ECUADOR: Indígenas no luchan por el poder, asegura Antonio Vargas

El objetivo de la lucha de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) no es el poder, sino que la sociedad cambie "por dentro", aseguró el presidente de la organización, Antonio Vargas.

"Hay muchas cosas más importantes que el poder: que la sociedad vaya cambiando por dentro y vaya construyendo días más coloridos, mas vivos, y además vaya entendiendo que aquí hay un problema de fondo y es necesario un cambio", dijo Vargas, entrevistado por IPS.

Para Vargas, los indígenas estuvieron cerca del poder en la insurrección popular del 21 de enero, pero no se empecinaron con él.

"Si hubiéramos estado empecinados con el poder, se hubieran dado enfrentamientos con muertos. Como no lo estuvimos, dimos la oportunidad a otro camino. Lo importante es que hemos provocado una remezón en la clase política, y quedó claro que aquí hay un pueblo rebelde que sin violencia hará los cambios", sostuvo.

La directiva de la Conaie, acompañada por miles de indígenas que avanzaron sobre Quito desde todo el territorio ecuatoriano, encabezó la insurrección junto con oficiales militares apartados de la cadena de mando para oponerse, entre otros puntos, al proyecto del presidente Jamil Mahuad de dolarizar la economía.

Para impedir que la Junta de Salvación Nacional instalada en la sede del parlamento por los insurgentes se hiciera cargo del gobierno, las Fuerzas Armadas dieron un golpe de Estado, derrocaron a Mahuad y encomendaron el gobierno al entonces vicepresidente Gustavo Noboa.

El levantamiento ha servido para "demostrar a Ecuador y al mundo que hay un pueblo que ha vivido marginado de las decisiones gubernamentales", afirmó el líder indígena.

"Se ha cumplido el objetivo de bajar los tres poderes del Estado, aunque sea por una horas. Pero sobre todo de poner en el centro del debate el desprestigio que tienen ante la sociedad esos poderes. Muchos dijeron que eso era un sueño, un suicidio, una locura de los dirigentes, y demostramos que no", señaló.

Vargas criticó "el apartheid" a que se vieron sometidos los indígenas cuando todos los que tenían poncho eran bajados de los autobuses por los militares, para que no llegaran a Quito.

"Igual llegaron caminando, y lo importante es que se dio una gran unidad en las distintas acciones que llevamos adelante", arguyó.

El dirigente, que por primera vez desde el 21 de enero aceptó analizar la insurrección, afirmó que no significó una derrota porque "sirvió para fortalecer al movimiento indígena y profundizar la unidad de los ecuatorianos que quieren cambios".

"Desde julio de 1999, la Conaie se transformó en el eje de la unidad de los sectores sociales con el mundo indígena. Tal vez un error es no haber podido socializar mucho más nuestro plan político, pero también es verdad que la prensa nos golpeó duro", comentó.

Según Vargas, los indígenas en ningún momento se sintieron utilizados porque sus acciones son el fruto de sus reflexiones.

"No nos dejamos utilizar nunca. A veces surgen discrepancias con algunos sectores que quieren caminar muy de apuro, y ese apuro termina en marchitas y enfrentamientos con la policía sin que se mueva nada porque el gobierno les tiene cogida la caña" (frenados), aseguró.

Según el dirigente, algunos canales de televisión quisieron promover peleas entre los indígenas "dando espacio a ciertos personajes que no representan a nadie para marcar diferencias y abrir heridas, aunque no tuvieron eco".

"También se prestaron para difundir un documento falsificado en el que aparecía la supuesta firma de (el dirigente indígena) Salvador Quishpe que decía 'mate a los mestizos', y después para desmentirlo nunca dieron el mismo espacio", arguyó.

Antonio Vargas pertenece a la nacionalidad kiwcha y llegó a la presidencia de la Conaie en 1996, cuando el movimiento sufría una aguda división entre las organizaciones de la Amazonia y las de la Sierra, fomentada por el gobierno del entonces presidente Abdalá Bucaram, destituido por el parlamento en febrero de 1997.

Reelegido este año, fue un factor importante en la alianza del movimiento indígena y oficiales de la Fuerzas Armadas.

