Mucho se habla sobre las posibilidades democratizadoras de Internet, pero hasta ahora la red informática mundial presenta un claro desequilibrio, con el tráfico internacional monopolizado por Estados Unidos.
Más de 90 por ciento del tráfico internacional de información pasa por Estados Unidos, cuya hegemonía en Internet es tan absoluta que supera incluso la que ejerce sobre el cine, por ejemplo. El panorama preocupa a la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
A esta situación contribuyó no sólo el poder económico, sino también el gran adelanto estadounidense en esa área específica y el telecomunicaciones, incluso en relación con las demás regiones industrializadas, como Europa y Japón.
El idioma también tiene un peso decisivo, pues 85 por ciento del contenido en Internet está en inglés.
Hasta hace poco, incluso la comunicación informática dentro de países poderosos como Alemania, por ejemplo, se hacía a través de Estados Unidos, según Carlos Afonso, ingeniero experto en informática y pionero de Internet en Brasil, hoy dedicado a desarrollar aquí la Red de Información para el Tercer Sector.
La gran asimetría fue uno de las preocupaciones el foro de UIT celebrada hace dos semanas en Río de Janeiro. El tráfico de datos de Estados Unidos a América Latina es cinco veces superior en volumen al que se registra en sentido contrario, advirtieron participantes en la conferencia.
Pero eventuales regulaciones nada pueden hacer contra esa situación, ya que se trata de una consecuencia de la diferencia en materia de desarrollo económico, en telecomunicaciones y en la propia Internet, admitió Raimundo Beca, vicepresidente de la compañia telefónica chilena CTC.
Como la mayor parte de la información demandada y los principales motores de búsqueda están en Estados Unidos, no hay cómo evitar que todos los caminos lleven allí, explicó Afonso. Europa está muy rezagada como para constituirse en otro polo de atracción.
Además, las ventajas estadounidenses para el acceso son tan superiores que proveedores de servicios y portales de todo el mundo prefieren usar sus "backbones" (infraestructura básica de Internet), dijo Ethevaldo Siqueira, director de la Revista Nacional de Telecomunicaciones, que se edita en Sao Paulo hace 21 años.
Entre las empresas que optaron por apelar a la infraestructura estadounidense figuran el recién creado proveedor de servicios de Internet de Globo, el mayor grupo de comunicaciones brasileño.
Esa infraestructura se basa en la gran disponibilidad de cables de fibra óptica, incluso submarinos, satélites de comunicación, cables de televisión y microondas. Los diferentes factores del desarrollo cibernético se enlazan y conspiran contra la descentralización.
Instalar un cable entre América Latina y Europa, por ejemplo, cuesta miles de millones de dólares, una inversión que no se justifica si la perspectiva es de mantenerlo ocioso, o si no hay contenido en informaciones y servicios que permitan un tráfico intenso entre las dos regiones, comentó Siqueira.
Por ahora, el tráfico bilateral se limita a 63 megabits por segundo, y el de América Latina con Estados Unidos y Canadá sumados llega a 949 megabits, menos que el volumen que la ciudad suiza de Ginebra mantiene por sí sola con el resto del mundo, destacó el periodista.
La capacidad instalada entre Estados Unidos-Canadá y Europa asciende a 13.258 megabits por segundo, poco más del doble de América del Norte con el área Asia-Pacífico, comparó.
La dependencia de los "backbones" ajenos tiene un costo. Quien alquila las líneas paga todo su precio, aunque la transmisión de datos ocurra en los dos sentidos, advirtió el brasileño Roberto Blois, subsecretario general de UIT.
Internet promueve así, al contrario de la telefonía internacional, un flujo de pagos totalmente favorable a Estados Unidos.
El costo financiero no es elevado, porque las tarifas son muy bajas, gracias al hecho de que Internet "nació en Estados Unidos y con subsidios", observó Siqueira, agregando que las innovaciones tecnológicas las abarataron más aún.
Eso se explica también porque se trata de usar la ociosidad de la infraestructura de telecomunicaciones, que antes tenía solo siete por ciento de su capacidad aprovechada por la telefonía "y solo en los horarios de utilización más intensa", añadió.
Pero países que aún tienen pocos usuarios, como Argentina y Colombia, ya gastaron cerca de 60 millones de dólares cada uno en 1998, según la UIT. Esa suma puede multiplicarse con la esperada multiplicación de las conexiones a la red en los próximos años.
Además, los pagos unilaterales agravan el desequilibrio, al encarecer el acceso en América Latina y otras regiones y abaratarlo en Estados Unidos, cuyo usuario puede visitar sitios del exterior por la misma línea que proporciona ingresos a las empresas de su país.
Ese subsidio al revés, de los pobres a los más ricos, dificulta la expansión de Internet en los países en desarrollo, especialmente su extensión a las capas de menor ingreso, y la facilita en Estados Unidos.
La alternativa es mejorar el aprovechamiento de la infraestructura de comunicaciones ya existente implantando muchos puntos de acceso a la red, para la interconexión entre los proveedores regionales, reduciendo la dependencia de la centralización estadounidense, dijo Afonso.
Pero eso tiene que ser "un proyecto de ingeniería, sin el egoísmo nacional e imposiciones políticas" para que tenga éxito, advirtió el experto. Brasil desarrolló sus "backbones" de manera que el tráfico interno ya no tiene obligatoriamente que salir del país, pero es un caso poco común en su región.
El cuadro mundial tiende a cambiar con rapidez, según Siqueira. Europa despertó para el fenómeno de Internet y debe registrar "un gran salto en los próximos dos o tres años", previó.
En Brasil la infraestructura física se multiplica con abultadas inversiones de las operadoras de telefonía y el tendido de cables de telecomunicaciones por empresas de energía eléctrica, saneamiento, televisión.
Las nuevas tecnologías, como teléfonos celulares con acceso a Internet, permiten otros avances, acotó.
La lengua es una limitación, dijo, reconociendo que el dominio del inglés es "avasallador" y, aunque se organicen en interconexiones por todos sus países, "subuniversos de lengua portuguesa o española serán minúsculos" en el mundo cibernético. (FIN/IPS/mo/mj/cr sc/00