El presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, admitió el rechazo popular a su proyecto de Constitución, que entre otras cosas le hubiera permitido postularse para un nuevo mandato.
Mugabe, de 75 años, está en el poder desde que este país africano obtuvo la independencia de Gran Bretaña, en 1980.
El proyecto constitucional fue rechazado por 687.754 votos contra 578.210, por lo tanto seguirá en vigencia la Constitución de la Casa de Lancaster, elaborada entre los combatientes por la liberación y los antiguos dominadores coloniales británicos en 1979.
Mugabe admitió el martes por la noche el triunfo del "no", en un discurso contrastante con su habitual estilo ególatra.
"El gobierno acepta el resultado y la voluntad del pueblo. Aceptemos todos, ganadores y perdedores, el veredicto popular y comencemos a planear el camino", exhortó.
El canciller británico Peter Hain consideró que Zimbabwe está a tiempo de comenzar de nuevo.
"Tras años de deterioro democrático y económico, Mugabe tiene ahora la oportunidad de unir al país alrededor de un programa de reforma y recuperación", comentó el canciller en una columna del diario Financial Times, de Londres.
"Durante años, la mala administración económica sumergió a este país africano potencialmente rico en la crisis. La tasa de inflación supera 70 por ciento y el desempleo es cercano a 50 por ciento", destacó.
Hain también señaló el déficit de la balanza de pago, la falta de reservas de divisas y la escasez de combustible.
Además, la corrupción está generalizada, y gran parte del presupuesto es absorbido por la participación en el conflicto de la vecina República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire), donde Zimbabwe respalda a las fuerzas del presidente Laurent Kabila.
Muchos observadores creen que el verdadero propósito del ejército nacional en la RDC es proteger los intereses de algunos políticos en proyectos de minería.
"El gobierno simplemente no puede darse el lujo de costear el mantenimiento de 11.000 soldados allí. Exhorto al señor Mugabe a no desaprovechar este momento y a hacer frente a estos desafíos", dijo el canciller británico.
"Es hora de un fuerte liderazgo político en Zimbabwe, de lo contrario el país caerá en un abismo. Y nadie en la comunidad internacional, mucho menos Gran Bretaña, su amigo más antiguo y cercano, desea que eso ocurra", agregó.
Hain dijo que empresas británicas y de otros países están deseosas de invertir en Zimbabwe, lo que generaría empleos y prosperidad, pero las actuales políticas lo impiden.
Mugabe recibió presión de organizaciones cívicas durante dos años para reformar la Constitución.
El gobierno sólo cedió a la presión el año pasado, pero la comisión por él designada elaboró una Constitución que mantenía el status quo, ya que le hubiera permitido postularse para un nuevo mandato de 12 años.
Además, el proyecto otorga al presidente amplísimos poderes, incluido el de perdonar delincuentes y designar y destituir al primer ministro.
"La nueva Constitución no producirá ningún cambio", había advertido la Asamblea Nacional Constitucional, opuesta al proyecto.
Pero la vieja Constitución fue igualmente rechazada por la oposición durante años y culpada por la perpetuación en el poder del partido ZANU-PF.
La ley fundamental vigente otorga al presidente el derecho de declarar nulo el resultado de cualquier elección, designar 20 legisladores y 10 líderes partidarios para la Asamblea General.
Hain destacó que las próximas elecciones, previstas para abril, representan una oportunidad para que el gobierno demuestre su compromiso con la reforma y la recuperación.
El gobierno debe garantizar elecciones libres y justas, que otorguen a los electores una verdadera opción, instó el canciller. (FIN/IPS/tra-en/lm/sm/ip/00