VENEZUELA: Una democracia cuarentona busca otro destino

La democracia de Venezuela cumple 42 años en medio de un agitado proceso de cambios políticos e institucionales, detonados por una crisis existencial que dibujó una frontera entre el pasado y el futuro.

El 23 de enero de 1958, un movimiento cívico y militar derrocó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien llevaba 10 años incrustado en el poder, dando inició a uno de los ciclos democráticos más longevos y estables de América Latina.

Pero esta democracia llegó a su cuarto decenio sumida en un fuerte cuestionamiento a su pasado, cuya consecuencia más visible es la llegada al poder del presidente Hugo Chávez, quien impulsó una nueva Constitución con la cual se consagra el nacimiento de una República Bolivariana de Venezuela.

Chávez descalifica los 40 años de democracia que precedieron su conquista de la Presidencia en las elecciones de diciembre de 1998, y acusa a las fuerzas políticas que le precedieron en el gobierno de la crisis generalizada en un país rico en petróleo donde 80 por ciento de la población está en situación de pobreza.

El mandatario es un teniente coronel retirado que en febrero de 1992 protagonizó un fallido golpe de Estado. Después de pasar dos años en la cárcel, se integró a un movimiento político que terminó por llevarlo a la presidencia por la vía electoral.

La alianza oficialista del Polo Patriótico reúne a izquierdistas opositores a los sucesivos gobiernos, incluyendo ex guerrileros que combatieron en la década del 60, y a dirigentes desencantados de su militancia en los partidos que otrora dominaban la escena política.

Al tomar posesión de su cargo, en febrero de 1999, Chávez marcó distancia de los gobiernos anteriores al asegurar que juraba sobre una Constitución "moribunda", al referirse a la carta fundamental de 1961 que hasta hace pocos días sustentó jurídicamente la democracia.

La nueva Constitución, que entró en vigencia a fines de diciembre e implica para los venezolanos un cambio de escenario institucional que comenzaría a fines de mayo, para cuando está prevista la elección de autoridades.

Chávez ya anunció su postulación a presidente, cargo que en esta ocasión se ejercerá por un periodo de seis años en vez de los cinco años que habían caracterizado la democracia de este país. Por primera vez se contempla la reelección inmediata.

También habrá novedades a nivel del parlamento, ya que el Congreso bicameral existente desde el derrocamiento de la dictadura fue disuelto por la Asamblea Constituyente, que dispuso su reemplazo por una Asamblea Nacional unicameral, toda una novedad para la Venezuela contemporánea.

La Corte Suprema que lideró un desprestigiado sistema judicial ahora es un Tribunal Supremo de Justicia encargado de regir los destinos de un poder público sometido a nuevos mecanismos de selección y control para tratar de garantizar su transparencia.

En la nueva etapa de la democracia, las diversas ramas militares quedan unificadas bajo una Fuerza Armada Nacional, cuyos integrantes por primera vez tienen derecho al voto, aunque no podrán postularse a cargos públicos ni hacer proselitismo político.

Los tres poderes tradicionales de la democracia venezolana, el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, ahora aumentaron a cinco con la inclusión de un Poder Electoral y otro de carácter ciudadano o moral, que tendrá la tarea de vigilar al Estado para garantizar su transparencia y su respeto a los derechos de los ciudadanos.

La Constitución faculta a los venezolanos para realizar frecuentes consultas comiciales, incluso para revocar el mandato de autoridades elegidas. Y, por primera vez, incluye capítulos especiales sobre los derechos de los pueblos indígenas y de los ciudadanos a un ambiente sano.

La renovación de la democracia, sin embargo, aún tiene por delante el desafío de la pluralidad en la escena política. La ausencia casi total de una oposición articulada tiende a favorecer el predominio del "chavismo", que obtuvo contundentes triunfos en las últimas cuatro consultas electorales.

Los partidos tradicionales Acción Democrática (AD, socialdemócrata) y Copei (democratacristiano), así como otras fuerzas derivadas de sus filas, fueron desplazados de la contienda política con la llegada de Chávez al poder, y quedaron sin fuerzas para hacer oposición.

AD y Copei se alternaron en el poder durante los primeros 40 años de la democracia venezolana. Ahora los partidos han debido abandonar sus otrora potentes sedes para recluirse en oficinas más pequeñas mientras diseñan estrategias para recuperar el espacio perdido.

Poco después de derrocar la dictadura, estos dos partidos fueron artífices del "pacto de Punto Fijo", un acuerdo de gobernabilidad que, según sus críticos, les permitió conservar el poder.

Chávez siempre hace mención a los males del "puntofijismo", y asegura que, 42 años después del inicio del sistema democrático venezolano, ha llegado la hora de "refundarlo". (FIN/IPS/lc/mj/ip/00

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