La victoria más importante de Eduardo Esidio no es haber sido el futbolista extranjero más destacado de 1998 en Perú, ni tampoco haberse sobrepuesto a la noticia de que era portador del virus del sida, sino su aporte para derrotar al estigma que rodea a esa enfermedad.
"Nadie ha hecho más que Esidio para superar el miedo y la hostilidad que provocan los enfermos de sida. Gracias a él, los peruanos se convencieron de que no hay ningún peligro en el trato social con los enfermos de sida o con los portadores del virus que lo origina", comentó el periodista Lino Montes.
Según el experto, su ejemplo mejora las posibles respuestas positivas del entorno social y familiar con los portadores del sida en este país, donde según datos oficiales se produjeron 8.200 casos entre 1983 y 1998.
En la mayoría de los casos, los enfermos fueron abandonados por sus familiares y amigos por temor al contagio y los descubrían que estaban infectados ocultaban el hecho para no ser despedidos de sus empleos o expulsados de sus centros de estudio.
"Era tan intenso el temor provocado por esta enfermedad, que hasta el personal auxiliar de los hospitales quería impedir que se atendiera a los enfermos de sida", dijo la médica Marisol Vicuña, coordinadora del Programa Contra Enfermedades de Transmisión Sexual y Sida del Hospital Hipolito Unanue.
Vicuña subrayó que "no sólo hay que impulsar la investigación para encontrar vacuna y cura contra el sida, y difusión medidas de prevención para reducir su expansión, sino también promover una conducta adecuada de la sociedad en relación con los enfermos".
Nueve organizaciones no gubernamentales (ONG) apoyan al Ministerio de Salud en la asistencia a seropositivos. Una de ellas, PROSA, difunde información entre el personal asistencial y administrativo de los hospitales, para sensibilizarlo sobre el trato que merecen y requieren los enfermos de sida.
Pero el aspecto más importante es la modificación de las conductas familiares en torno de los enfermos.
Un estudio efectuado en 1995 por los médicos F.R. Jeri y M.L. Lucho, que publica la Revista de Neuro-Psiquiatria, describe las perturbaciones psicopatológicas encontradas en las familias de los pacientes.
El psiquiatra Alberto Martinelli estimó que "en 1998 se produjo un importante avance en la actitud de la población de Lima sobre como ayudar a los enfermos de sida sin agravar su situación con condiciones de marginación innecesarias, porque el sida no se contagia por contacto externo".
En su opinión, ese resultado refleja el éxito de la labor de concientización promovida por las autoridades sanitarias del país, con respaldo del gremio médico y algunas ONG.
Montes afirmó que "las cartillas sanitarias y los discursos de los médicos habrían resultado insuficientes si no hubiera ocurrido el caso Esidio, un ejemplo público y visible de que un infectado con el virus del sida puede seguir desarrollando su vida normal".
"Ahora los niños lo abrazan cuando le piden autógrafos. También lo abrazan sus compañeros de equipo para festejar sus goles. Pero, hace un año se suponía que adversarios y compañeros evitarían cualquier contacto físico con él y algunos pedían que las autoridades deportivas vetaran su participación", añadió.
El 15 de enero de 1998, los dirigentes del Club Universitario de Deportes quisieron anular su contrato cuando el examen médico de rutina reveló que tenía el virus del sida y Esidio retornó a Brasil, a buscar refugio en la casa de sus padres.
Pero meses atrás se había promulgado en Perú la Ley que prohibe usar como causa de despido laboral la infección con el virus y Esidio, con el respaldo moral de su familia y amigos, retornó a Lima a reclamar la vigencia de su contrato deportivo profesional.
La Ley obligaba a los dirigentes del club a respetar la estabilidad de su contrato, pero no podía garantizar que lo incluyeran en el equipo, ni siquiera como suplente.
El entrenador, el argentino Osvaldo Piazza, aceptó incluirlo en el equipo titular, en donde su capacidad goleadora hacía falta, luego que los médicos del club y las autoridades sanitarias del país le aseguraron que no había riesgo de contagio por compartir camarines ni sanitarios.
La prensa amarilla hizo un escándalo sobre el tema, indagó en la vida privada del jugador en busca de indicios de una presunta vida disipada y vaticinó que Esidio sería un jugador solitario en la cancha, con quien ningún defensa rival osaría competir en un tiro de esquina "para no chocar cabeza con cabeza".
Pero la televisión mostró a un jugador en la plenitud de sus facultades físicas, y progresivamente el fantasma del contagio fue borrándose.
En 1999, su contrato fue renovado normalmente, nadie recordó la incertidumbre y ansiedad que se vivió hace exactamente un año, y ahora Esidio ha vuelto a hacer noticia: contraerá matrimonio el próximo fin de semana.
El futbolista viajó a Brasil para casarse con su novia de la infancia, Sorai Ovidio, en la localidad de Santa Rita de Passa Cuatro, cerca de Sao Paulo.
El matrimonio del primer futbolista portador del virus del sida que se casa en el mundo, atrae el interés de la prensa. Una cadena de televisión brasileña habría pactado la transmisión exclusiva de la boda y un guionista de Hollywood quiere comprar los derechos para hacer la historia de su vida. (FIN/IPS/al/ag/hd-he/99