La identificación de Uruguay como país en el cual el ganado vacuno es centro de la dieta de sus habitantes y una de las bases de su economía tendrá cada vez mayor sustento, ante el vaticinio de un aumento en la cría de bovinos.
La ganadería uruguaya está atravesando cambios profundos que se expresarán en el negocio pecuario de los próximos años: se avanza hacia una ganadería con igual cantidad de vacunos que de lanares, cuando el promedio histórico era de dos a uno a favor de los segundos.
Así lo estableció un análisis de la consultora especializada Blasina y Tardáguila, que realizó un estudio sobre el tema.
Según los expertos, las empresas ganaderas, que atraviesan por un período de fragilidad, tanto por el escaso margen de ganancia como por su alto endeudamiento, están realizado movimientos estratégicos para ser «más carnicerías y menos productoras de fibra».
«En Uruguay conocen sobre carne, rinden culto a la carne, adoran la carne, viven para la carne. Es el país donde las vacas superan el número de personas por tres a uno», escribió Jim White en una reciente edición del suplemento de viajes del diario británico The Guardian.
El cronista no tuvo en cuenta que en Uruguay, país de 3,1 millones de habitantes y 187.000 kilómetros cuadrados de territorio, vacunos y lanares compiten por las pasturas, particularmente en el campo natural.
Pero según los consultores, la tendencia histórica se modificará debido al cambio de la relación tradicional de precios entre la lana y el ternero, y las perspectivas futuras de ambos productos que llevarán al «repliegue» de los lanares.
Hace 10 años, la ganadería se debatía entre un estancamiento de décadas, una grave sequía y los lanares estaban en auge, con 25 millones de animales.
Entonces, un kilogramo de lana de la raza Corriedale equivalía a 10 kilogramos de ternero. Al final de la década, un kilogramo de esa lana equivale a poco más de un kilogramo de ternero.
Más tarde, la política de defensa de precios laneros en Australia «estalló» y dejó una existencia de lana que «sobrevivirá» en el próximo siglo, según los expertos.
Mientras tanto, los productores de ganado vacuno obtuvieron la libertad para exportar en pie y se liberaron del estigma de la aftosa, que impedía el ingreso de ganado vacuno uruguayo a varias mercados internacionales.
La existencia de ovinos en Uruguay mantiene una tendencia de fuerte descenso desde 1991, pasando de 26 millones al comenzar la década a unos 15 millones a comienzos de este año.
Mientras tanto, al comenzar 1990 se verificó una tendencia ligeramente ascendente del ganado vacuno, que ese año estaba diezmado por una fuerte sequía y era de 8,7 cabezas. A fines de 1998, había aumentado a 10,4 millones.
En 1990, había tres lanares por cada vacuno y actualmente esa ralación bajó a 1,5. De esa forma, Uruguay va camino a consolidar cuatro millones de vientres, que producirán unos tres millones terneros, estimaron los especialistas.
Esta producción determinará un saldo exportable de 400.000 toneladas, que equivalen al doble del saldo actual, añadieron.
Por otro lado, señalaron que no hay muestras de cambio a corto plazo en la caída de los precios de la lana, mientras que la firmeza en el precio de los terneros permanece casi inmune «a los vaivenes económicos de la región».
Los consultores arguyeron que existen elementos estructurales para pensar que la tendencia hacia la sustitución de los lanares se mantendrá.
«Mientras el rodeo de vacas de cría es récord, las ovejas de cría están en el nivel más bajo de los últimos años. De esa forma los vacunos tienen un potencial fuerte de crecimiento y los lanares tienen una majada cada vez más expuesta a las altas tasas de extracción de los últimos años», dijeron los expertos.
Los datos sobre la faena que se producirá durante 1999 apuntan al mantenimento en todos sus términos de esa tendencia. La faena de vacunos caerá 20 por ciento respecto de la de enero de 1998, mientras que la de lanares aumentará 20 por ciento.
El pronóstico de la consultora permite prever cambios en el perfil de la industria, con lo cual los frigoríficos dejarán de tener capacidad ociosa y posiblemente enfrenten restricciones en componentes de la infraestructura, como la capacidad de las cámaras frigoríficas.
«Contrariamente, la industria y el comercio textil enfrentarán limitaciones en el abastecimiento, que serán una amenza muy fuerte para las empresas medianas y pequeñas», pronosticaron. (FIN/IPS/rr/ag/if/99