La industria azucarera de Cuba intenta mantener su lugar estratégico en la economía del país mediante cambios fundamentales en la producción que incluyen el desarrollo sostenido de derivados.
Bajo precio del azúcar en el mercado internacional, propaganda adversa sobre posibles daños a la salud de los consumidores y fuertes subsidios europeos a productos derivados de la remolacha configuran un cuadro externo poco halagüeño para un rubro que ha sido durante cuatro siglos alma y corazón del país.
Sin embargo, después de la cosecha de 3.200.000 toneladas de 1998, la peor en medio siglo, el repunte logrado en 1999, cuando la producción alcanzó 3.700.000 toneladas, mejoró el alicaído ánimo del sector azucarero, que involucra directamente a alrededor de medio millón de personas.
"Azúcar para crecer", proclama un gran cartel en la fachada del Ministerio cubano de ese rubro, que desde 1997 está a cargo de Ulises Rosales del Toro, un militar de alto rango de origen campesino que se incorporó a los 15 años a las fuerzas rebeldes de Fidel Castro para luchar contra el gobierno de Fulgencio Batista.
Esa consigna es menos concluyente que la repetida durante muchos años en Cuba: "Sin azúcar no hay país", pero apunta al centro del problema de la economía, sacudida a principios de la pasada década por la peor crisis de los últimos 40 años.
Con el resultado de la cosecha del año pasado, la producción azucarera dejó de ser el único sector al margen del proceso de recuperación que venía observándose desde 1995, pero lo logrado está aún por debajo de lo requerido, comentó el ministro de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez.
Según economistas no oficiales, en la recuperación de zafras de entre seis y siete millones de toneladas de azúcar está una de las claves para que el país, de más de 11 millones de habitantes, supere en forma definitiva la recesión económica y sus lamentables consecuencias sociales.
Sin embargo, el mercado internacional no ayuda. Especialistas calcularon que este año habrá excedentes de producción cercanos a 20 millones de toneladas métricas y que los precios del mercado internacional podrían oscilar entre 5 y 10 centavos de dólar por libra (entre 11 y 22 centavos por kilogramo).
"Los precios disminuyeron como nunca en 1999", se quejó el ministro cubano de Finanzas, Manuel Millares. Por esa razón, pese a que se exportaron 500.000 toneladas más de azúcar el año pasado, ingresaron a las arcas fiscales 127 millones de dólares menos que en 1998.
"Las perspectivas no son favorables, y debemos prepararnos para enfrentar esa circunstancia. La estrategia es producir cada vez a más bajo costo y lograr la diversificación", dijo Carlos Lage, considerado el estratega de las reformas vigentes desde mediados de la pasada década para enfrentar la recesión.
Una de las decisiones para lograr más eficiencia fue que en la actual cosecha produzcan azúcar sólo 112 de las 155 fábricas del país. Según especialistas del Ministerio del Azúcar las 43 restantes emprenderán un proceso de transformación operativa para producir, entre otras cosas, derivados de la caña de azúcar.
Dado el desfavorable contexto mundial, se prevé que la única posibilidad real y perdurable de supervivencia estará en la producción y comercialización de bienes obtenidos de la caña que incorporen mayor valor agregado a esa materia prima.
El azúcar sólo representa aproximadamente 10 por ciento de la caña, y el resto de su materia orgánica, tradicionalmente subvalorada en Cuba, es mucho más valiosa en términos potenciales que la sacarosa, señalan los especialistas.
La lista de derivados de la caña de azúcar es extensa. De sus mieles, por ejemplo, se obtienen alcoholes cuyo procesamiento permite fabricar fibras sintéticas, pinturas, barnices, aislantes eléctricos y materiales para la industria del plástico.
"Con la comercialización de muchos de esos productos se podría hasta quintuplicar el ingreso que actualmente se obtiene por la venta de una tonelada de azúcar", comentó con entusiasmo un experto.
El Ministerio del Azúcar cuenta en la actualidad con unos 300 centros de producción de derivados, y según Del Toro existen condiciones para impulsar la producción de alcoholes, rones y levaduras.
Las autoridades anunciaron además el lanzamiento al mercado de numerosos nuevos productos, entre ellos pintura anticorrosiva elaborada a partir del furfural, un subproducto de la agroindustria azucarera, hielo seco, miel deshidratada para pienso y biofertilizantes.
También comenzarán a producirse nuevas bebidas, como el licor Eros y el vodka Kubinskaya, además de refrescos para abastecer a los trabajadores azucareros y cañeros.
Esas novedades se añaden a la ya tradicional industria del ron y a la producción de levadura para alimentar animales, tablas de bagazo (un residuo del procesamiento de la caña), caramelos, setas comestibles y sorbitol, utilizado por la industria farmacéutica, alimentaria y en la elaboración de dentífrico.
En su estrategia de supervivencia y crecimiento, la agroindustria azucarera se abrió también a la inversión extranjera, presente ya en ocho asociaciones económicas, que incluyen una fábrica de calderas en Sagua, en la región central del país.
El capital foráneo participa también en plantas de reparación de motores y de fabricación de piezas, en una de productos químicos para la industria azucarera y en otras vinculadas con la producción de derivados de la caña de azúcar.
En las empresas mixtas que operan en el sector participan capitales de Canadá, España, Francia, Italia y México. Hay inversión española en la construcción de una destilería en la ciudad centroccidental de Cienfuegos, con capacidad para producir 600 hectolitros de alcoholes finos por día.
A todo lo anterior se suman negociaciones con distintos grados de avance para la posible creación de asociaciones con Brasil en la producción de alcohol y en la mecánica, y con empresarios canadienses para construir una destilería de alcohol que se dedicaría a la elaboración de perfumes y otros productos.
"Negociamos con representantes de firmas colombianas, francesas e italianas para llegar a acuerdos de mutuo beneficio en el desarrollo de la industria de tablas de bagazo y la confección de bagazo-cemento para diversas aplicaciones", añadió Enrique Teutelo, director de negocios y relaciones internacionales del Ministerio del Azúcar.
El objetivo es continuar desarrollando asociaciones "en áreas en las cuales se necesita capital y no lo tenemos", y en especial en la rama de los derivados de la caña de azúcar, explicó Teutelo en declaraciones citadas por medios cubanos de prensa. (FIN/IPS/pg/mp/if/00