La llamaron el Ave Fénix del atletismo cuando obtuvo su medalla de oro en 800 metros en 1995, dos años después de un accidente que la puso al borde de la muerte. La cubana Ana Fidelia Quirot sólo sabe que su vida ha sido un reto constante, una permanente carrera en pos de una meta.
A principios de este año, la atleta reanudó su preparación física, después del paréntesis de casi un año al que la obligó la maternidad.
"Le he dicho a mi entrenador y a otros especialistas que lo voy a asumir como cuando el mundial de Gottemburgo 95, sin ningún tipo de presión, para ver si las cosas salen igual que aquella vez", dijo Quirot, dos veces campeona mundial de 800 metros.
Sin embargo, no descarta su participación en los Juegos Olímpicos de Sidney, del 15 de septiembre al 1 de octubre.
"Tengo un año en contra, pero las olimpiadas serán en septiembre, tendré más tiempo para prepararme y optar en los 1.500 metros, en los 800 o en el relevo. Todo dependerá de cómo vaya asimilando las cargas de entrenamiento, agregó la atleta, de 36 años.
Puntualizó, sin embargo, que la decisión de continuar o no dependerá de si sus resultados pueden compararse con las marcas exigidas.
"Si las marcas no son buenas, no me presentaré a ningún evento. En planes, no tenemos competencia alguna. Lo primero será analizar la asimilación de las cargas, porque todas las cosas maravillosas que he conquistado no las voy a empañar por el mero deseo de continuar activa", advirtió Quirot.
Su entrenador, Leandro Civil, cree que la atleta pasa por un momento especial luego de su embarazo. "Se siente más confiada y tranquila", aseguró.
Las huellas de las quemaduras que sufrió con agua hirviendo mientras lavaba ropa el 22 de enero de 1993 son visibles en gran parte de su cuerpo y le recuerdan cada día aquellos momentos dramáticos, pero que ella se limita a calificar de "difíciles".
"Yo soy uno de los tantos frutos de la medicina cubana", afirma Quirot, queriendo restar importancia a la firme voluntad que la ayudó a vencer la prueba.
"Una y otra vez me repetía voy a correr, voy a correr, aunque no imaginé esos resultados de Gottemburgo y Atenas", en 1995 y 1997, respectivamente.
Las competencias que tuvieron por escenario a esas dos ciudades la vieron coronarse campeona, contradiciendo a quienes la consideraban "acabada" y premiando las esperanzas de sus numerosos admiradores, que ven en ella un símbolo del deporte cubano.
Una encuesta de la revista Bohemia la sitúa entre los 10 Deportistas del Siglo en Cuba, junto a la atleta Mireya Luis, integrante de los equipos cubanos de voleibol desde los 16 años y reconocida entre las grandes jugadoras de ese deporte.
Las dos son consideradas las mejores de la isla en cien años con Javier Sotomayor, récord mundial de salto alto, el también corredor y campeón del mundo Alberto Juantorena, ya retirado, y el especialista en salto largo Iván Pedroso.
La mujer tiene un espacio importante en el deporte cubano. En los panamericanos de Mar del Plata (1995), por ejemplo, 71 de las 238 medallas obtenida por deportistas del país caribeño fueron logradas por mujeres.
Quirot dijo que en Cuba "todo el que quiera y tenga aptitudes pueda llegar lejos, porque su preparación no le cuesta ni un centavo".
De lo contrario, "yo no hubiera podido forjarme como deportista. Primero por ser negra y segundo, porque mi familia no tendría como financiar todo lo necesario para practicar deporte", comentó.
La atleta es una decidida partidaria de la Revolución y por eso descarta de plano la mera posibilidad de emigrar, aunque asegura que nunca recibió propuestas en ese sentido.
"A mí no me compran ni con todo el dinero del mundo", aseguró Quirot. (FIN/IPS/00