mercados privados de capital.
El Banco recauda aproximadamente 80 por ciento de los casi 30.000 millones de dólares que presta a los países en desarrollo cada año a través de los mercados de capital del mundo, y la campaña espera persuadir a muchos de los compradores de que los mismos son una mala inversión.
"Debemos quebrar el poder que tiene el Banco Mundial sobre los países en desarrollo, así como el movimiento de desinversión ayudó a acabar con el régimen racista del apartheid en Sudáfrica", dijo Dennis Brutus, poeta, antiguo preso político y perteneciente a Jubileo 2000 en Sudáfrica.
Los activistas esperan que los gobiernos, fondos de pensiones y universidades, que sólo en Estados Unidos controlan billones de dólares en fondos de inversión, sigan el ejemplo de la ciudad de Berkeley, en California, que boicoteó a los bonos del Banco Mundial.
Varias firmas de inversión estadounidenses también prometieron no comprar los bonos.
Estos activistas quieren cerrar el Banco Mundial, pero los protagonistas de la protesta del camión de este lunes sólo pretenden que el organismo cese gradualmente sus préstamos a los proyectos de petróleo, gas y minería.
Estos proyectos "dejaron un reguero de devastación ambiental, mayor pobreza y grave perturbación social en su paso por los países pobres", dijo Andrea Durbin, de Amigos de la Tierra.
Los mismos "no hacen nada para aliviar la pobreza y en su lugar benefician más que nada a las compañías trasnacionales", dijo.
Este martes, grupos religiosos proyectan representar las estaciones de la cruz de Jesús sobre las escaleras del Congreso para dramatizar la opresión económica causada por la deuda externa.
El miércoles, muchos activistas procurarán convencer a los legisladores estadounidenses para que condicionen su apoyo al FMI y al Banco Mundial a que estos apliquen reformas sustanciales en sus políticas.
Durante toda la semana se esperan más protestas y actos de desobediencia civil hasta culminar en el A-16, el código de los activistas para el domingo 16, cuando una manifestación de seis horas se congregará tras la Casa Blanca y luego se dirigirá a la sede del FMI y el Banco Mundial, a pocas cuadras de distancia.
Públicamente, ambas instituciones se toman con calma el ambiente de protesta. El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, se muestra conciliador e insiste en que desea reunirse con muchos de los activistas.
En una circular enviada al personal del Banco la semana pasada, destacó que la institución envió 300 invitaciones a representantes de organizaciones no gubernamentales para participar en discusiones durante las sesiones oficiales de esta semana.
"Tenemos mucho que ganar con el debate en serio y nada que perder con el cierre de la discusión", escribió.
El FMI, cuyo nuevo director gerente Horst Koehler asumirá el cargo el próximo mes, también se muestra conciliador.
Este lunes anunció la creación de una "oficina de evaluación independiente" para supervisar su labor. La medida se considera un intento para contrarrestar las críticas, especialmente del Congreso estadounidense, de que trabaja sin transparencia ni sometido al escrutinio público.
Pero a pesar de las apariencias, ambas instituciones están claramente preocupadas por los eventos de esta semana. El Banco Mundial informó a su personal la semana pasada que no exigirá que trabajen desde el próximo sábado hasta el lunes, cuando se esperan las protestas más intensas.
Wolfensohn también aconsejó al personal del Banco a "no salir a la calle y discutir con los activistas. La próxima semana será un momento difícil para todos nosotros", escribió en la circular.
La policía de Washington planea cerrar varias cuadras en torno a los dos organismos a partir del martes. Sólo se permitirá acercarse a los edificios a personas con pases autorizados. (FIN/IPS/tra-en/jl/aq/if/00