Una mariposa azul es desde hace siete años el símbolo de una organización no gubernamental, cuyas integrantes llevan sobre el pecho esa imagen junto a la de familiares víctimas de la violencia policial, judicial e institucional en Argentina.
"Las mariposas son el símbolo de la vida y a ellas les sucede lo mismo que a nuestros hijos: viven muy poco", dijo a IPS María Teresa Schnack, presidenta y fundadora de la Comisión de Familiares de Víctimas Indefensas de la Violencia Policial, Judicial e Institucional (Cofavi).
"Lo que hacemos lo hacemos por los hijos de todos, aunque muchos todavía no se den cuenta", destacó Schnack, quien aseguró que la represión que hoy se vive en Argentina implica "un genocidio poco a poco".
"No nos están matando o haciendo desaparecer de a 5.000 o 10.000, como ocurría antes, sino que nos están matando de a dos, tres o cuatro por día. Hay desaparecidos en democracia, hay muertos por la violencia y la tortura policial. Esto le puede pasar a cualquiera, en cualquier parte del país", aseguró.
Entre 1992, cuando se creó, y 1999, la Cofavi recibió 500 denuncias de asesinatos, torturas, desapariciones y abusos, pero según la dirigente, esa cifra "bien podría multiplicarse por cinco, ya que muchas familias tienen miedo de denunciar".
Esta mujer de 60 años, que perdió a su madre a los 11, fue separada de sus hermanos y tuvo que vivir con 10 familias diferentes, trabajó en su país y en el exterior, y logró mejorar su vida, dijo que seguirá luchando hasta encontrar la verdad sobre su hijo y sobre las hijas e hijos de otros.
"En los últimos años se ha tomado más conciencia, porque la violencia se ha acrecentado, pero todavía hay mucha gente que se resigna ante la muerte o el abuso. Yo no me voy a resignar nunca, no voy a olvidar y no voy a perdonar. Lo último que voy a hacer es olvidar", afirmó.
La historia de Cofavi comenzó hace casi nueve años, el 29 de mayo de 1991, cuando el hijo de Schnack, Sergio Schiavini, un escritor de 32 años, murió en un café en Lomas de Zamora, en la provincia de Buenos Aires, durante un tiroteo entre policías y delincuentes que habían tomado como rehenes a 19 personas.
Los rehenes fueron tomados como escudos humanos por los delincuentes, para eludir los disparos de la policía y exigir, como condición para rendirse, la presencia de un juez, que nunca llegó.
En los 40 minutos que duró el tiroteo se dispararon más de mil proyectiles de distinto tipo y calibre que partieron, en su mayoría, de los efectivos policiales. Schiavini recibió un disparo en el ojo derecho y otro en una pierna, y falleció horas después en un hospital.
"Durante la instrucción hubo innumerables irregularidades para evitar la responsabilidad policial", relató Schnack.
"Se falsificó la autopsia, por lo que se procesó luego a dos médicos forenses, su cuerpo fue exhumado tres veces y desaparecieron partes fundamentales para que no se pudiera determinar qué bala le había quitado la vida", añadió.
Además, su sepultura fue violada dos veces y su cuerpo fue retenido en la morgue durante nueve meses.
"Así, a una semana de perder a mi hijo, comenzó la lucha y yo empecé a descubrir en mí misma aspectos que no conocía. También a darme cuenta que, desde el primer momento, la policía y la justicia estaban de acuerdo en el encubrimiento", dijo Schnack.
La presidenta de la Cofavi inició una campaña en los medios de prensa para denunciar el asesinato de su hijo y no tardaron en llegar las amenazas de muerte y la persecución judicial por sus declaraciones.
Pero su denuncia alentó a otros familiares de víctimas de la represión, que se acercaron para iniciar un trabajo conjunto.
Schnack se dedicó "a estudiar los códigos, las leyes, a leer sobre medicina forense y balística". Asistió a seminarios internacionales, cursos de derecho internacional y estableció contactos con otras organizaciones locales y extranjeras.
Apenas surgida, Cofavi convocó a estudiantes de derecho, que hoy son sus abogados, peritos forenses, médicos y traductores que se ocupan de los casos denunciados y asisten a los familiares.
Cuatro casos, entre ellos el de su hijo, fueron llevados ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con el patrocinio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de Argentina, Human Rights Watch Americas y el Centro para la Justicia y el Derecho Internacional de Washington (CEJIL).
Cofavi se ha extendido, tiene conexiones en ocho provincias, y ha llevado adelante su trabajo sin recursos, ya que sólo este año recibió de 4.500 dólares de un parlamentario para comprar computadoras, mesas y sillas, para recibir las denuncias en la oficina que le permiten usar en la Cámara de Diputados.
La organización integra desde 1993 el Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño y participa en la elaboración de informes anuales para la Organización de las Naciones Unidas.
En 1996, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires reconoció la tarea de las mujeres de Cofavi y distinguió a Schnack como "mujer destacada del país". (FIN/IPS/va/ag/hd/00