La intervención policial puso fin a la huelga de casi 10 meses en la mayor universidad de México, pero las heridas que generó el conflicto siguen abiertas, con 745 estudiantes detenidos y el futuro laboral de sus egresados más oscuro que nunca.
El gobierno obtuvo una orden judicial y envió el domingo a la policía a retomar los locales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tras semanas de desencuentros entre autoridades universitarias y estudiantes huelguistas, actos de violencia y un marcado desgaste de los rebeldes frente a la opinión pública.
Generador de la mitad de las investigaciones científicas del país, pero también, como otras universidades mexicanas, de millones de profesionales desempleados, la UNAM podría reanudar sus clases en pocas semanas más, luego que las instalaciones sean desocupadas por la policía.
La intervención policial, sin violencia, fue condenada este lunes por algunos sectores opositores y analistas, pero la mayoría lo consideró explicable ante la actitud obcecada de los huelguistas, quienes persistían en la medida a pesar de haber obtenido respuestas positivas a la mayoría de sus demandas.
En las próximas semanas todos los detenidos saldrían libres, pues la rectoría encabezada por Juan Ramón de la Fuente, que consideró lamentable la intervención policial, anunció que retirará las demandas contra huelguistas en aras de reconciliar a la "comunidad universitaria", de unos 300.000 estudiantes.
Hasta tanto, se espera que se registren numerosas marchas y otras protestas de estudiantes y organizaciones sociales opositoras que apoyaban la huelga y que ahora piden la liberación de los que llaman "presos políticos".
Las autoridades de la UNAM, que obtuvieron desde el inicio del conflicto apoyo velado o explícito del gobierno de Ernesto Zedillo, deberán encontrarse en el futuro próximo cara a cara con los estudiantes huelguistas, en un congreso que definiría una serie de reformas para la casa de estudios.
"Universidad gratuita y para el pueblo" contra "Universidad de elite y neoliberal" son los dos modelos que están en juego en la UNAM, según los dirigentes estudiantiles. Pero las autoridades afirman que su único interés es construir una universidad profesional que sirva al país.
En México, el desempleo de personas con instrucción universitaria subió entre 1996 y 1999 de 34,2 a 42 por ciento, mientras para quienes no llegan a ese nivel de estudios bajó en el mismo período de 2,1 a uno por ciento, indican cifras oficiales.
La mayor demanda en México es de mano de obra barata para realizar tareas en la pujante industria manufacturera, dominada por empresas transnacionales, y no de profesionales mal preparados, asegura el analista Enrique Quintana.
Diversos estudios y encuestas señalan que, para niveles directivos, los empresarios prefieren contratar a personas egresadas de universidades privadas y que, con la huelga en la UNAM, la resistencia para contratar a egresados de las públicas se habría acrecentado.
Cobijados por las banderas del socialismo y el comunismo, los estudiantes de la UNAM, que dicen oponerse a una universidad funcional al "sistema económico", declararon la huelga el 20 de abril de 1999 luego que la rectoría decidió subir el precio de las cuotas de inscripción e iniciar un proceso de reformas.
Los estudiantes lograron con la huelga la renuncia del rector Francisco Barnés, promotor de las medidas, mantener el valor de las inscripciones en menos de un dólar por semestre, la realización de un congreso universitario y que el sistema de evaluación estudiantil sea diferente al que existe en otras universidades.
Sin embargo y a pesar de esos triunfos, radicalizaron las medidas de lucha con continuas marchas, denunciaron persecución policial y consideraron inválido un plebiscito realizado en enero en el que más de 180.000 estudiantes y profesores de la UNAM se pronunciaron contra la huelga.
El conflicto continuó y fue transformado en un "asunto de Estado", por lo cual se acudió a la aplicación estricta de la ley, dijo el gobierno de Zedillo al justificar la intervención de la policía.
Los huelguistas cuestionan que el gobierno entrega al año apenas 900 millones de dólares en subsidios a la UNAM, mientras que para un programa de rescate bancario, desarrollado entre 1995 y 1998, gastó más de 100.000 millones de dólares.
Los estudiantes huelguistas que ocupaban la UNAM fueron detenidos por orden judicial, acusados de robo, despojo y hasta de terrorismo,
Los casi 500 estudiantes que durante meses ocuparon las aulas, teatros y otras instalaciones universitarias, como habitaciones, comedores y oficinas de prensa, no ofrecieron resistencia durante la acción policial del domingo.
La policía no encontró armas ni fue recibida con violencia, como algunos políticos oficialistas suponían que sucedería, pero sí revistas pornográficas y varias plantas de marihuana, según destacaron las dos principales cadenas de televisión mexicana, a quienes los huelguistas consideran enemigas de su causa. (FIN/IPS/dc/dm/ip/00)