La mayoría de los gobiernos están frustrados por la lentitud en la reducción de los arsenales nucleares de Estados Unidos y Rusia, que podría poner en peligro el Tratado de No Proliferación Nuclear.
El tratado, sometido a una revisión cada cinco años, es producto de una negociación entre las potencias nucleares, que se comprometieron a reducir sus arsenales, y los países no nuclearizados, que prometieron nunca adquirir tales armas.
Muchos de los estados no nuclearizados, incluso estrechos aliados de Estados Unidos, se quejaron por la falta de acciones tendentes al desarme en la conferencia de revisión del tratado, en curso en la sede de las Naciones Unidas.
"De alguna manera, parece que perdimos la ruta -o la voluntad- para defender con determinación el tratado y cumplir con las obligaciones asumidas en él", lamentó el canciller de Canadá, Lloyd Axworthy.
"El tratado no sobrevivirá intacto otros cinco años sin un cambio fundamental en el enfoque de todos. Esta es la hora de proceder seriamente para librar al mundo de esas armas", insistió Brian Cowen, canciller de Irlanda.
Las quejas de los países incluyen la lentitud en las negociaciones entre Washington y Moscú para disminuir sus misiles de largo alcance, la negativa de la mayoría de las potencias nucleares a comprometerse legalmente a no usar armas nucleares contra estados no nuclearizados, y el mantenimiento de doctrinas militares que implican la retención indefinida de armas atómicas.
"Hay expectativas muy grandes de un lado y del otro… Será difícil llegar a una posición común", advirtió el presidente de la conferencia, el embajador de Argelia Abdallah Baali.
Los países no nuclearizados "esperan con justicia algunos pasos modestos hacia el desarme nuclear, o de lo contrario la frustración crecerá, y no puedo predecir cuál sería la actitud de estos estados miembros", agregó Baali.
El embajador Camilo Reyes de Colombia, quien presidió la reunión preparatoria del año pasado para esta conferencia y preside el comité sobre desarme nuclear, consideró que hubo cierto progreso pese a las diferencias entre las partes.
En las primeras sesiones negociadoras de su comité, que comenzaron el miércoles, Reyes percibió "un ambiente positivo que, si se mantiene, puede proporcionar buenos elementos para un resultado final aceptable".
El acuerdo de las partes sobre ciertos asuntos prácticos alentó a Reyes. "A menudo las cuestiones de procedimiento tienen un significado político", dijo, pero advirtió que es muy pronto para anticipar lo que serían "fórmulas aceptables".
La queja más específica de los gobiernos se refiere a un plan de Washington de desplegar un sistema nacional de defensa de misiles, que violaría el tratado de Misiles Antibalísticos y trastornaría así todo el sistema de control de armas.
"Rusia y Estados Unidos deben mantener la integridad de ese tratado… Hay serias dudas sobre si un fortalecimiento de la defensa funcionaría, si en definitiva aumentaría o disminuiría la seguridad, y si fortalecería o debilitaría al Tratado de No Proliferación", señaló Axworthy.
El canciller canadiense sugirió otras formas de hacer frente a la amenaza de la proliferación de misiles de largo alcance, como reforzar los controles de exportación de tecnología y una mayor apertura sobre los programas de misiles.
Incluso Gran Bretaña y Francia, aliadas de Estados Unidos, no respaldan a Washington en este punto.
El canciller británico Peter Hain, tras llamar a un diálogo "calmo y mesurado" entre Estados Unidos y Rusia, dijo que el plan estadounidense "plantea problemas completos" y destacó la necesidad de "preservar la estabilidad estratégica".
Mientras, el embajador Hubert de Le Fortelle, de Francia, también instó a mantener la estabilidad, "de la cual el tratado de Misiles Antibalísticos es un elemento fundamental".
"Francia desea evitar cualquier desafío al tratado que pueda provocar una ruptura del equilibrio estratégico y reiniciar la carrera armamentista", añadió.
Organizaciones no gubernamentales y expertos también convirtieron al tratado sobre Misiles Antibalísticos en un elemento central de sus críticas.
"No hay nada de malo en la defensa", pero "los misiles antibalísticos podrían ser vistos por otras potencias no como instrumentos de defensa, sino como un potencial primer ataque", advirtió Arjun Majijani, del Instituto para la Investigación sobre Energía y Ambiente. (FIN/IPS/tra-en/jw/da/mlm/ip/00