El gobierno de Fernando de la Rúa logró, dos meses después de instalarse, una muestra de recuperación de la confianza de los inversores extranjeros en Argentina, pero es sólo el primer escalón hacia la rebaja del costo del crédito y el aumento de la competitividad de la producción.
El gobierno celebró este viernes un informe de la firma calificadora de riesgo Standard & Poor's, de Estados Unidos, que no mejoró la nota (BB) de Argentina, aunque retiró la amenaza de bajarla, una eventualidad que habría debilitado el ingreso de capitales.
"Es una muy buena noticia, que tendrá una muy buena repercusión en el mediano plazo", consideró el secretario de Finanzas, Daniel Marx.
El funcionario dijo que Argentina comenzará a conseguir mejores tasas de interés en la colocación de bonos de la deuda externa pública, que asciende a 120.000 millones de dólares.
Las compañías calificadoras de riesgo ponderan el comportamiento de todas las variables macroeconómicas de un país, pero básicamente observan el volumen del endeudamiento externo y la capacidad de pago, que se consolida con una situación fiscal equilibrada y exportaciones en aumento.
La economía argentina cayó casi cuatro por ciento en 1999 y el desempleo se ubicó en 14,2 por ciento. Para este año se prevé una recuperación de la actividad en la misma proporción del retroceso del año último, y el desempleo permanecerá sin cambios.
Standard & Poor's había colocado a mediados de 1999 a este país en una perspectiva negativa, y se temía que a principios de este año le redujera la calificación. Pero, en lugar de eso, los evaluadores pasaron de "negativa" a "estable" la condición de Argentina, para alivio de las nuevas autoridades.
"Los inversores ya nos ven con mejores ojos", comentó el ex subsecretario de Financiamiento Externo Miguel Kiguel, quien dijo que este puede ser el principio de una tendencia positiva hacia el llamado "grado de inversión", la prometida puerta de ingreso de una avalancha de inversiones.
Esa calificación (BBB), a la que aspiran también Brasil y México, permitiría obtener créditos -para el sector público y privado- con un interés 50 por ciento inferior a la que abona actualmente este país. Ese porcentaje es el sobrecosto que se debe pagar por la insuficiente confianza de los capitalistas.
El gobierno de De la Rúa se comprometió al constituirse en diciembre a reducir el gasto público mediante una serie de drásticas medidas de austeridad. En consonancia con esa promesa, dispuso medidas de ajuste fiscal y aumentó algunos impuestos.
Con estas medidas aprobadas por el Congreso, funcionarios de la cartera económica lograron suscribir un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para obtener un préstamo de 7.000 millones de dólares.
Paralelamente, el oficialismo trabaja en la elaboración de una iniciativa de apoyo a pequeñas y medianas empresas, y procura consenso para una reforma laboral que el predecesor de De la Rúa, Carlos Menem, no pudo conseguir en dos mandatos consecutivos que lo mantuvieron 10 años en el poder.
"Argentina dio un vuelco total. "Las cosas comenzaron a verse mejor", destacó el analista Bruno Boccara, de Standard & Poor's, aunque advirtió que no será sencillo, al menos en el corto plazo, saltar a la categoría de grado de inversión, en la que ya se encuentran Chile y Uruguay, dos socios comerciales de Argentina.
Otras firmas consultoras, como ING Baring, coincidieron en que la noticia está justificada por la evolución de las variables macroecnómicas y la marcha de la gestión oficial, un hecho que ya el mercado lo viene descontando con un comportamiento positivo de las principales acciones en la bolsa de valores.
No obstante, Boccara fue muy cauto. "Pasar de negativo a estable es menos difícil que pasar de estable a positivo. Lo que decimos es que ya no hay razones para creer que la calificación se va a reducir en el mediano plazo, porque la situación económica dejó de deteriorarse".
Por su parte, Diana Mondino, representante de Standard & Poor's en Argentina, señaló que la nueva nota se debe a un conjunto de señales que demuestran una tarea "muy activa, en la dirección correcta".
La calificación de triple B a la que aspiran las economías latinoamericanas fue obtenida por Corea del Sur en apenas cinco meses de recuperación, pero Mondino no cree que sea posible llegar a esa meta en tan poco tiempo en Argentina.
El mejoramiento de la calificación permitiría al país un ahorro entre 3.000 y 5.000 millones de dólares al año, y a eso parece estar apuntando el gobierno que, por el momento, utiliza casi todas sus energías en seducir al capital externo. (FIN/IPS/mv/ff/if/00