INDONESIA: Violencia y descontento militar desafían al gobierno

Los rumores sobre un posible golpe militar en Indonesia aumentaron esta semana tras la publicación de dos informes, uno de una comisión nacional y otro de la ONU, que responsabilizan a seis generales por la violencia desatada en Timor Oriental el año pasado.

El temor a un golpe de Estado ya estaba presente hacía algunas semanas debido a la violencia intercomunal en algunas partes del archipiélago y llevó a altos oficiales a confirmar su fidelidad al gobierno civil de Abdurrahman Wahid, que asumió el pasado octubre.

Pero esa inquietud se incrementó ahora debido a los informes, que recomiendan investigar a seis generales -incluso el ex jefe de las Fuerzas Armadas, general Wiranto- por no hacer nada por impedir la orgía de asesinatos y destrucción perpetrada por milicias proindonesias en Timor Oriental.

Cientos de personas fueron asesinadas en la antigua colonia portuguesa, de 400.000 habitantes, en las semanas siguientes al plebiscito de autodeterminación del 30 de agosto, en que la abrumadora mayoría optó por la independencia de Indonesia.

Además, cientos de miles debieron huir hacia el vecino Timor Occidental, perteneciente a Indonesia, que ocupó brutalmente el territorio durante 25 años.

Wahid declaró en Londres que podría pedir la renuncia de Wiranto al Ministerio de Asuntos Políticos y Seguridad y que permitiría una investigación completa y un eventual procesamiento.

"Nada de eso", dijo el presidente en referencia a un posible golpe de Estado, y agregó que respeta a Wiranto.

Pero en Yakarta, Wiranto -a quien Wahid destituyó de la jefatura de las Fuerzas Armadas- declaró que luchará "para revelar la verdad" y consideró sesgado el informe de la Comisión Indonesia de Investigación de Violaciones a los Derechos Humanos.

Por un lado, declaró a la prensa, el informe nunca señaló las cosas positivas que hicieron las fuerzas de seguridad, y en cambio acusó a Wiranto de "omisión", por saber las atrocidades que se cometían y no hacer nada para ponerles fin.

Esta situación tiende a convertirse en la última gran prueba del gobierno civil constitucional, en un país donde históricamente las Fuerzas Armadas ejercieron un papel político, consagrado incluso en la Constitución.

Varios gobiernos extranjeros siguen de cerca la situación, y muchos expresaron su respaldo a las reformas realizadas por Wahid en el proceso de transición del autoritarismo al régimen democrático. Wahid regresará a Indonesia el día 13.

Muchos indonesios se sintieron aliviados por las promesas de fidelidad a la Constitución formuladas por otros altos oficiales militares y Wiranto, quien había sido propuesto como candidato presidencial el año pasado.

Sin embargo, a diferencia de las primeras semanas de la presidencia de Wahid, cuando la ciudadanía estaba más dispuesta a darle tiempo para cerrar las heridas de la nación, ahora los críticos son cada vez menos pacientes.

Cientos de asesinatos y otros hechos de violencia continúan siendo reportados en lugares como Ambón y Manado, mientras el país hace frente a la carga de la deuda y otros efectos de la crisis financiera estallada en el sudeste asiático en 1997.

La provincia de Aceh, en el norte de la isla de Sumatra, continúa presionando para realizar un plebiscito de autodeterminación al estilo Timor Oriental, como lo han hecho Irian Jaya y Riau.

Wahid calificó a su gabinete "de unidad nacional" y su prioridad ha sido consolidar la unión nacional, bajo amenaza de desintegración, y equilibrar fuerzas dentro de su gobierno de coalición.

Pero los escépticos señalan que este esfuerzo por incluir a todos -Wahid ha insistido en designar funcionarios de provincias remotas- no produjo necesariamente un gobierno eficaz y calificado.

"El presidente designó ministros no en base a su capacidad, sino porque representan a determinado grupo o fuerza política en la comunidad", señaló Bagir Manan, profesor de Derecho de la Universidad de Padjadjaran.

"Este énfasis (sobre la unidad y no sobre la capacidad) ha hecho bastante desalentador el desempeño del gabinete", agregó.

La economía, paralizada por la crisis de 1997, todavía no se ha recuperado. La rupia se sitúa en unas 7.000 unidades frente al dólar y sigue siendo volátil, mientras el peso de la deuda externa oscurece el panorama económico de los próximos años.

Aunque el gobierno de Wahid fue elogiado por medidas como la liberación de presos políticos y la concesión de mayor autonomía a las provincias, tuvo dificultades frente a cuestiones relacionadas con el ex presidente Alí Suharto, que gobernó el archipiélago durante 32 años.

La Fiscalía General no ha podido llevar al ex dictador ante una corte por falta de pruebas para sustentar los cargos de enriquecimiento ilícito y violaciones a los derechos humanos.

En materia de diplomacia internacional, Wahid tuvo más éxito en sus esfuerzos por atraer inversiones de Singapur que su antecesor, Bacharuddin Jusuf Habibie.

"Al menos vemos señales de una recuperación de la confianza internacional en la economía indonesia", destacó el economista Sri Mulyani.

Por ahora, sin embargo, persisten los temores por el descontento de los militares con Wahid, quien rompió con la tradición de designar a un general del ejército como jefe de las Fuerzas Armadas, y en cambio nombró a un miembro de la marina. (FIN/IPS/tra-en/ky-js/js/mlm/ip/00

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