Una exposición que celebra la historia milenaria del arte de México recibe a gran cantidad de visitantes en el Museo de Bellas Artes de la capital mexicana.
Titulada "México Eterno", la exposición incluye el toque creativo de las comunidades precolombinas, el arte religioso que siguió a la conquista española en el siglo XVI y el lenguaje estético favorecido por la corriente actual de artistas mexicanos.
Sin embargo, son los muralistas quienes dominan este espectáculo con sus pinturas, colores vibrantes y la pasión de sus pinceladas.
Pueden verse composiciones de Diego Rivera, José Clemente y David Alfaro Siqueiros, los tres maestros que propagaron esa forma expresiva y usaron el arte a modo de comentario social.
El fresco de Rivera titulado "El Hombre – Contralor del Universo", por ejemplo, que abarca una pared entera y mide 485 centímetros de alto por 1.145 centímetros de largo, resuena con su ideología política, el comunismo.
En la obra hay imágenes de malestar obrero y brutalidad policial que representan la vida en la sociedad capitalista, superpuestas a otras de multitudes ordenadas y funcionarios sonrientes en un estado socialista.
Las escenas retrospectivas de cada secuencia revelan los países que Rivera tuvo en cuenta para su mensaje político: Estados Unidos para el capitalismo deshumanizado, China y la ex Unión Soviética para el socialismo.
Según Agustín Arteaga, director y principal curador del Museo de Bellas Artes, los muralistas siguen siendo la mayor contribución de México al arte contemporáneo.
Fue por ellos que "el arte mexicano despegó en la primera mitad del siglo pasado. La escuela muralista fue seguida por el resto del mundo", dijo en una entrevista.
Lo que distinguió a los muralistas mexicanos de las tendencias europeas fue su inclinación al arte narrativo, repleto de figuras.
"Eso conmocionó a los pintores europeos que evolucionaban cada vez más hacia una forma de expresión abstracta. Iba en contra de su tendencia. Los muralistas manifestaron con audacia la necesidad de volver al orden retornando a las numerosas influencias mexicanas, extranjeras e incluso neoclásicas", observó.
Lo que aparta a los muralistas de artistas anteriores en México fue que se convirtieron en una fuerza unificadora de las distintas culturas del país. Su expresión fue una síntesis de las culturas indígena y española, lo cual ayudó a plasmar una nueva identidad nacional.
Arteaga señaló que la muestra incluye obras del período precolombino, como los frescos de los teotihuacanos, donde se pueden rastrear influencias que recibieron los muralistas.
"Las pinturas precolombinas se usaron para expresar mensajes, y los muralistas desarrollaron esta idea para reflejar las ideas de su tiempo, o sea, del México después de la Revolución", explicó.
Influencias similares se pueden detectar en el arte de la conquista española. "Los españoles del siglo XVI usaron una presentación visual e imágenes para inculcar a los indios la religión", apuntó.
En la exposición hay numerosas pinturas que representan ese tipo de arte religioso, entre ellas una obra de 1693 de Juan Rodríguez Juárez, en la cual San Francisco Javier bautiza a un indígena desnudo.
Para Phil Kelly, un artista irlandés que reside en esta capital, exposiciones como las de "México Eterno" brindan al espectador pantallazos del uso de colores brillantes, una de las características de la narrativa del arte mexicano.
"El cromatismo está constituído por colores básicos cotidianos. Celebran la brillantez," acotó.
La observación de Kelly sobre los colores es evidente en otras obras artísticas expuestas, como cerámicas, máscaras e instalaciones.
Además, las vasijas de cerámica también reflejan la flora y la fauna de este país latinoamericano, y especialmente su vegetación tropical.
"Se exhiben 400 piezas. También hay una colección de esculturas que abarcan desde obras en piedra y madera con motivos indios del período precolombino hasta el tallado en bronce de una figura de mujer de los años 90", señaló Arteaga.
La exposición representa los períodos más importantes del arte mexicano, aseguró.
Entre los factores dominantes para la elección de cada pieza estaba la necesidad de "mostrar nuestra identidad y los íconos construidos en los distintos momentos de nuestra historia y… reafirmar la idea de que las conquistas del arte mexicano son singulares a la "historia de múltiples niveles" de México, agregó.
"En Europa el arte evolucionó de una manera lineal, pero aquí no. Nuestro arte lo evidencia. Las cosas cambiaron pero no linealmente", comentó Arteaga.
De todos modos, lo que sugiere esta exposición con el último capítulo sobre arte mexicano es la movilidad hacia ideas e inquietudes que prevalecieron entre artistas europeos y norteamericanos durante la mayor parte del siglo pasado, de individualismo y cuestiones personales.
Arteaga lo considera un reflejo de la nueva búsqueda mexicana por una identidad y una necesidad de apertura. "Los artistas mexicanos ya no están interesados en ser representativos del nacionalismo. Ese periodo está terminado", expresó.
"Es el resultado de la democratización en marcha. Se ven a sí mismos en un sentido internacional. No están tan obsesionados con el centralismo", opinó el artista irlandés Kelly. (FIN/IPS/tra-en/mmm/cr/ego/aq/cr/00