Saliana Raviro Mumbengegwi ha atendido, en su carácter de enfermera, a mujeres hospitalizadas en la capital de Zimbabwe tras sufrir brutales golpizas a manos de sus propios maridos.
También conoció, en su condición de trabajadora de la salud, la historia de numerosas mujeres que vieron frustradas sus carreras laborales a causa de su género.
"Las mujeres siempre han sido víctimas de abuso sexual y jamás tuvieron derechos en Zimbabwe. No pueden tener tierra ni acceso al crédito. Para las solteras es casi imposible obtener un préstamo hipotecario. Las mujeres son tratadas como ciudadanos de segunda clase", se lamentó Mumbengegwi.
"No podemos decir que tengamos un sistema judicial perfecto, porque determinadas decisiones son insensibles todavía al género", dijo la hoy directora del Grupo de Acción Femenina (WAG), organización con sede en Harare fundada en 1983 para promover los derechos de las mujeres.
Cuando Mumbengegwi mira hacia atrás "para ver lo que ocurría y lo que ocurre ahora", se enorgullece de su organización, que siempre estuvo a la vanguardia en la lucha por los derechos femeninos.
"El WAG se formó para exigir los derechos violados de las mujeres en Zimbabwe. Las mujeres no gozaron los derechos que les correspondían cuando el país se independizó. Siguieron siendo los mismos que en la época colonial", dijo.
"Sin embargo, a través del WAG logramos crear conciencia sobre los derechos femeninos. Ya no causamos agitación. Nadie piensa que estemos locas cuando exigimos derechos para las mujeres", agregó.
"Ahora se pueden desafiar a la sociedad si aparta a las mujeres. Las cuestiones de género pueden ser discutidas", afirmó.
Mumbengegwi ha luchado contra todos, sean políticos, instituciones financieras, publicitarios, periodistas, mujeres o público en general. "Ya sean tiras cómicas o noticias, siempre las impugnamos si creemos que son insensibles al género. Incluso hemos protestado contra decisiones judiciales", apuntó.
Esta activista de 50 años lucha desde 1991 para crear conciencia sobre los derechos legales, económicos y sanitarios de las mujeres en Zimbabwe, abogando por políticas que tomen en cuenta la perspectiva de género y asegurando el acceso de las mujeres a la justicia.
Parte de la tarea consiste en realizar talleres de trabajo en materia de educación sanitaria y producir material informativo.
El gobierno de Zimbabwe carece de una política sobre género cinco años después de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing. "Esa figura entre las tareas prioritarias del WAG", dijo.
"Hemos logrado sensibilizar a los políticos", explicó. Ahora, la organización hace campaña para aumentar los recursos del servicio de salud y demanda la necesidad de compartir el poder.
"Lograr más fuerza mediante la información no es suficiente. Sin poder económico las mujeres nunca se desarrollarán. Las mujeres deben tener acceso a la tierra", manifestó.
El WAG colabora con la creación de una coalición de entidades cívicas con el objetivo de presionar a las autoridades para que reconozcan a las mujeres los mismos derechos de que gozan los hombres en cuanto a la propiedad de terrenos comunales y la recolonización de predios.
El gobierno se mostraba reticente hasta hace poco en considerar el problema de la titularidad de la propiedad de las parejas casadas, y en asegurar que las solteras no solo tienen derechos sobre los papeles sino tambien en la práctica.
La tierra es un asunto fundamental en la política, la sociedad y la economía zimbabwense. La tierra fue un problema prioritario en la guerra de liberación que llevó a la independencia del país en 1980, manifestó.
"A través de nuestro trabajo, los gobiernos han aceptado ahora que las mujeres piedan tener acceso a la tierra. Eso ha sido un éxito para nosotras", dijo Mumbengegwi.
Zimbabwe aceptó la Convención sobre Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra las Mujeres y la Declaración de la Comunidad de Desarrollo de Africa Austral sobre género, tratados que ratifican el derecho femenino a la tierra.
Las mujeres encabezan un tercio de los hogares zimbabwenses, constituyen 75 por ciento de los pobres y 70 por ciento de la mano de obra rural.
"Muchas políticas oficiales responden a nuestra presión, junto con la de otros grupos, como el pleno salario para las mujeres cuando están en licencia por maternidad", apuntó.
Antes, las mujeres recibían un pago de uno o dos tercios del salario total cuando estaban con licencia por maternidad, mientras que las niñas embarazadas carecían de posibilidades de retornar a las escuelas del gobierno tras dar a luz. Todo eso ha cambiado.
"Las mujeres ya no son castigadas por tener hijos. Pensamos que deben tener más dinero cuando están con licencia por maternidad de manera que puedan cuidar al nuevo bebé", expresó la activista.
Poseedora de un doctorado en educación, Mumbengegwi da clases en la Universidad de Zimbabwe y pertenece a los consejos directivos de varias instituciones públicas del país.
Como alta funcionaria del Hospital Parirenyatwa, el principal de Zimbabwe, fue responsable de planificar, implementar y evaluar los programas de formación para enfermeras. Tambien es enlace con agencias gubernamentales, donantes, medios y otras organizaciones no gubernamentales.
Mumbengegwi debe su éxito a lo que describe como su actitud no agresiva. "Siempre trato de ser profesional y consulto a mis colegas", expresó.
La experiencie le enseñó que el sistema de un solo líder en el lugar de trabajo no funciona. "Las decisiones en el WAG no esperan por mí. Cuento con funcionarios competentes", dijo.
"Algunos dicen que el WAG es usado como campo de entrenamiento, porque mucha gente que ha trabajado con nosotros luego ha encontrado buenos empleos en otras partes. Creo que aquellos que se fueron en realidad son una extensión de WAG", agregó. La organización cuenta con 20 empleados.
"Desgraciadamente, el apoyo político no llega como debería", lamentó.
Otro factor del éxito de Mumbengegwi es el apoyo de su familia. "Cuando uno se siente cómodo en casa tiene más confianza. Cuando no se sufre en el hogar, el trabajo de la oficina se desarrolla bien", observó.
"Espero el momento que las mujeres en Zimbabwe puedan gozar de todos los derechos", dijo. El WAG tiene 6.000 miembros, 80 por ciento de los cuales viven y trabajan en el campo. (FIN/IPS/00