Vargas destacó que estos oficiales y la tropa que los apoyó son el germen de cambios en la mentalidad de la institución militar.

"De aquí nace un nuevo militar que ve posible un cambio. Es la esperanza que no hay en los generales, más metidos en la corrupción y la defensa de sus intereses. Hay una semilla que algún día germinará en todas las Fuerzas Armadas", argumentó.

El dirigente indígena considera que quizás fue un error lanzarse a la toma del Palacio de Gobierno y dejar el Congreso legislativo ya tomado al descubierto, porque desde una posición de fuerza "tal vez" podrían haber negociado algunos puntos importantes con el nuevo gobierno.

"Hubo mucha presión por parte de la gente que quería tomar la presidencia porque era otro símbolo de la corrupción. Tal vez fue un error y si nos quedábamos en el Congreso el desenlace hubiera sido diferente. En todo caso, los hechos ya están dados", comentó.

El dirigente también acusó a la cúpula militar de tener preparado un golpe de Estado que abortó gracias a la intervención de indígenas y coroneles.

"Cuando llegamos al Palacio de Gobierno los generales tenían preparada una proclama y un comunicado donde anunciaban que asumían todos los poderes y nosotros no lo aceptamos. Por eso tuvieron que conversar", dijo.

También aceptó que otro error fue aceptar que el entonces jefe del Comando Conjunto, general Carlos Mendoza, participara en la Junta de Salvación Nacional, integrada también por él y el ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Solórzano.

"Tal vez fue un error aceptar a Mendoza, pero si no se hacía iba a correr mucha sangre y ni los coroneles ni nosotros estábamos dispuestos a eso", explicó.

El gobierno de Noboa, al que la Conaie dio una tregua de seis meses, podrá hacer cambios si tiene la voluntad de hacerlos. "Si no caerá en lo mismo que Mahuad y estará construyendo su propia tumba", sostuvo.

"Si piensa que nosotros queremos unos contratitos para algunas comunidades, está errado y no entendió nada de lo que pasó, porque lo nuestro es mucho más profundo. No pedimos limosnas", advirtió.

"Muchas veces las autoridades son eso por ilustradas, pero en la práctica son ignorantes porque no entienden la situación del pueblo. Entonces, fracasan", comentó Vargas.

El dirigente mostró esperanza que en el futuro se produzcan cambios en Ecuador.

"El cambio llegará sin violencia, pacíficamente, orientando a las comunidades. Lo del 21 de enero fue un ensayo. Hizo sentir en el corazón de la gente que se puede, que no hay que mantenerse callados porque es una forma de estar al servicio de lo políticos de siempre", arguyó.

Vargas descartó la violencia porque cree que no lleva a ninguna parte y apostó a que "movilizar grandes masas con organización es el mejor camino para buscar los cambios".

"Si éstos no llegan puede desembocar en la violencia, pero hay que manejarse con prudencia para que eso no ocurra. En todo caso, hay que saber que en el futuro puede darse una gran explosión social, inclusive una guerra civil porque la gente puede salir a saquear si no tiene para comer", aseguró.

Junto con el anuncio de una tregua de seis meses al nuevo gobierno, la Conaie planteó a Noboa que llame a plebiscito con cuatro preguntas "para afirmar la democracia".

Una de las preguntas plantea a los ecuatorianos si están de acuerdo con la salida del ex presidente Jamil Mahuad y con el cese de los diputados y los ministros de la Corte Suprema de Justicia.

Otra interroga si aceptan que "Ecuador mantenga su soberanía monetaria y que el sucre siga siendo la moneda oficial, y se descarte la dolarización".

También se plantea si es necesario que "el Estado mantenga el control y la propiedad del petróleo, la electricidad, las telecomunicaciones y la seguridad social".

"Si es que quieren tanto la democracia y se llenan la boca con ella, regresen la soberanía al pueblo en una consulta popular y demuestren que son verdaderos demócratas", argumentó Vargas".

En caso de que Noboa no acepte recurrir al plebiscito, la Conaie y los movimientos sociales deberán reunir alrededor de 605.000 firmas para llevarlo adelante, en lo que puede ser un nuevo reto para el movimiento indígena. (FIN/IPS/kl/mj/ip/00

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