/REPETICION/ (Arte y Cultura) TEATRO-CHILE: La casa transparente de la joven desnuda

Daniela Tobar, estudiante del penúltimo año de Teatro en la Universidad de Chile, vive en una casa transparente en el centro de Santiago, donde se ducha, duerme y realiza otras rutinas cotidianas a la vista de todos.

La vivienda, levantada en la céntrica calle Moneda, a menos de dos cuadras del palacio presidencial, es desde el martes el centro de aglomeraciones voyeristas y de encendidos debates acerca de la moral, el exhibicionismo y el arte.

Centenares de curiosos de todas edades, sobre todo hombres pero también mujeres, se aglomeran frente a la cerca que separa por unos 10 metros la "casa vitrina" de la calle para observar a Tobar, una atractiva joven de 21 años.

El revuelo mayor ocurre cuando la actriz se desnuda luego del desayuno y toma la ducha matinal o, cerca de la medianoche, en el momento en que se despoja del vestuario de calle para vestir un fino piyama de verano e irse a dormir.

Pero el espectáculo no sólo corre por cuenta de la joven, como creen la mayoría de los voyeristas, quienes son a su vez filmados por cámaras de video instaladas en el lugar que llevan un registro sobre las reacciones de la gente.

Se trata, de acuerdo con los autores de la idea, de enfrentar al chileno medio con la dicotomía entre lo público y lo privado, generando, a través de una acción de arte, debates y reflexiones sobre la calidad de vida en las grandes aglomeraciones urbanas.

El proyecto de Arturo Torres y Jorge Cristi, arquitectos de la Universidad Católica, fue seleccionado con la puntuación máxima en 1999 por el Fondo Nacional de Desarrollo de las Artes (Fondart), dependiente del Ministerio de Educación.

El Proyecto de Investigación Artística Nautilus, como se le denominó, tendrá una duración de dos semanas, hasta el 18 de febrero, y recibió de la entidad estatal un financiamiento de unos 10.000 dólares.

Con esos recursos se cubrieron los gastos de construcción de la casa transparente, el alquiler de unos 1.800 dólares a la compañía de seguros dueña del lugar donde fue ubicada y los honorarios de la actriz, unos 500 dólares.

En sus dos primeros días de "presentación al público", esta acción de arte proyectó a la joven actriz a las primeras páginas de los diarios y a los espacios preferenciales de los noticieros radiales y de televisión.

La "casa vitrina" creó a la vez un foco de aglomeración permanente en Moneda, dificultando tanto el desplazamiento de los peatones como de los automóviles, con más de algún conductor que abandonó su auto en medio de la calle para sumarse a los mirones.

Como una metáfora, la singular vivienda se está transformando en el cristal con que se miran los chilenos, haciendo aflorar desde manifestaciones de morbo colectivo hasta moralismos cruzados por la intolerancia.

No faltan los que reclaman por el hecho de que esta exhibición ocurra frente a una iglesia, mientras otros buscan precisamente desde las escalinatas de ingreso al templo un mejor ángulo para observar, o mejor dicho espiar, a Daniela Tobar.

La reja frente a la cual se aglomera el público es pequeña y se alterna con un muro de bloques de cemento, cuyas grietas son usadas también como mirillas en una suerte de sublimación callejera del acto voyerista, que por definición es privado.

Las reacciones del público incluyen requiebros a veces soeces y de mal gusto hacia la actriz, insultos de quienes consideran que el espectáculo es pornográfico y defensas de aquellos que efectivamente piensan que están frente a un acción de arte.

"Me parece una buena cosa, que no debería escandalizar a nadie", opinó Juan Robles, empleado bancario, mientras Cecilia Sagasti, vendedora, comentó, con humor, "esto es injusto, deberían poner a un 'mino' (hombre joven) en esta casa".

"Lo inmoral no es la niña que se 'empelota' (desviste), sino que el Fondart gaste tanta plata en financiar estas tonteras cuando hay tanta gente que pasa hambre y tantos desempleados en Chile", dijo Manuel González, un jubilado de 73 años.

A la postre, los dardos apuntan contra la entidad estatal, cuyos criterios de apoyar financieramente acciones u obras de arte vanguardistas o trasgresoras generan con frecuencia polémicas en la prensa chilena.

En una columna para el diario La Tercera, titulada "Los genios del Fondart", el sociólogo Fernando Villegas ridiculizó tanto a ese organismo como a los autores del proyecto y al jurado que lo seleccionó para acceder al financiamiento.

"Se ha comprobado más allá de toda duda que si usted pone a una mujer joven y bella a pasearse en pelotas y ducharse tras muros de vidrio, todo eso a la vista del que por allí pase, el público se va a aglomerar masivamente y va a estar constituido principalmente por varones", escribió Villegas.

Tras preguntarse que si para esa comprobación vale la pena gastar 10.000 dólares, el sociólogo especula sobre el amplio marco que abre paso esta acción para que "artistas inéditos" propongan sus proyectos al Fondart.

Plantea, así, pedir recursos al Fondart "para instalar a un señor en el Paseo Ahumada (peatonal del centro de Santiago) haciendo cacuca (defecando) en una bacinica", experimento más barato y decidor "acerca de las relaciones entre lo privado y lo público".

Del mismo modo, la acción de arte protagonizada por Daniela Tobar tiene decididos defensores, que la valoran en tanto ha servido para sacar a la luz "los graves problemas sexuales de los chilenos", como dijo la propia actriz.

Los diputados oficialistas Sergio Aguiló e Ignacio Walker se solidarizaron con los autores del proyecto y el Fondart, mientras la policía de Carabineros pedía una resolución judicial para el eventual desalojo de la casa transparente.

Tanto el ministro de Educación, José Pablo Arellano, como el alcalde de Santiago, Jaime Ravinet, expresaron también su apoyo al proyecto y al Fondart y opinaron que no correspondería una acción policial contra la singular vivienda. (FIN/IPS/ggr/mj/cr/00

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