/Ciudades de América Latina/ VENEZUELA: Reconstrucción urbana, entre el sueño y la pesadilla

La nueva ofensiva contra las consecuencias de la peor tragedia natural en la historia de Venezuela está encabezada por 150 excavadoras, encargadas esta semana de remover escombros en un ambiente cargado por impaciencia y expectativas de reconstrucción que ni la brisa marina consigue disipar.

Ya pasaron cuatro meses desde que las avalanchas de lodo y piedras arrasaron la región del estado Vargas, una estrecha franja costera intensamente urbanizada que en la práctica opera como el "litoral" de Caracas, de la que está separado por 30 kilómetros de autopista.

Los días 16 y 17 de diciembre, cuando amainó la lluvia y se vio la magnitud de la tragedia, en el litoral caraqueño habían desaparecido urbanizaciones enteras. Las casas fueron arrastradas, muchos edificios quedaron heridos de muerte, el lodo invadió clubes, hoteles, parques y, por supuesto, el mar.

Aún no se sabe exactamente cuántos muertos hubo en Vargas -se habla de 10.000 a 30.000- y todo parece indicar que quedarán enterrados allí cuando se materialice el enorme proyecto de reconstrucción del litoral, destinado a rehabilitar un área otrora densamente poblada por unas 350.000 personas.

El presidente Hugo Chávez participó esta semana en el inicio de los trabajos de remoción de escombros y de construcción de 250 viviendas. Antes de partir hacia el litoral advirtió por televisión que el renacimiento de la zona costera será impulsado "con paciencia pero sin descanso".

La impaciencia, sin embargo, reina en uno de los principales núcleos urbanos del país. Algunos pobladores de la zona exigen acelerar los trabajos de reconstrucción, los damnificados claman por vivienda y quienes lograron rescatar sus casas temen futuras expropiaciones.

El telón de fondo de esta situación de impaciencia frente a la reconstrucción es la falta de un plan preciso, aún cuando ya han pasado 120 días. La "autoridad única" nombrada para Vargas, Carlos Genatios, justificó la tardanza argumentando que primero deben completarse estudios para garantizar el futuro de la zona.

La tragedia puso en evidencia un enorme desorden territorial en el litoral, en especial por la cantidad de asentamientos ilegales cerca de riachuelos y vertientes, así como en sus conos de deyección hacia el mar.

Cuando esos cursos de agua se transformaron en torrentes, el lugar se convirtió en un infierno.

"No queremos ser fantasiosos", planteó Genatios, quien ha dicho que el plan de reconstrucción debe contener reordenamiento territorial y propuestas de desarrollo equilibrado.

Entretanto, los habitantes de Vargas han recuperado una tenue normalidad. Las vías principales ya fueron restauradas y en algunas zonas ya hay algunos servicios, y para este feriado de Semana Santa fueron habilitadas una veintena de playas, con el fin de estimular la rehabilitación económica.

Pero todo se desarrolla en medio de los residuos de polvo y escombros legados por la devastación, lo cual además recuerda las dimensiones sin precedentes de destrucción experimentada en una zona que era el principal centro de esparcimiento de la capital.

Cada fin de semana, la población del litoral aumentaba en varias decenas de miles de personas, incluyendo a aquellas de menores recursos en busca de playas a bajo costo y a otras mucho más acomodadas que visitaban los clubes más exclusivos de Venezuela.

De acuerdo con cifras de la autoridad única, en Vargas resultaron totalmente destruidas 5.340 viviendas y 2.667 fueron parcialmente dañadas. Además, se perdieron 5.000 metros de redes de agua potable y 12.000 metros de redes de aguas servidas.

Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas estimó que los daños causados por la catástrofe natural en Venezuela sumaron 3.200 millones de dólares, la mayoría de los cuales corresponden a la destrucción en Vargas, estimada en 2.069 millones de dólares.

Los daños equivalen a 3,3 por ciento del producto interno bruto (PIB) venezolano, pero representaron 167 por ciento del PIB en Vargas, de acuerdo con las estimaciones de la Cepal.

La agencia de las Naciones Unidas recomendó enfáticamente que la estrategia de reconstrucción se base en metas de mitigación y prevención para evitar futuros desastres, en especial si se considera que existe un historial de inundaciones cuando se han producido precipitaciones como las de diciembre de 1999.

El agua, el lodo y las piedras bajaron de la montaña El Avila, un macizo cubierto de vegetación que en la práctica es la única separación entre el litoral y Caracas.

Los medios locales han reflejado en forma reiterada el interés del sector privado por conocer los planes de reconstrucción y las pautas para la inversión en la zona. Muchos expertos destacaron que será necesario reconstruir todo el sistema de servicios sanitarios y pensar muy bien en el destino económico de la zona.

Diagramas producidos por oficinas de arquitectos e ingenieros han mostrado algunas sugerencias: una economía basada en la recreación, aprovechando las playas y desarrollando una sofisticada infraestructura para disfrute de visitantes y aprovechamiento de los habitantes.

Genatios ha dicho que no se pretende transformar a Vargas en algo similar al balneario mexicano de Cancún, pero está de acuerdo en la importancia del turismo.

Aunque la orientación definitiva de este proceso de reconstrucción aún es un misterio, ya hay algunas insinuaciones: laderas dotadas de modernos canales para evitar futuras tragedias, edificios para superar el déficit generado por la catástrofe, paseos al borde del mar y muchos parques en zonas peligrosas donde antes había casas.

Los conos donde los riachuelos se encuentran con el mar, en los que habría muchas víctimas sepultadas, también serían transformados en parques. (FIN/IPS/lc/ag/dv/00

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