El comercio internacional de elefantes y ballenas es la manzana de la discordia en la undécima conferencia de las partes de CITES, en curso en esta capital.
La conferencia de CITES (Convención de las Naciones Unidas sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) empezó con llamados a un equilibrio entre la conservación y el uso sensato de las especies para el desarrollo.
"Por más de un cuarto de siglo, CITES demostró ser una de las herramientas más eficaces que tenemos para prevenir la extinción de especies", destacó Klaus Toepfer, director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), al inaugurar la reunión el lunes.
"Con la población humana y su actividad encaminadas a expandirse dramáticamente en las próximas décadas, el papel de CITES en el siglo XXI ayudará a que la conservación de las especies y la satisfacción de las necesidades humanas se apoyen mutuamente", expresó.
La reunión, que se prolongará hasta el día 20, congrega a unos 2.000 representantes de gobiernos y organizaciones ambientalistas para revisar los apéndices de la convención sobre plantas y animales silvestres.
La conferencia considera iniciativas para enmendar la lista de más de 60 especies de animales y plantas cuyo comercio está sujeto a controles y prohibiciones.
Muchas propuestas, segun la secretaría de CITES, están vinculadas a especies de plantas y animales cuyas partes se emplean como componentes activos en medicinas tradicionales o son buscadas por modernas compañías farmacéuticas.
La reunión tiende también a adoptar una visión estratégica para el 2005 sobre las maneras de implementar y reforzar la convención, el fortalecimiento de las bases científicas para la toma dedecisiones y la eliminación del comercio ilegal de flora y fauna.
"El propósito del plan consiste en asegurar que ningún animal o planta se convierta o siga siendo objeto de explotación insustentable", explicó Willem Wijnstekers, director de CITES.
Se prevén acalorados debates entre intereses comerciales y conservacionistas, particularmente sobre especies como ballenas, tiburones y tortugas. La cuestión de los elefantes también concita gran atención de la prensa.
"Vamos a tratar de lograr el acuerdo mejor, el que sea más factible", declaró el presidente de la conferencia, Bagher Asadi.
CITES es una de las 10 convenciones y acuerdos ambientales del PNUMA y contiene una lista ordenada de especies en peligro en sus apéndices I, II y III.
El comercio internacional de las especies mencionadas en el apéndice I está expresamente prohibido, mientras las especies contenidas en los apéndices II y III pueden comerciarse pero bajo estricta vigilancia.
Para los delegados africanos, los elefantes son la principal especie amenazada a discutir. Cuatro naciones de Africa Austral, Zimbabwe, Sudáfrica, Botswana y Namibia, propusieron quitar a esos animales del apéndice I y ubicarlos en el II, para permitirles disponer de sus grandes existencias de marfil.
Los cuatro países africanos afirman que sus reservas de marfil son resultado de la selección y muerte natural de los elefantes.
En la última reunión de CITES, que se realizó en Zimbabwe en 1997, los países de Africa austral con grandes poblaciones de elefantes fueron autorizados a realizar una venta única de sus existencias de marfil a Japón.
Simón Kaya Moyo, ministro de Ambiente, Minas y Turismo de Zimbabwe, dijo que su país intentará al igual que en 1997 bajar de posición a los elefantes en la lista, dado "el éxito de la subasta en cuanto al alivio de la pobreza" entre comunidades afectadas por el exceso de paquidermos.
Moyo arguyó que, con una población de más de 84.000 elefantes y una capacidad para menos de 35.000, para su país existe la necesidad de mantener "un saludable equilibrio" del ecosistema a través de la selección y ventas reguladas de marfil.
La propuesta de bajar de categoría a los elefantes en la lista de especies amenazadas chocó contra la oposición de Kenia e India, que encabezan una campaña mundial para una veda total del marfil.
Los dos países citaron evidencias de que la concesión de vender marfil por única vez, otorgada a los países de Africa Austral, estimuló la caza furtiva en otras naciones.
El año pasado solamente, Kenia afirmó haber capturado 1.900 kilos de marfil ilegal, de los cuales 1.000 estaban en tránsito a otros destinos fuera de Africa oriental, según los Servicios de Kenia para la Vida Silvestre (KWS).
Esa cifra representa un aumento de 400 por ciento en el tráfico ilegal respecto a 1997. "Tenemos pruebas de que el comercio legal ha permitido el tráfico ilícito", dijo Nehemiah Rotich, director de KWS.
India y Kenia insisten en que el comercio de marfil debería ser prohibido hasta que pueda instalarse un estricto sistema internacional de vigilancia contra la caza furtiva de elefantes.
También insisten en que la decisión de permitir una venta única de marfil estuvo sujeta a la creación de un sistema de observación que todavía no se estableció.
Desde principios de año, Kenia lleva a cabo una serie de demostraciones y exhibiciones en Nairobi para obtener apoyo público y destacar su oposición al tráfico de marfil.
Fuera del aeropuerto, se construyeron numerosos elefantes de hojalata para destacar el papel que juegan en el turismo.
En la sede de PNUMA, en Gigiri, se desplegaron afiches en apoyo a la posición keniana en puntos estratégicos, donde los delegados a la conferencia pueden verlos. "Si usted usa marfil, tiene sangre en las manos", dicen los carteles.
En su alocución a la conferencia, el presidente keniano Daniel Arap Moi urgió a los representantes tener en cuenta que CITES está para proteger y no para comerciar con especies en peligro.
Expresó a los delegados que el problema de la caza furtiva y las actividades para reprimirla en los parques de los países de Africa oriental afectó adversamente su industria turística.
"No debería permitirse que continúe el comercio legal y descontrolado de especies, porque probablemente desbaratará todo el propósito de conservación de flora y fauna", advirtió Moi.
Para salir de la parálisis, los delegados de Africa Austral propusieron que aquellas naciones con sistemas de monitoreo "débiles", como Kenia, sean asistidas para combatir la caza furtiva, "pero no deberíamos ser castigados por su problema", expresaron.
El ambientalista sudafricano Phakiste Motsoaledi declaró que su país está deseoso de compartir con Kenia e India sus experiencias, con las cuales logró "reducir la caza furtiva a niveles mínimos".
"En nuestro país, cada colmillo que hemos seleccionado puede rastrearse hasta el lugar donde murió el elefante. Estamos preparados para mostrar nuestros mecanismos de control a Kenia e India", manifestó.
La conferencia de CITES también es escenario de discusiones sobre las ballenas. Noruega y Japón piden bajar de categoría en la lista a ciertos cetáceos encontrados en el norte del Atlántico, mientras organizaciones ambientalistas como Greenpeace se oponen a esa propuesta.
Los dos países aducen que tienen evidencias científicas de la abundancia de especies, especialmente desde que pusieron en vigor medidas para controlar la caza ilegal y su comercio.
Durante la conferencia, Japón realizó una infructuosa campaña entre bastidores para lograr que Greenpeace fuera expulsada de la reunión, y acusó a la organización de haber embestido uno de sus buques-factoría, el Nisshin Marú, mientras protestaba por la explotación de las ballenas.
"Japón no solo evade la responsabilidad por haber chocado a Artic Sunrise, el buque de Greenpeace, durante su supuesta 'investigación científica' sobre las ballenas en su propio santuario, sino que intenta quitarnos el derecho de protestar pacíficamente contra la caza ilegal de ballenas", contraatacó John Frizell, vocero de Greenpeace.
"Sus intentos de poner un velo de secreto sobre su estrategia de reanudar el tráfico internacional de carne de ballena no deben ser tolerados", exhortó. (FIN/IPS/tra-en/ja/sm/ego-mlm/en/00