Investigadores de Brasil calculan que pronto se extinguirán un tercio de las especies de árboles de la selva tropical sobre la costa atlántica en el nordeste del país, según un estudio divulgado hoy por la revista científica Nature.
De seguir la tendencia de la pérdida de hábitats y extinción de aves y animales responsables del proceso de polinización y de la distribución de semillas, cerca de 34 por ciento de las especies de árboles se extinguirán, advirtieron José María Cardoso da Silva y Marcelo Tabarelli, de la Universidad Federal de Pernambuco, en la nordestina ciudad de Recife.
"Como el nordeste brasileño es el sector más amenazado de la selva del atlántico sudamericano, nuestro resultado destaca la necesidad de cambiar el paradigma actual de conservación en esta región", dijeron.
Debido a la riqueza de las especies en cuestión y como su hábitat desaparece rápidamente, toda la selva brasileña sobre el Atlántico es considerada un sitio ecológico "en problemas" por la organización ambientalista Conservación Internacional (CI), con sede en Washington, que financió el estudio.
En esa selva se encuentran algunas de las especies de plantas y animales más diversas del mundo.
Biólogos estiman que 54 por ciento de los árboles de la región, 80 por ciento de sus primates y más de la mitad de los demás mamíferos del país viven en la selva atlántica.
Entre las especies únicas y amenazadas hay tipos de mono tití, perezoso, puercoespín y loro de cola roja.
Pero la zona del nordeste es muy diferente a otras secciones de la selva atlántica porque su flora y fauna recibe la influencia de la cercana selva tropical amazónica, según el estudio.
Como el Amazonas, aunque las selvas atlánticas del nordeste son de las más ricas biológicamente en el mundo, también son las más amenazadas porque, como muchas selvas tropicales, están muy fragmentadas.
La mayor parte de la selva de la región se convirtió en tierras agrícolas y sólo queda dos por ciento de la selva original, según el estudio. Otras amenazas provienen de la deforestación debido al desarrollo costero, la tala descontrolada y la producción agrícola y de carbón, según CI.
"Las zonas protegidas en esta región son en su mayoría pequeñas, aisladas y mal administradas", agregó el estudio.
Además de perjudicar directamente a las especies de árboles, la pérdida de hábitat también las amenaza indirectamente por afectar a las aves y mamíferos que dispersan o polinizan las semillas, un proceso necesario para la reproducción de muchos árboles, según los investigadores.
El estudio registró 427 especies de árboles en la región, de los cuales 305, o 71 por ciento, dispersan sus semillas con la ayuda de aves y mamíferos.
Las aves consumidoras de frutas que dispersan las semillas son sensibles a la modificación de sus hábitats y desaparecerán si la selva se fragmenta, advierte el estudio.
En los lugares donde desaparecieron mamíferos que dispersaban semillas es muy limitado el traspaso de semillas de varios tipos de árboles.
La caza ilimitada de aves que dispersan y polinizan semillas amenaza aun más la supervivencia de los árboles. Entre las aves amenazadas por la caza en el nordeste brasileño se encuentran comedores de frutas como los guans, chalacas, tucanes y aracaris.
El estudio también señala que la mayoría de las aves de la selva no pueden trasladarse por más de 200 metros de espacio abierto. Incluso los mamíferos no pueden viajar grandes distancias en hábitats inhóspitos, agregó.
"De esta manera, la dispersión de la semillas se reducirá severamente y se extinguirán varias especies de árboles frutales", aseguraron los investigadores.
Las conclusiones señalan la necesidad de crear una reserva regional que asegura la supervivencia de las aves, afirman. La política de conservación vigente se concentra en la creación de reservas aisladas.
"Por desgracia, la mayoría no contiene ningún sector que, por sí solo, pueda sostener a una población viable de grandes vertebrados comedores de frutas", indicó el estudio.
La mayor reserva forestal del nordeste de Brasil alcanza las 2.000 hectáreas. Pero la mayoría de las reservas de la región son muy pequeñas y no alcanzan para mantener procesos biológicos clave, señala el estudio. De las 239 en existencia, más de 53 por ciento no llegan a las 500 hectáreas.
Los investigadores proponen proteger la naturaleza regional integrada por archipiélagos conectados por corredores de vegetación original o recuperada y que abarque miles de hectáreas de selva. (FIN/IPS/tra-en/dk/ks/aq/en/00