La discusión de un proyecto de ley que promueve la igualdad de género en Turquía acaba de quedar en suspenso, debido a la oposición de legisladores conservadores.
El proyecto, presentado en diciembre por el Ministro de Justicia, Himet Sami Turk, propone cambios en el Código Civil de Turquía en lo referido a los derechos de la mujer.
Las referencias a las "esposas" en el Código Civil sería remplazadas por el término "mujeres", y la descripción del "esposo" como "cabeza del hogar" desaparecería.
Los niños y niñas producto de "relaciones extramaritales" tendrían "los mismos derechos" que los hijos e hijas de parejas casadas, y se anularía la actual exigencia de que las mujeres cuenten con el consentimiento de sus esposos o familiares varones para acceder al mundo laboral.
El proyecto de ley desató un fuerte enfrentamiento entre Turk y sus aliados en la coalición de gobierno.
El Partido de Acción Nacionalista, cuya principal base electoral se halla en la región montañosa central del país, se oponen con furia a la participación igualitaria de la mujer en el reparto de la riqueza familiar.
Su temor es que la libertad económica de la mujer sea un estímulo para el divorcio y se produzca un colapso en la estructura familiar tradicional, dominada por los varones.
"Este nuevo régimen hará que el matrimonio deje de ser una unión espiritual para convertirse en una unión material", protestó el líder del Partido de Acción Nacionalista, Devlet Bahceli.
"Si se aprueba el proyecto, hombres y mujeres jóvenes se casarán con parejas mayores y más ricas a fin de heredar o de adquirir la riqueza material de sus compañeros", pronosticó.
El argumento de Bahceli provocó la ira de las feministas. "Es evidente que Bahceli es un enemigo de las mujeres", declaró Ayse Duzkan, una activista.
Duzkan sostuvo que el proyecto de ley para la igualdad de género es en realidad bastante estrecho de miras, y que además será imposible implementarlo.
Sin embargo, el proyecto fue bien recibido por Canan Arin, una abogada de Estambul, en cuya opinión "el aumento de la edad mínima para que las jóvenes se casen, que pasaría de 15 a 18 años, es un cambio positivo".
Arin subrayó que habrá que encontrar un mecanismo efectivo para controlar el cumplimiento de la ley, una vez que el parlamento la apruebe, y opinó que habría que sancionar sobre todo a las "familias que permiten que sus hijas de 12 años se casen para obtener la dote".
Si la ley se aprueba y los activistas por los derechos de la mujer se despreocupan del asunto "un juez sexista y de mente estrecha podría hacer todo al revés", advirtió.
Arin se mostró optimista al asegurar que el proyecto se aprobará algún día. "Cuando era estudiante de Derecho, hace 30 años, nuestros profesores fueron llamados para asesorar a las comisiones parlamentarias en Ankara. Trataban las mismas cuestiones que discutimos nosotros ahora", recordó.
"Esta vez, (la aspiración de Turquía de) ser integrante de la Unión Europea (UE) podría obligar a los legisladores a enmendar las leyes, pero no se puede pretender un cambio basado sólo en la presión externa", puntualizó.
Duygu Asena, una respetada columnista del diario Milliyet, señaló que el propio proceso legislativo, dominado por varones, es el principal obstáculo para la liberación de la mujer.
"Lo que me indigna es que a esos políticos que ocupan casi todos los lugares del parlamento apenas les interesa la opresión de la mujer. La mayoría de ellos siguen creyendo que el varón es la cabeza de la familia", se quejó Asena.
Sólo 24 de los 550 legisladores (4,3 por ciento) del actual parlamento son mujeres, y no hay ninguna ministra. El número de legisladoras se duplicó en los últimos cinco años, pero en el gabinete del gobierno anterior había dos ministras.
"Si los diputados votan a favor de las enmiendas no será porque su mentalidad haya cambiado, sino porque creen que la UE desea que lo hagan", opinó Asena.
"Si están decididos a promover cambios, tendrían que crear programas de formación. La realidad profunda de Turquía no es lo que vemos en (las grandes ciudades de) Ankara o Estambul. Las mujeres del país siguen siendo un objeto que se adquiere", lamentó, refiriéndose a la dote.
Una limpiadora de Estambul, bien informada sobre el actual debate parlamentario, expresó sus dudas de que se pueda cambiar la antigua tradición turca de dominación de los varones sólo mediante leyes.
"Uno de mis patrones me regaló una botella de perfume luego de un día de intenso trabajo. Pero mi marido no creyó que fuera una recompensa. Supuso que había comprado el perfume sin su consentimiento y me golpeó", relató Sabiha Kaleli, otra limpiadora, de 25 años.
Kaleli se pregunta si la nueva ley será suficiente para que su marido no vuelva a pegarle "por la misma razón".
"Creo que no (alcanzará para que modifique su actitud), pero me gustaría que sucediera, que algún día mi hija y yo misma disfrutemos" del cambio, añadió. (FIN/IPS/tra- en/nm/mn/ceb/mp/hd/00