AMBIENTE: Denuncian compra de votos en la CITES

Delegados que asisten a la undécima conferencia de partes de la CITES, en curso en la capital de Kenia, acusaron a los países ricos de comprar los votos de los países pobres.

Japón y Noruega, ambas naciones balleneras, son acusadas de comprar los votos de países africanos con promesas de paquetes de ayuda. También se los acusa de intercambiar sus votos con las naciones de Africa que pretenden comercializar el marfil.

"Incluso compraron a los países de Africa occidental, a quienes creíamos nuestros amigos", dijo a IPS el director de los Servicios de Vida Silvestre de Kenia, Nehemiah Rotich.

Noruega desea bajar de categoría a las ballenas Minke para comercializarlas, mientras cuatro países de Africa austral presionan para que se libere el comercio internacional del marfil.

Japón, un gran consumidor de carne y grasa de ballena, apoya la propuesta noruega de trasladar las ballenas del Apéndice I de la CITES, el de las especies en mayor peligro de extinción, al Apéndice II, que permite el comercio internacional de las mismas.

Los dos países se enfrentan a la oposición de la Unión Europea.

Según organizaciones defensoras de los derechos de los animales, Noruega y Japón apoyarían la caza del elefante propuesto por los países de Africa austral a cambio de su respaldo para el cambio de protección a las ballenas.

"Queda muy claro que este es un intercambio muy cínico", dijo Kurt Oddekavl, director de NMF, una organización ambientalista noruega.

Adoptada en 1973, la CITES (Convención de las Naciones Unidas sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) actúa como un organismo internacional que regula el comercio de animales y plantas.

El organismo con sede en Ginebra calificó a numerosas especies en peligro en sus tres apéndices, que limitan el comercio según el estado de la población de cada especie.

Las ballenas se incluyeron en el Apéndice I de la CITES en 1984 y los intentos de Noruega y Japón para reducir su protección no han tenido éxito desde entonces.

Botswana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabwe presentaron varias propuestas solicitando que los elefantes se pasaran del Apéndice I al II. Estos países argumentan que sus poblaciones de elefantes son abundantes y que necesitan vender el marfil para sostener a las comunidades pobres vecinas de los parques de vida silvestre.

Kenia e India se oponen a reanudar el comercio de marfil hasta que se instaure un sistema de control efectivo de la caza furtiva de elefantes.

Aunque el estatuto definitivo de la especie se determinará por votación secreta, muchos delegados del Sur en desarrollo se quejaron de estar bajo presión de Estados Unidos y Japón para vender sus votos con promesa de beneficios bilaterales.

Europa también se opone al comercio de marfil. "La Comisión Europea sigue apoyando la prohibición existente sobre el comercio internacional del marfil para conservar al elefante africano", dijo a la prensa el jefe de delegación y secretario de Ambiente Christopher Bail.

"Pero insta a los países africanos a acordar una postura en común para promover la administración sustentable… de los elefantes", agregó.

Japón ha estado en el centro de la controversia en la reunión de CITES por ser el principal destino de la mayoría de los productos procedentes de especies en peligro, como el marfil, caparazones de tortugas y vesículas de oso, utilizadas por la medicina tradicional, y carne de ballena.

Numerosos grupos de conservación acusaron a Japón de favorecer los intereses comerciales a costas del ambiente.

Pero Japón insiste que su interés en estos productos se basa puramente en sus antiguas tradiciones, que exigen el uso de ciertos recursos naturales para sus 120 millones de habitantes.

Japón sostiene que el comercio del marfil, las tortugas y las ballenas se debe permitir debido a pruebas científicas de que sus poblaciones son abundantes.

"Creemos que las especies en peligro se deben proteger y que las especies con poblaciones abundantes se deben utilizar en forma sustentable", declaró un delegado japonés.

Por otra parte, los países de América Latina apoyaron la propuesta cubana para reducir la protección a las tortugas marinas en sus aguas territoriales, en una medida que se considera es una forma de paliar el embargo estadounidense contra el país caribeño.

Pero varios de sus vecinos del Caribe, junto con Estados Unidos, sostienen que las tortugas de las aguas cubanas son especies migratorias y pertenecen también a todos los demás países.

Carlos Marzal, director de la delegación intergubernamental de 14 países latinoamericanos, negó que haya motivos políticos detrás de su apoyo a las propuestas de Japón sobre las tortugas, las ballenas y los elefantes.

"Japón apoya sus propuestas con datos científicos. Los otros no tienen ciencia, tienen emociones", dijo a IPS.

Pero Marzal reconoció que su grupo fue presionado por Estados Unidos para votar contra la propuesta cubana referida a las tortugas marinas.

"No creo que Washington se oponga a la propuesta cubana por una cuestión política, sino más bien científica", dijo Pamela Plonkin, del Centro de Investigación Marina, de Estados Unidos.

"No existen tortugas que sean sólo cubanas. Si esta propuesta se acepta, será un pésimo antecedente para todas las especies en peligro", dijo a IPS. (FIN/IPS/tra-en/ja/sm/aq/en-if/00

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