ARGENTINA-BRASIL: Políticos retoman el mando de la negociación

La tormenta causada por disputas comerciales entre Argentina y Brasil amainó, y los políticos, dispuestos a relanzar el Mercado Común del Sur (Mercosur), retoman el lugar central que habían ocupado actores económicos privados.

Los ministros de Economía, Defensa y Relaciones Exteriores de Argentina y Brasil, los dos socios mayores del Mercosur, creado en 1991 e integrado también por Paraguay y Uruguay, se reunirán este jueves y el viernes en Buenos Aires para analizar una agenda política vinculada con el bloque regional.

Los representantes de Argentina serán el canciller Adalberto Rodriguez Giavarini, el ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, y el de Economía, José Luis Machinea. Sus pares brasileños son, respectivamente, Luiz Lampreia, Geraldo Maguela Quintao y Pedro Malán.

Los tres ministros argentinos son economistas, pero las apariencias no deben engañar. Un mes después de la reunión bilateral realizada en la capital argentina en la cual se acordó un régimen automotor común, las discusiones bilaterales vuelven a tener contenido político y objetivos de largo plazo.

El Mercosur es en la actualidad una unión aduanera imperfecta, con un mercado de unos 200 millones de habitantes. Desde su constitución, el comercio entre los países que lo integran aumentó en forma muy importante, y también lo hicieron las exportaciones del bloque hacia otras naciones.

La crisis que comenzó en 1998 con la recesión en Argentina y Brasil, y se profundizó con la depreciación del real en enero de 1999, hizo que los empresarios, y en especial los argentinos, pasaran a desempeñar un papel principal en las negociaciones del bloque, el cual aumentó su inestabilidad y priorizó cuestiones de corto plazo.

El período de transición asociado con el cambio de gobierno en Argentina, tras dos mandatos consecutivos del ex presidente Carlos Menem, contribuyó a que aumentara el peso de los empresarios. El actual presidente Fernando de la Rúa asumió en diciembre, pero recién en marzo pareció tomar realmente el timón del Mercosur.

Hasta hace poco menos de un mes, empresarios agropecuarios e industriales advertían en forma reiterada sobre la posibilidad de poner fin al proyecto del Mercosur, que juzgaban "inútil" y hasta "nocivo", y predisponían a la opinión pública contra Brasil.

Según encuestas de la consultora Demoskopía, 80 por ciento de los argentinos consultados en 1990 pensaban que el Mercosur "beneficiaría" a su país, pero el porcentaje de opiniones positivas fue bajando a medida que surgían dificultades y conflictos, aunque las exportaciones argentinas aumentaran.

Brasil es el principal destino de las exportaciones argentinas, y lo siguió siendo aun en los peores momentos de la relación bilateral durante 1999.

Además, la balanza comercial entre ambos países arroja un saldo favorable a Argentina desde hace cinco años, cosa que no ocurre en el intercambio con Estados Unidos o con la Unión Europea.

El peor momento de la crisis se vinculó con una campaña impulsada por la Unión Industrial Argentina, con eco cotidiano en los principales diarios de ese país, según la cual existía un éxodo de empresas argentinas hacia Brasil, debido a beneficios impositivos y fiscales ofrecidos por los estados brasileños.

Esa oferta de beneficios no era nueva, como sugerían los empresarios argentinos, y el presunto éxodo involucró apenas a un puñado de firmas que ya tenían filiales en Brasil y trasladaron allí parte de sus cadenas de producción.

El clima cambió en los últimos meses, con la reactivación económica argentina y brasileña, y el incremento de las exportaciones de Argentina a Brasil, que fue 26 por ciento en marzo de 2000, en relación con el mismo mes de 1999.

La presión de los empresarios decreció y los gobiernos retomaron la discusión política.

"La política no sólo puede sino que debe conducir los procesos económicos, si es que los queremos exitosos, duraderos y equitativos", afirmó el ex embajador argentino en Uruguay, Hernán Patiño Meyer, en una columna publicada este martes por el diario La Nación, de Buenos Aires.

"La agenda económica, con perspectiva estrecha, desplazó casi totalmente a otras agendas, despolitizando peligrosamente el proceso integrador y dejándolo a merced tanto de los avatares económicos globales como de la acción de poderosos intereses sectoriales", añadió.

En Brasil, también parece haber ganado terreno la idea de aprovechar la buena relación personal entre el presidente Fernando Henrique Cardoso y De la Rúa, para tratar de que la política se imponga a la economía en los negociaciones del Mercosur.

La reunión ministerial de este jueves, que finalizará con una declaración conjunta, puede ser el punto de partida para un relanzamiento del bloque, con un nuevo signo que recupere las bases y los principios de su origen, cuyos antecedentes se remontan a un acuerdo entre Argentina y Brasil en 1984.

En ese momento ambos países vivían procesos de transición para salir de dictaduras militares, y la prioridad fue crear un bloque subregional en el cual primara la defensa de la democracia y la confianza mutua, y que fuera capaz de atraer la inversión extranjera.

En otras palabras, se trataba de un proyecto político que buscaba cosechar beneficios económicos.

Ahora los ministros argentinos y brasileños analizarán, entre otras iniciativas que buscan profundizar la integración, un ambicioso plan de inversiones que ya está en marcha, la creación de consulados comunes y la posibilidad de formar misiones comerciales conjuntas en terceros países.

El encuentro bilateral preparará el ambiente para la cumbre del Mercosur que se realizará en Argentina el 30 de junio.

"La relación con Brasil, al igual que con el resto de los integrantes del Mercosur, además de Bolivia y Chile, implica una alianza estratégica que se funda en valores compartidos, no sólo en la intensidad de los vínculos existentes sino en la voluntad común de profundizarlos", declaró la cancillería argentina en vísperas de la reunión. (FIN/IPS/mv/mp/ip if/00)

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