La investigación del asesinato en México del candidato presidencial oficialista Luis Colosio permanece inconclusa al cumplirse seis años del hecho, y todo parece indicar que el presidente Ernesto Zedillo no podrá cumplir su promesa de resolverlo.
Cuatro procuradores, cuatro fiscales especiales, cientos de declaraciones y peritajes y miles de hojas de informes judiciales no han sido suficientes para aclarar el crimen, cometido el 23 de marzo de 1994, al terminar un mitin político en Tijuana, ciudad fronteriza con Estados Unidos.
Las líneas de investigación, que eran más de 14 hace tres años, ahora son solo dos: conflictos en el entorno político e intervención del narcotráfico, indicaron autoridades de la Procuraduría.
Zedillo prometió no descansar hasta dar con los culpables cuando asumió la Presidencia, en diciembre de 1994, nueve meses después del asesinato de Colosio, candidato del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Pero nadie cree que en los nueve meses que restan para el fin del periodo se resuelva el asesinato, que según algunos observadores desnudó parte de la corrupción del sistema político, dominado desde 1929 por el PRI.
El supuesto autor material del crimen, el mecánico Luis Aburto, está detenido desde 1994, pero no se conoce a los autores intelectuales. Algunos, incluso, dudan de que Aburto haya disparado el arma que mató a Colosio.
Portavoces de los partidos de oposición se declararon decepcionados por el curso de las investigaciones y vaticinaron que jamás se conocerá a los que ordenaron el asesinato, pues estarían dentro del mismo PRI.
La novelesca trama creada alrededor del caso tocó incluso al ex presidente Carlos Salinas (1988-1994), quien debió declarar en 1996 durante varias horas sobre el crimen, rompiendo la vieja tradición mexicana de no investigar jamás a un ex mandatario.
Según sus acusadores, el entonces presidente Salinas pidió a Colosio renunciar a la candidatura, pues se había mostrado demasiado crítico con el sistema político y no repuntaba en la encuestas. Ante la negativa, habría ordenado el asesinato.
Pero Salinas negó las imputaciones y sostuvo que uno de los primeros agraviados con el asesinato de "su amigo y colaborador" fue él mismo.
Cerca de una docena de agentes y civiles vinculados de alguna forma al crimen murieron hasta fecha en circunstancias aún no aclaradas, hecho que alimenta la suspicacia.
Según otra hipótesis de analistas locales, Colosio fue asesinado por narcotraficantes, pues se habría negado a aceptar sobornos o habría descubierto las relaciones de las mafias con miembros importantes del PRI.
En México operan poderosas bandas de narcotraficantes que, según diversas estimaciones, proveen más de 70 por ciento de la cocaína que se consume en Estados Unidos.
Para evitar el asesinato de alguno de los seis candidatos presidenciales, el gobierno dispuso una vigilancia especial, mientras los propios candidatos y sus asesores organizaron equipos de protección.
Con el asesinato del cardenal Luis Posadas en 1993 y la irrupción de la guerrilla zapatista y el asesinato de Colosio en 1994, millones de dólares de capitales "golodrina" salieron de México, factor que influyó en el surgimiento a fines de 1994 de la peor crisis económica de los últimos 50 años.
Colosio, quien en su tiempo fue calificado de débil, neoliberal y producto de un sistema político antidemocrático, es hoy presentado por el PRI como uno de sus héroes e ideólogos.
El padre del candidato asesinado, también Luis Colosio, es hoy uno de los asesores del candidato presidencial del PRI, Francisco Labastida, y posiblemente sea candidato a senador.
Colosio, que hasta 1999 reclamó con vehemencia a las autoridades la aclaración del asesinato, hoy lamenta que los culpables permanezcan en la impunidad, pero no culpa de ello al PRI ni al gobierno. (FIN/IPS/dc/mj/ip/00
