SALUD: "Arroz dorado" para combatir deficiencia de vitamina A

Científicos suizos desarrollaron una variedad de arroz transgénico capaz de corregir la deficiencia de vitamina A, un problema nutricional en muchos países pobres que causa la muerte de dos millones de niños y niñas por año y es la principal causa de ceguera en el mundo.

La nueva variedad, llamada "arroz dorado" por su color, fue anunciada en la última edición de Science, una publicación semanal de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.

Según la revista, la tecnología utilizada para desarrollar la variedad podría utilizarse para infundir otras 12 vitaminas esenciales en los principales cultivos.

Los científicos que desarrollaron el arroz dorado trabajan en otra variedad genéticamente modificada capaz de aumentar el contenido de hierro, cuya deficiencia afecta a casi la mitad de la población mundial, incluso a unos 400 millones de mujeres en edad fértil que sufren su forma más severa, la anemia.

El descubrimiento, realizado por investigadores del Instituto de Ciencias Vegetales del Instituto Federal Suizo de Tecnología, en Zurich, es el primer desarrollo de un cultivo genéticamente modificado con valor nutricional aumentado, que podría beneficiar a cientos de millones de personas en países pobres.

Si pasa diversas pruebas sanitarias y ambientales, que podrían llevar gran parte de esta década, podría ofrecerse a los agricultores pobres en forma casi gratuita.

Si esto ocurre, el anuncio del viernes podría ayudar a restaurar la deteriorada imagen de la industria de la biotecnología.

En los últimos meses, avanzó mucho una campaña de activistas por el ambiente y consumidores que consideran que la industria está dañando a los humanos y al planeta, especialmente en Europa y Estados Unidos.

"Algo como esto ayudará a la gente a comprender el enorme potencial (de la biotecnología)", declaró el viernes Per Pinstrup- Anderson, jefe del Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI) de Manila, al periódico The Washington Post.

"Sólo podemos esperar que esta aplicación de la ingeniería genética a las plantas para mejorar la miseria humana sin importar las ganancias a corto plazo devuelva a esta tecnología la aceptación política", escribió Mary Lou Guerinot, bióloga del Dartmouth College, en otro artículo relacionado de Science.

Pero hay quienes continúan escépticos. "Todavía deben responderse muchas preguntas", advirtió Brian Halweil, investigador del WorldWatch Institute, de Washington.

"La variedad todavía debe producirse en variedades de arroz locales, debemos ver si las personas pueden absorber la vitamina A (contenida en el arroz) y se deben realizar experimentos de laboratorio y de campo para evaluar los efectos sobre el ambiente", agregó.

"El beneficio potencial para la salud, que es enorme, no excluye la necesidad de pruebas", dijo, y añadió que puede haber alternativas más deseables y menos riesgosas, por ejemplo un programa de alimentación complementaria como los aplicados por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en los últimos años.

"Hay otras maneras de eliminar la deficiencia de vitamina A", dijo Halweil, y agregó que la solución definitiva es aumentar la diversidad de la dieta de los pobres, que sufren las deficiencias más graves.

La deficiencia de vitamina A es particularmente alta en Asia, donde el consumo de arroz es muy grande. Alrededor de 70 por ciento de los niños menores de cinco años padecen la deficiencia en el sudeste de Asia, en parte debido a que el arroz, el alimento básico, es una fuente pobre de nutrientes y vitaminas.

En todo el mundo, la deficiencia afecta a unos 250 millones de niños. Además de dañar la vista y causar ceguera total o parcial a medio millón de niños por año, debilita el sistema inmunológico, aumentando la vulnerabilidad a otras infecciones y enfermedades, según la Organización Mundial de la Salud.

La reducción de la deficiencia de la vitamina A podría evitar entre un millón y dos millones de muertes de niños menores de cinco años cada año, destacó Unicef.

Los mamíferos producen vitamina A a partir del betacaroteno, un compuesto amarillento que abunda en la mayoría de las plantas pero que no existe en el arroz molido.

En lo que Guerinot llamó una "hazaña técnica", el grupo de investigación de Zurich, encabezado por Ingo Potrykus y Xudong Ye, introdujo tres genes tomados de un narciso y una bacteria en una variedad existente de arroz para producir el arroz dorado, cuyo color refleja el alto contenido de betacaroteno.

El resultado es una variedad de arroz, alimento consumido diariamente por cerca de la mitad de la población mundial, que ofrece suficiente vitamina A para eliminar la deficiencia entre los consumidores.

Pero este logro marca apenas el comienzo de un largo proceso.

"El desafío ahora es incorporar los genes de la vitamina A a variedades de arroz de gran rendimiento en el IRRI", subrayó Klaus von Grebmer, portavoz del Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias (IFPRI) de Washington.

"Las variedades de arroz que surjan de este proceso deberán probarse para determinar su productividad y su eficacia con el fin de aumentar la absorción de vitamina A en las personas desnutridas", dijo von Grebmer. El proceso de prueba podría durar la mayor parte de esta década.

Otra importante prueba de la nueva variedad será la aceptación del consumidor, particularmente en virtud de su color. "Esto podría requerir amplios programas de educación al consumidor. Si los consumidores aceptan el arroz 'dorado', su color podría convertirse en una ventaja comparativa para un producto nutricionalmente superior", agregó.

El IFPRI, que es parte de un consorcio de institutos de investigación presidido por el Banco Mundial y que también incluye al IRRI, donantes y fundaciones, ha sido un fuerte defensor de la biotecnología, así como de técnicas convencionales de cultivo de plantas.

"La biotecnología ha introducido posibilidades que no son viables utilizando técnicas convencionales", dijo von Grebmer.

Sin embargo, varios expertos señalaron que esa afirmación no debería aplicarse a la industria de la biotecnología, que no desempeñó ningún papel en el desarrollo del arroz dorado ni de ninguna otra variedad de plantas que ofrecieran una mejor nutrición a los más pobres del mundo.

El trabajo en Zurich fue financiado por donaciones de la Fundación Rockefeller, el gobierno suizo y la Comunidad Europea.

"El camino hacia una mejor nutrición no está pavimentado con oro", dijo Guerinot.

De hecho, los 100 millones de dólares que la Fundación Rockefeller destinó en los últimos 10 años a la investigación biotecnológica del arroz son insignificatnes frente a los más de 13.000 millones de dólares que las firmas de biotecnología gastaron en 1999 en la investigación de variedades de plantas que no tienen nada que ver con el aumento de los niveles nutricionales. (FIN/IPS/tra-en/jl/ks/at-mlm/he-dv/00

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