Brasil decidió apoyar el desarrollo de Paraguay como la mejor forma de combatir el contrabando, el lavado de dinero y otros delitos que alteran vida en la frontera común, anunciaron hoy en Brasilia ministros de ambos países.
Un acuerdo bilateral para estimular inversiones brasileñas en el país vecino será firmado "en Asunción lo más pronto posible", dijo el ministro de Hacienda brasileño, Pedro Malán, tras recibir a su par paraguayo, Federico Zayas.
El estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social podrá financiar proyectos en Paraguay que tengan la participación del capital brasileño, adelantó el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil, Alcides Tapias.
A las inversiones brasileñas en Paraguay les será concedido un tratamiento tributario especial y viceversa, añadió el secretario de Renta Federal, Everardo Maciel.
Una comisión mixta bilateral negociará otras cuestiones aduaneras, incluso la ampliación de facilidades y mayor control en los puertos y aeropuertos brasileños que sirven a la importación y exportación de Paraguay.
Actualmente Paraguay ya dispone de áreas propias en los puertos brasileños de Santos y Paranaguá, en la costa atlántica más cercana a la frontera entre ambos países, para su comercio exterior.
Pero las autoridades quieren contener la entrada de productos que luego vuelven al territorio brasileño a través del comercio ilegal y el intenso turismo de compras que se practica en ciudades paraguayas fronterizas.
Además de desarrollar la industria en Paraguay, el objetivo del acuerdo consiste en combatir la triangulación y falsificación de productos, el tráfico de armas y el lavado de dinero ilegal.
La falsificación y contrabando de cigarrillos desde Paraguay cuesta a Brasil cerca de 560 millones de dólares al año, en pérdidas fiscales, según Maciel.
La devaluación de la moneda brasileña, en enero de 1999, hizo caer el turismo de compras, al reducir el margen de ganancia en Brasil de las ventas callejeras de bienes adquiridos en la paraguaya Ciudad del Este, que los importa principalmente de Asia, sin aranceles.
Pero la actividad prosigue especialmente con cigarrillos, producidos en Brasil para supuesta exportación o falsificados en Paraguay. De esa forma escapan a la pesada carga tributaria brasileña, de 75 por ciento, y pueden ser vendidos a la mitad de su precio normal.
Ese flujo de comercio ilegal en la frontera favorece también la expansión del tráfico de armas y drogas, además del lavado de dinero.
El crecimiento de la delincuencia en la frontera preocupa a las autoridades de ambos países.
Paraguay no tiene ningún interés en mantener esa situación y su gobierno tiene "el firme propósito" de combatirla, afirmó Zayas.
Los gobernantes paraguayos reclaman hace mucho a Argentina y Brasil, los socios mayores del Mercado Común del Sur (Mercosur), que colaboren en el desarrollo de su país, especialmente con una industrialización que permita superar la informalidad que domina totalmente su economía.
Brasil decidió apoyar estos objetivos, no sólo para tranquilizar la problemática frontera común.
Al menos 350.000 campesinos brasileños emigraron a Paraguay en las últimas décadas y los dos países comparten la mayor central hidroeléctrica del mundo, Itaipú, vital para el abastecimiento energético del centro-sur brasileño. (FIN/IPS/mo/ag/dv ip/00