El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Michel Camdessus, abandonará el cargo luego de 13 años de dirigir la institución multilateral, pero antes se tomó la libertad de lanzar varios dardos contra sus enemigos.
"Seré una nulidad. Ya no escucharán más de mí", dijo Camdessus, quien renunciará el martes 15. Pero hasta entonces, "puedo decir lo que siento", agregó.
Las críticas de Camdessus se dirigen contra tres grupos. En primer lugar están los intereses creados que él considera provocaron la rebelión contra las políticas impuestas por el FMI a los países del sudeste asiático para salir de la crisis desatada en julio de 1997.
Luego le siguen los políticos que, como representantes de los 182 países integrantes del FMI, eludieron la responsabilidad de sus propias decisiones.
Finalmente están las organizaciones no gubernamentales (ONG) que, año tras año, se manifestaron frente a la sede del FMI en Washington para exigir la clausura de la institución.
"Aún hay gente en el mundo que, sin causar revuelo alguno, puede decir que el FMI mata bebés", se queja Camdessus. En su opinión, estos rivales de la institución representan la "vieja demagogia del mundo que supone que no abogamos por el bien común".
Camdessus también criticó a los gobiernos asiáticos que se quejaron de las medidas de austeridad y de reestructura de largo plazo que impuso el FMI a cambio de la ayuda financiera internacional reunida y supervisada por la institución para paliar la crisis.
"Hay intereses creados en el mundo que intentan destruirnos porque, por supuesto, saben que nosotros los destruiremos. No se puede enfrentar a los monopolios de las familias de Indonesia o a los chaebols (conglomerados empresariales) de Corea (del Sur), y etc., sin… provocar campañas adversas", aseguró.
Camdessus protestó porque la agencia debe lidiar con las críticas de todos.
El FMI es "responsable ante 182 países del mundo y ellos toman, cada día… todas las decisiones de esta institución. Pero sucede que… como resulta difícil y porque los políticos son políticos, no siempre asumen la responsabilidad de lo que se hace aquí", agregó.
El sucesor de Camdessus, quien decidió a fines de 1999 limitar su mandato que hubiera concluido en el 2002, deberá enfrentar varias investigaciones sobre el mal manejo de fondos internacionales por parte del gobierno y oligarcas rusos.
El próximo director gerente también deberá resolver las discusiones entre los países miembro y el personal que apoyan el vuelco actual del FMI por las metas orientadas al desarrollo y aquellos que pretenden que la institución retorne a su objetivo monetario original, más limitado.
El primer subdirector gerente Stanley Fischer será el director gerente interino hasta que la comunidad internacional confirme al nuevo jefe del FMI.
El proceso de nombramiento se caracterizó por las tensiones políticas y fue criticado por países en desarrollo, agencias internacionales de ayuda y ONG que lo califican de hermético y antidemocrático.
"Es una vergüenza que los millones de personas que viven cada día bajo la influencia del FMI no tengan ninguna oportunidad de participar en el proceso de elegir al director gerente", señaló una carta abierta de decenas de grupos de todo el mundo.
Los países prestatarios deben participar en esa elección, sostienen las ONG, justamente porque no ejercen gran influencia en el directorio del FMI que decide las decisiones operativas de la institución.
Tradicionalmente, el FMI ha sido dirigido por un europeo, mientras un estadounidense está al frente del Banco Mundial, institución que, al igual que la primera, tuvo su origen en la localidad de Bretton Woods, Estados Unidos, tras la segunda guerra mundial.
El canciller (jefe de gobierno) de Alemania, Gerhard Schroeder, pretende que el viceministro de finanzas alemán Caio Koch Weser sea elegido para el cargo del FMI.
Schroeder habría llamado por teléfono al presidente estadounidense Bill Clinton a fines del mes pasado para señalarle que la designación de Koch Weser es vital para las relaciones bilaterales con Washington.
El paso de Camdessus por el FMI comenzó en enero de 1987, luego de haber dirigido el Banco Central y el Ministerio de Economía franceses y de haber presidido varias sesiones del Club de París de acreedores bilaterales.
Su conducta previa en la renegociación de la deuda externa llevó a algunos países en desarrollo a apoyar su designación, pero desde entonces recibió críticas por su insistencia en que los países pobres liberalicen sus mercados y sistemas financieros.
Esta actitud es considerada un reflejo de la del Departamento del Tesoro estadounidense por lo cual el FMI es visto en el exterior como una herramienta de la política de Washington.
Pero la institución tampoco es muy popular entre los legisladores de Estados Unidos, que no pierden la oportunidad de atacarla cuando el gobierno les pide que designen más dinero al FMI.
De todas maneras, los legisladores terminaron por ceder a los deseos del gobierno en casi todos los casos.
La derecha estadounidense afirma que Camdessus es un socialista, mientras la izquierda lo tilda de capitalista. Los nacionalistas sostienen que el FMI derrocha el dinero de Washington y no fomenta los valores del país en el exterior, aunque los internacionalistas protestan porque el organismo restructura al resto del mundo a semejanza de Estados Unidos.
Los defensores del mercado quieren que el FMI deje de rescatar a los inversores privados y que estos sientan las consecuencias de sus acciones en lugar de estimular el riesgo moral y la reiteración de errores.
Los populistas concuerdan y argumentan que los fondos públicos se utilizaron para rescatar a los especuladores del sector privado.
Los abolicionistas exigen la clausura de la agencia, mientras los reformistas oscilan entre pedirle al FMI que abandone las recomendaciones económicas de largo plazo (sobre todo mediante los programas de ajuste estructural) o que se oriente hacia la reducción de la pobreza y el desarrollo sustentable a la hora de imponer condiciones a los países prestatarios.
Pero todos parecen estar de acuerdo en que el FMI ha sido demasiado hermético. Salvo Camdessus. "Hemos hecho que esta institución sea claramente más transparente", insiste.
La partida de Camdessus era un secreto a voces en el contexto de las crecientes críticas que recibió la institución por su manejo de la crisis financiera asiática que comenzó en Tailandia en julio de 1997.
El FMI reunió más de 100.000 millones de dólares en préstamos internacionales de emergencia para paliar la situación, pero no pudo impedir que la recesión afectara a 40 por ciento de la economía mundial.
"Cuando hay una crisis y cuando se anuncian medidas difíciles, estas se consideran políticas del FMI. Pero cuando comienzan a tener éxito… y el cielo está más limpio y hay más sol, entonces se trata de políticas del país, y ya no se escucha nada sobre el FMI", señaló Camdessus.
Sin embargo, el director saliente no siente rencor. "Es lo que llamamos nuestro objetivo final, la propiedad. Los países son los propietarios de sus políticas y de su éxito. Nos conformamos con presenciarlo, y entonces todos se olvidan de nosotros", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/aa/ks/aq/if/00