Los recuerdos de un disidente del grupo paramilitar Hizbollah en Turquía reflejan la difícil situación que enfrenta la población kurda en las provincias sudorientales de este país.
El fundamentalista Hizbollah quería imponer un Estado en Turquía regido por la ley islámica. Pero en los años 90, el gobierno lo reclutó para combatir al marxista Partido Kurdo de los Trabajadores (PKK), una organización separatista que luchaba por la autodeterminación de la población kurda.
Cesim Dogan, de 28 años, pasó 10 años de su juventud afiliado al Hizbollah hasta que se separó para no luchar contra el PKK. Ahora está oculto en Estambul, luego de huir de su Bingol natal en el sudeste porque sus antiguos compañeros lo condenaron a muerte.
"Eramos muy pobres y envidiábamos el estilo de vida que se disfrutaba en los balnearios, como el de Antalya. Creíamos que el gobierno impedía el crecimiento de nuestra economía porque éramos musulmanes", señala Dogan para explicar sus razones de afiliarse al Hizbollah.
"Debíamos aplastar al Estado y sustituirlo por la ley islámica", recordó el joven a IPS.
Dogan nació en una familia kurda de clase media. Luego de la escuela primaria, sus padres lo enviaron al seminario, como ocurrió con el resto de sus compañeros.
"Fue un cambio de vida. Los maestros nos alentaban a asistir a reuniones y ritos de todo tipo de órdenes religiosas en la búsqueda del camino más auténtico hacia el Islam. Rápidamente me convertí en dirigente", recordó.
"En los años 90, una vez en la secundaria decidí ingresar a la orden Nakhsi. En esos días, la influencia del PKK iba en aumento. Nosotros apreciábamos su lucha, pero eran ateos, así que debíamos alejarnos de ellos", explicó.
Los Nakshis, que entonces apoyaban al gobierno liberal del país, desilusionaron a Dogan. "El llamado del Hizbollah para librar la guerra santa era tentador", dijo.
Fundado por Huseyin Velioglu y un grupo de estudiantes universitarios de origen kurdo en Ankara, el Hizbollah trasladó su base a las ciudades sudorientales de Diyarbaki y Batman a principios de los años 80, cuando la región estaba bajo la ley marcial.
El movimiento amplió su esfera de influencia mediante discusiones públicas en cafés, librerías, dormitorios estudiantiles y mezquitas.
"Al principio fue un movimiento muy complejo. Los reclutas eran casi todos seminaristas e intelectuales islámicos. Discutíamos filosofía, derecho y tradiciones musulmanas", comentó.
De los 2.000 miembros del Hizbollah registrados por los servicios de seguridad turcos, la mayoría son jóvenes entre 15 y 24 años y muchos de ellos concluyeron la educación secundaria.
"Frecuentábamos las mezquitas. Despertábamos gran respeto ya que planteábamos problemas críticos que el islam oficial no abordaba. Al final terminamos por convocar a la guerra santa", explicó.
"Habíamos adoptado una vida comunal. Comíamos, ayunábamos y rezábamos juntos. Y éramos recompensados. El Hizbollah me pagaba mucho más de lo que mi familia me podía dar. A mis padres eso les cayó bien y también se sumaron al movimiento".
"En 1994, un pequeño grupo de alumnos y maestros nos reunimos en el bosque. Mi tío, quien aportaba mucho dinero al grupo y tenía contactos con la policía, también estaba con nosotros. Allí se nos informó de un cambio de estrategia" del Hizbollah, en referencia al comienzo de la guerra contra el PKK.
"El líder nos dijo: 'Suspenderemos nuestra lucha contra el Estado. Ahora atacaremos al PKK. Cuando terminemos con ellos, reanudaremos nuestra lucha contra el Estado' ", dijo Dogan.
Pero no se llegó a un acuerdo sobre el punto en esa reunión. "No podíamos comprender por qué debíamos luchar contra el PKK", explicó.
Dogan finalmente renunció al Hizbollah, a pesar de que su tío y su padre le advirtieron que su vida correría peligro. Pero muchos de sus compañeros también se rebelaron y formaron un ala disidente.
"No éramos del Hizbollah ni del PKK. Nos llamamos a nosotros mismos Revolucionarios Islámicos, pero estábamos atrapados en el fuego cruzado. Cuando comenzaron los ataques del Hizbollah contra nosotros, buscamos la protección del PKK", señaló Dogan.
El Hizbollah, que nunca fuera perseguido ni procesado por el Estado, se convirtió en el objetivo de las autoridades una vez que se logró aplastar al PKK.
"Cuando le dije a mi tío que dejaba a la organización, tres horas después fui detenido por la policía por primera vez en cuatro años", relató Dogan.
Hasta ese momento, el joven estaba convencido de que no eran perseguidos porque el Estado temía a la organización islámica. "Era ingenuo, pero coherente con nuestra forma metafísica de pensamiento. Pero cuando salí (del Hizbollah) comprendí que no nos tocaban porque combatíamos al PKK", agregó.
Dogan también confirmó que el Hizbollah está vinculado con el gobierno islámico de Irán, como sostienen las autoridades turcas.
"Al principio mantuvimos la distancia con Irán porque ellos son (musulmanes) chiítas y nosotros somos (musulmanes) sunitas. Pero luego adoptamos una postura positiva hacia Teherán. Muchos de mis compañeros fueron a la ciudad iraní de Kum para recibir entrenamiento".
Dogan debió abandonar su ciudad natal poco después de abandonar a Hizbollah. "Un día de 1995 mi tío le dijo a mi madre que la organización me quería muerto. Así que huí", contó.
Su tío, a pesar de que se mantuvo en la organización, finalmente fue asesinado por el Hizbollah. "Fue torturado, sus genitales quemados y luego estrangulado. No se sabe la razón del crimen", comentó con ira Dogan.
Paradójicamente, la familia Dogan no aceptaba que su pariente había sido asesinado por el Hizbollah hasta que últimamente el Estado comenzó a reprimir al movimiento islámico.
"El Hizbollah puede tener gran influencia y apoyo popular, al menos tanto como lo tuvo el PKK, pero su complicidad con el Estado lo convirtió en una organización criminal destinada al fracaso", sentenció Dogan. (FIN/IPS/tra-en/nm/mn/aq/ip/00