Las negociaciones de paz que se desarrollan entre Israel y Siria en Estados Unidos despertaron la esperanza de las familias que quedaron separadas por la guerra entre fuerzas israelíes y sirias en 1967.
La emoción en la voz de Hamad el Halabi es evidente cuando habla de su familia. No ha visto a sus padres o hermanos desde 1967, y ni siquiera pudo asistir a los funerales de su madre ni de su hermana.
Halabi, procedente de las Alturas del Golán, era estudiante en Damasco cuando se desató la guerra. Las fuerzas israelíes ocuparon la zona y Halabi, como muchos otros, fue separado de su familia residente en Majdel Shams, una de las cinco aldeas del Golán que los invasores no destruyeron.
"No sé a quién o a qué besaré primero cuando vuelva a Madjel Shams, a mi familia o mi tierra", señaló Halabi, que vive en Damasco desde 1967.
Hace unos años, Halabi hizo su viaje habitual a la aldea de Hadar, que queda frente a Madjel Shams sobre una colina. Entre ambas localidades se encuentra lo que ahora se conoce como el "valle de los gritos", donde los familiares separados se comunican desde un extremo del valle al otro.
"Mientras esperaba que me respondieran, alguien me gritó que toda la aldea estaba ocupada, asistiendo a una boda. Después me dijo que se trataba del casamiento de mi sobrina. Así que observé la ceremonia desde el otro lado del valle, durante más de una hora", narró Halabi.
El valle de los gritos es la única forma de comunicación que tienen ambos lados del Golán desde 1974, cuando Israel se retiró de 20 por ciento del territorio, dejando atrás a Hadar.
Hace cuatro años, se permitió llamar desde el Golán ocupado por Israel a Siria. Pero el código de discado internacional de Israel aún es inaccesible desde Siria.
Halabi, quien es profesor de geografía, tiene su propia manera de mantenerse en contacto con sus familiares y amigos en la aldea ocupada. Es el anfitrión del programa de radio "A nuestros hermanos en el Golán" que comprende lecciones de historia, geografía y árabe.
"Israel impuso su programa educativo en las escuelas de las aldeas, pero nosotros queremos que nuestra gente siga hablando árabe y que sepa los nombres árabes de las aldeas y no en hebreo", contó.
"La gente espera con ansias los programas porque les hace sentir que a alguien le importa lo que les ocurre", dijo Hadi Abu Zeid, de 28 años y estudiante de psicología en Damasco.
Abu Zeid es una de los 300 alumnos que Israel permite estudiar en la capital siria y volver al Golán en las vacaciones de verano.
En el Golán viven unos 22.000 sirios distribuidos en cinco aldeas en el extremo occidental de una zona montañosa, fértil, verde y plena de agua.
Cuando Israel invadió la zona en 1967, los habitantes huyeron, con la esperanza de retornar en unas pocas semanas. Pero las fuerzas israelíes destruyeron las 132 aldeas y las 112 granjas que existían en la región.
Pero en Majdel Shams, Ghajar, Masaadeh, Beqaata y Ain Qinyeh los aldeanos aún recuerdan los días de la ocupación francesa y la humillación de ser desplazados, por lo que decidieron no huir de la invasión israelí.
"Crecí con las historias de esa época, por lo que comprendo por qué la gente se negó a irse", dijo Halabi.
El Golán está habitado por gente de todas las religiones, pero los drusos predominan en las cinco aldeas y muchos afirman que la población se lleva bien con las fuerzas de ocupación porque también hay israelíes drusos, incluso militares.
Pero las aldeas rechazan esas insinuaciones, al menos en público. También se opusieron al intento israelí de anexar al Golán en 1981.
"Nuestras relaciones con ellos las dictan las necesidades de la vida cotidiana: la compra de verduras, alimentos, ropa. Pero no somos amigos de los colonos y ellos no se mezclan con nosotros", aseguró Abu Zeid.
Las familias separadas por la ocupación siguen sufriendo por esta causa. "Cada vez que vuelvo, llevo regalos a mi familia. Y en cada ocasión, la mitad de mis pertenencias son controladas y confiscadas", sostuvo.
"No me atrevo a protestar porque podrían retirar mi nombre de la lista de alumnos a los que se permite ir y venir. Cuando llega la hora de volver a la universidad, todos tememos que quizá no nos permitan salir otra vez", agregó.
El hermano de Abu Zeid tiene 32 años, pasó 15 años en la cárcel y deberá cumplir 12 años más por sus actividades contra las fuerzas israelíes en el Golán. Diecisiete sirios de las aldeas ocupadas están detenidos por las autoridades israelíes, con sentencias que varían de cuatro a 27 años en prisión.
"Siempre que hay una celebración en el pueblo, sabemos que cuando despertemos por la mañana los israelíes habrán reforzado sus fuerzas para intimidarnos y a veces detienen a algunos", dijo.
Pero a pesar de ataques aislados contra la ocupación israelí, no hubo fuego cruzado en el Golán entre los ejércitos sirio e israelí y algunos observadores consideran que la línea divisoria en la zona es "una de las fronteras más seguras del mundo".
Por el contrario, el frente entre Israel y Líbano sigue activo debido a la resistencia armada de los libaneses, a través de la guerrilla del Hizballah, contra la ocupación israelí en el sur del país.
Siria aprovechó los combates en Líbano como elemento de presión para que Israel se retire del Golán.
"La vida en el Golán es triste, la gente está en la constante espera de que algo ocurra, pero quizá finalmente haya llegado: la paz", dijo Abu Zeid.(FIN/IPS/tra-en/kg/mn/aq/ip/00