India celebra hoy el 50 aniversario de su independencia de Gran Bretaña, en el marco de un estado de alerta sin precedentes en varias regiones y de un aumento del intercambio de retórica hostil con Pakistán.
Las operaciones de cerco y búsqueda, como precaución contra el "terrorismo", la "limpieza" del centro de Nueva Delhi y la "esterilización" del espacio aéreo se acompañan de un aumento de la presencia militar en la disputada región noroccidental de Jammu y Cachemira, fronteriza con Pakistán.
Aun más alarmante fue el anuncio de una nueva doctrina de seguridad de "guerra limitada", por parte del ministro de Defensa, George Fernandes.
Durante una conferencia sobre estudios de defensa realizada el lunes, Fernandes dijo que Pakistán es un país "irresponsable" y que representó una grave amenaza nuclear durante el conflicto en Kargil, Cachemira, el año pasado, durante el cual Nueva Delhi sostuvo que Islamabad apoyaba a rebeldes independistas.
El ministro se jactó de que India había probado entonces que sus tropas "pueden pelear y ganar una guerra limitada, en el momento y el lugar elegidos por el agresor".
Fue la segunda vez en un mes en que Fernandes acusó a Pakistán de haber representado una amenaza nuclear durante el conflicto en Kargil, en el cual combatieron más de 30.000 soldados, 2.000 de los cuales murieron, y se lanzaron ataques aéreos.
Funcionarios indios y pakistaníes intercambiaron por lo menos 13 amenazas de ataque con armas nucleares, en forma directa o indirecta, durante aquel conflicto, que comenzó justo un año después de las pruebas nucleares realizadas por ambos países en mayo de 1998, y duró dos meses y medio.
Fernandes afirmó que Pakistán "no logró captar el verdadero significado de la nuclearización", y que un país que dispone de armas nucleares puede evitar ser atacado con armas nucleares, "pero no cualquier guerra".
La guerra convencional "no quedó obsoleta por las armas nucleares" y sigue siendo "viable", señaló.
También aseguró que el gobierno de Pakistán quedó paralizado por el "síndrome de Kargil" tras su derrota allí, "resentido por el golpe de Kargil" asestado por India, y que ha recurrido a acciones belicosas en la Línea de Control, la frontera norte en la disputada Cachemira.
Durante el fin de semana, tropas indias y pakistaníes se enfrentaron varias veces en la Línea de Control, lo cual resultó en la muerte de 25 hombres según Nueva Delhi.
Pakistán negó la veracidad de esa versión de los hechos, y no reclama los cuerpos de seis de sus soldados presuntamente muertos en los enfrentamientos.
A su vez, el general Pervez Musharraf, gobernante militar de Pakistán, amenazó con "dar a India una lección" y un portavoz oficial paquistaní acusó a India de adoptar actitudes "aventureras" y de realizar "trucos publicitarios" militares en la frontera.
Durante una reunión de importantes comandantes del ejército paquistaní se resolvió dar "una respuesta apropiada" a India, a la cual se acusó de haber cruzado la frontera aumentando "el peligro de guerra".
Las relaciones entre India y Pakistán están hoy en su peor momento "en tiempos de paz". El término es relativo porque el intercambio de disparos a lo largo de la Línea de Control es habitual.
La causa inmediata de la situación es el secuestro hace un mes de un avión de Indian Airlines con 155 pasajeros por un grupo militante que según Nueva Delhi fue patrocinado por Islamabad.
India se vio obligada a liberar a tres mujaidines (guerrilleros islámicos) de Cachemira, y esto fue una humillación interna para el gobierno liderado por el Partido Bharatiya Janata, hindú de derecha, que se jacta de ser una fuerza política nacionalista.
Nueva Delhi se ha negado a reconocer en forma oficial al gobierno de Musharraf y dialogar seriamente con él, arguyendo que se trata de un régimen militar. En noviembre, India se retiró de una cumbre de países del sudeste asiático en un intento de aislar a Islamabad.
La actitud de India hacia Musharraf parece deberse a que éste participó en la planificación de la guerra de Kargil, más que a una oposición de principios a los gobiernos militares, ya que Nueva Delhi ha mantenido relaciones con muchos de ellos, incluyendo al del general Zia-ul-Haq en Pakistán.
En términos de largo plazo, el motivo principal por el cual el gobierno indio se resiste a dialogar con Musharraf, e insiste en mantener una relación de hostilidad mutua con Islamabad, se vincula con la relación de Estados Unidos con ambos países.
Nueva Delhi desea establecer una sociedad estratégica con Washington a expensas de Islamabad, para lograr que queden atrás las condenas sufridas por India luego de que anunció que disponía de armas nucleares, y ser aceptada como un aliado moderado y democrático por Occidente.
India ha suplicado que el presidente Bill Clinton visite Nueva Delhi en marzo sin hacer escala en Islamabad, mostrándose incluso dispuesta a pagar por ese gesto el precio de firmar el Tratado para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares, el cual se ha negado con firmeza a suscribir.
Sin embargo, es muy poco probable que la estrategia india tenga éxito. Washington no parece dispuesto a aislar a Pakistán y enemistarse con ese país, aumentando la notoria fragilidad de su situación política y económica.
No obstante, ministros y diplomáticos indios han aumentado de manera imprudente la apuesta, al exigir que Pakistán sea calificado como un "Estado terrorista". El canciller indio Jaswant Singh dijo que el "vecindario" de India es la mayor "cuna del terrorismo".
Durante este mes, cada uno de los dos países expulsó a diplomáticos del otro, y ambos se involucraron en una escalada de hostilidades verbales que alimentan el intercambio de disparos en la frontera.
La semana pasada Nueva Delhi anunció, tras una evaluación especial de alto nivel, que renovará y aumentará las operaciones "contra la insurgencia" en Cachemira, y que pondrá en estado de alerta a sus tropas en el sur de la cadena montañosa de Pir Panjal, que se ha vuelto una nueva área de conflictos fronterizos.
Se indicó a las fuerzas indias que adoptaran una política "activa" y "ofensiva" al rechazar los ataques de Pakistán y las "incursiones" de milicias "mercenarias" apoyadas por Islamabad en calidad de "mercenarios".
Se ha informado, por otra parte, que Pakistán aumentó su apoyo a grupos guerrilleros separatistas de Cachemira, donde la situación política se deteriora día a día.
La escalada de retórica bélica y los roces y enfrentamientos fronterizos implican el riesgo de una grave intensificación de las hostilidades, que podría llevar a una situación de guerra o a la guerra en sí.
Esa escalada es impulsadas por intensos odios y prejuicios ideológicos de ambas partes, e incluso por fundamentalismos religiosos.
Esto da una naturaleza particularmente peligrosa a la rivalidad entre India y Pakistán, que tienen un historial de cuatro guerras, innumerables tensiones y conversaciones truncas.
La situación podría salirse de control en Cachemira, donde los rivales dotados de armas nucleares se enfrentan cara a cara.
En última instancia, ambos países se arriesgan a crear una situación que desemboque en la intervención externa.
Hay pocas señales de que pueda prevalecer la sensatez. Una de ellas fue la visita a India la semana pasada de un grupo de cuatro oficiales militares paquistaníes retirados, en una misión de reconciliación y diálogo para la paz, que fueron recibidos en forma cálida por generales retirados en Calcuta y Nueva Delhi. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/at/mp/ip/00