LIBANO: Las paradojas de la ocupación israelí

Las escuelas ubicadas en la franja de Líbano que Israel ocupa hace 20 años enseñan a los niños la historia de Palestina y a considerar al sionismo un enemigo.

Esa es una de las tantas contradicciones que se perciben en esta zona, pero son hasta tal punto parte de la vida cotidiana que solo los forasteros las advierten.

La franja de tierra de 850 kilómetros cuadrados, ocupada, según las autoridades de Israel, con fines de seguridad, está salpicada de posiciones militares israelíes y de sus aliados del Ejército del Sur del Líbano (SLA).

De vez en cuando se ve a soldados israelíes circulando en vehículos de fabricación alemana fuertemente blindados.

Sin embargo, los agentes de seguridad interna del gobierno libanés tambien pueden ser vistos, si bien guardan discreción pues su presencia en el área es, según analistas, simbólica.

En Jezzine, al norte de la zona ocupada y baluarte del SLA hasta junio, el ejército libanés mantuvo acantonamientos con 300 soldados durante la ocupación.

"Somos ciudadanos libaneses, pagamos impuestos y tenemos nuestros pasaportes renovados en Beirut", explicó una mujer en Marjeyoun. Su hermana cruza la frontera todos los días para trabajar en Israel como recepcionista de un pequeño hotel.

Israel y Líbano han sido estados enemigos durante décadas. Cualquier contacto con Israel es considerado una traición por Beirut. Sin embargo, es imposible escapar a esos contactos debido a la ocupación israelí. Además, Israel es la mayor fuente de ingresos directos o indirectos para la población de la zona.

Unas 3.000 personas trabajan en Israel en diversos empleos del sector de servicios. Los permisos de trabajo pueden ser adquiridos por 75 dólares mensuales, y solo son concedidos a familiares de miembros del SLA, milicia proisraelí que actúa en el sur de Líbano desde 1978.

La incorporación al SLA es otra forma de mantener una fuente segura de ingresos en un área donde el trabajo escasea. Los salarios varían entre 300 dólares mensuales para los soldados rasos hasta 1.000 para los oficiales.

Israel limitó a 2.500 la cantidad de milicianos del SLA para evitar que su eventual crecimiento convierta a este aliado en una amenaza. "No creo ser un colaboracionista. Sólo trato de mantener a mi familia", dijo Ahmad, un chiíta miembro del SLA.

Al principio una milicia cristiana, el SLA debió reclutar efectivos en 150 poblaciones chiítas en la zona ocupada.

En el curso de los años, la población del área se redujo de 250.000 a 120.000. Muchos se marcharon en busca de mejores oportunidades y se instalaron en Beirut o emigraron a Canadá y Estados Unidos, los dos destinos favoritos.

Sin embargo, la zona ocupada no es la más pobre de Líbano. El Consejo Libanés para el Sur gasta la mitad de su presupuesto en diversas obras de infraestructura en el área. Otros 15 millones de dólares proceden de Israel y son usados tambien en obras públicas por la administración civil del SLA.

Una de las características más sorprendentes es la enorme cantidad de automóviles alemanes Mercedes Benz en las principales poblaciones del área ocupada. La mayoría ingresan de contrabandos desde Israel, y un modelo de 1992, que costaría 20.000 dólares en Beirut, puede ser comprado por apenas 3.000 en Marjeyoun.

A pesar de todo, gran cantidad de esos autos figuran en el registro aduanero oficial en Beirut y llevan un letrero adosado al parabrisas como prueba de que se pagó el impuesto a la circulación a las autoridades libanesas.

Pero todos los autos en la zona ocupada llevan placas especiales, distintas tanto para Líbano como Israel. Fueron introducidas por el gobierno de Tel Aviv para controlar los vehículos y rastrear a los propietarios de autos usados para atentados suicidas con bombas.

Para evitar esos ataques, las autoridades israelíes prohibieron luego a los conductores circular en sus vehículos sin acompañante.

Los habitantes de la zona manifiestan una tensión tan obvia como el miedo, no solo hacia Israel sino también al gobierno libanés.

"No podemos decir lo que pensamos. Hasta nuestros menores movimientos son vigilados y todo lo que hacemos puede ser interpretado por Beirut como un acto de colaboración con Israel", dijo Paul, residente de la localidad cristiana de Rmeish.

En pocos meses la situación podría cambiar drásticamente, porque el primer ministro israelí, Ehud Barak, prometió retirarse de Líbano en julio, incluso aunque no se alcance un acuerdo definitivo de paz.

La población de la zona controlada por Israel sabe que se acerca el fin de la ocupación y tratan de evitar que, por cualquier razón, el gobierno libanés los ponga en la lista negra.

Muchos miembros del SLA ya han sido procesados en ausencia y se estima que 500 de ellos emigrarán cuando se produzca la retirada israelí. Los que queden en territorio libanés serán juzgados por su complicidad con los israelíes.

Algunos de ellos serán encarcelados a lo sumo por un día, el tiempo suficiente para determinar si eran los informantes de Beirut dentro de la zona ocupada, otro nudo en la complicada madeja de la ocupación israelí en Líbano meridional. (FIN/IPS/tra- eng/kg/sm/ego/mj/ip/00

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