El gobierno de Yugoslavia podría utilizar el asesinato este mes del ministro de Defensa como excusa para reprimir el disentimiento político, advirtieron analistas y opositores.
La violenta muerte del ministro Pavle Bulatovic forzó al gobierno a tomar medidas contra la creciente anarquía en este país europeo, integrado por Serbia y Montenegro.
Pero partidos opositores acusaron a las autoridades de crear una atmósfera de temor e inseguridad y advirtieron que el gobierno puede aprovechar la situación para lanzar una campaña de represión.
"Serbia es una nación de caos y anarquía", afirmó Vladan Batic, de la opositora Alianza para el Cambio.
Bulatovic, de 51 años, falleció el lunes 7 luego que individuos no identificados dispararon contra él con armas automáticas a través de los ventanales del restaurante donde se hallaba comiendo.
Tanto el gobernante Partido Socialista como la oposición calificaron el asesinato como "un acto de terrorismo", pero altas autoridades acusaron a Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña de "terrorismo clásico" y consideraron que el homicidio fue parte de "un esfuerzo para desestabilizar Yugoslavia".
Belgrado cortó relaciones con Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Alemania luego de los ataques de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Yugoslavia el año pasado.
La OTAN comenzó a bombardear Yugoslavia en marzo de 1999 tras la negativa del presidente Slobodan Milosevic de retirar sus fuerzas de la provincia sureña de Kosovo, donde la mayoría albanesa (90 por ciento de la población) era objeto de persecusiones y matanzas.
En respuesta, Occidente aisló a Yugoslavia política y económicamente, e insiste en que la cooperación sólo podrá reanudarse una vez que Milosevic, acusado de crímenes de guerra por un tribunal internacional, salga del poder.
Varios observadores indicaron que este asesinato se asemeja al del jefe de policía serbio y subsecretario del Interior, Radovan "Badza" Stojicic, perpetrado en otro restaurante de Belgrado en 1997.
Según informes de prensa, al menos 15 personalidades fueron asesinadas en Belgrado desde comienzos de los años 90.
Hace menos de un mes, el líder paramilitar Seljko Raznatovic, mejor conocido como Arkan, fue ultimado en el vestíbulo de un hotel.
El viceprimer ministro Nikola Sainovic prometió en el funeral de Bulatovic una fuerte respuesta al asesinato, y destacó que la lucha contra el terrorismo de Estado es un deber público sagrado.
Bulatovic, un estrecho aliado del presidente Milosevic, era montenegrino y un destacado miembro del Partido Socialista del Pueblo encabezado por el primer ministro Momir Bulatovic, otro antiguo socio de Milosevic. No había relación de parentesco entre ambos.
Vuk Draskovic, del opositor Movimiento Serbio de Renovación, acusó al gobierno de terrorista. Draskovic fue el único sobreviviente de un supuesto accidente de tránsito ocurrido el pasado octubre, en el que murieron cuatro de sus colaboradores cuando el vehículo en que viajaban fue arrollado por un camión.
La mayoría de los analistas independientes culpan al gobierno por el creciente caos.
"Los actos de terrorismo pueden tener un trasfondo político, pero esto no ha sido confirmado", declaró a IPS Budimir Babovic, un ex funcionario de Interpol.
Nadie se responsabilizó por el asesinato, como lo haría normalmente un grupo terrorista. El régimen "es responsable por el estado de total inseguridad en que está el país", agregó Babovic.
Ivan Torov, un analista de Belgrado, sostuvo que la manera en que reaccionó el partido de gobierno ante el asesinato de Bulatovic "demuestra que está preparando el terreno para una brutal represión de aquellos cuyas opiniones difieren de las del régimen".
"El objetivo consiste en amedrentar a todos los opositores políticos y a todos aquellos que se dan cuenta de la situación desesperada de este país, para contrarrestar el descontento popular e impedir lo que parece inevitable: la caída de Slobodan Milosevic del poder", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/vpz/sm/mlm/ip/00