Los presidentes de los siete países que luchan en la guerra de República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire) se reunieron en la ONU y exigieron la intervención del foro mundial para apuntalar el frágil acuerdo de paz acordado el año pasado en Zambia.
El presidente congoleño Laurent Kabila lucha junto a soldados de Angola, Namibia y Zimbabwe contra elementos insurgentes de su país apoyados por Burundi, Ruanda y Uganda.
La secretaria de Estado de Estados Unidos Madeleine Albright declaró que la complejidad y la extensión de la guerra civil, que desplazó a más de un millón de habitantes, la convirtieron en la "primera guerra mundial de Africa".
Los presidentes reunidos este lunes en la sede de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en Nueva York concordaron en que es responsabilidad del Consejo de Seguridad enviar una fuerza de paz para controlar el cese del fuego y ayudar a implementar el acuerdo de paz negociado el año pasado en Lusaka.
El presidente de Zimbabwe y aliado de Kabila, Robert Mugabe, dijo que la "conducta letárgica" del Consejo decepcionó a los países de la región. Las fuerzas de paz deben partir ya para Africa, agregó.
"Es su responsabilidad. Lo único que necesitan es armarse de autoridad moral y de valor para hacerlo", dijo al Consejo de Seguridad el presidente de Ruanda y opositor de Kabila, Pasteur Bizimungu.
Kabila denunció que los países que lo ayudaron a tomar el poder y que ahora intentan derrocarlo, Burundi, Ruanda y Uganda, son invasores y saqueadores de los recursos de RDC.
Los aliados de Kabila sostienen que están en el país para defender los principios de soberanía nacional e integridad territorial incluidos en la Carta de la ONU.
El ruandés Bizimungu justificó la presencia de sus tropas en RDC al recordar el genocidio perpetrado en 1994 en su país y la necesidad de impedir su repetición.
Ruandeses responsables del genocidio y "otra fuerzas negativas, principalmente de Burundi y Uganda, organizaron una red criminal de suministro de armas y causaron el caos en nuestros países", aseguró.
Por su parte, Mugabe apoyó el apoyo de Zimbabwe a Kabila. "Las fuerzas aliadas no tienen ambiciones territoriales ni otros intereses ocultos en RDC. Estamos (allí) por invitación del gobierno soberano de ese país", afirmó.
Estados Unidos ocupa la presidencia del Consejo de Seguridad durante este mes. Albright presidió la reunión del lunes y pidió a las partes que fijen un plan de paz.
"La principal responsabilidad para implementar estos pasos yace con las partes interesadas, incluso con los grupos rebeldes", explicó.
La guerra en RDC se desató poco después de que Kabila derrocara la dictadura de Mobutu Sese Seko en mayo de 1997 con la ayuda de Ruanda y Uganda.
Los aliados de Kabila se volvieron en su contra en agosto de 1998 y enviaron soldados a RDC con el argumento de impedir que los antiguos gobernantes de Ruanda utilizaran el territorio congoleño como plataforma de lanzamiento de ataques contra sus países.
Angola, Namibia y Zimbabwe, todos pertenecientes al Consejo de Desarrollo de Africa Austral, apoyan a Kabila a través de las armas.
En julio, el presidente de Zambia Frederick Chiluba medió en los acuerdos de paz de Lusaka que aceptaron los estados y los grupos guerrilleros enfrentados en la guerra.
El acuerdo incluía el cese del fuego y varias medidas militares y políticas para construir una paz duradera. Hasta la fecha, un Consejo Militar Conjunto no logró implementar las recomendaciones con ese fin.
El cese del fuego no se cumplió, pero todas las partes insisten que lo honrarán. En diciembre, todos acordaron designar al ex presidente de Botswana Ketumile Masire como facilitador del diálogo interno congoleño en aras de las negociaciones políticas.
Masire dijo al Consejo de Seguridad que, debido al tamaño de RDC y a la cantidad de países involucrados en la guerra, sus recursos son fundamentales para apuntalar el frágil proceso de paz.
El Consejo "debe ir más allá de los pronunciamientos y traducir los gestos de buena voluntad realizados hasta el momento en una empresa colectiva internacional", dijo Madire. "El tiempo no está de nuestra parte", agregó.
En su último informe sobre RDC, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, sugirió la semana pasada que el Consejo aumente la presencia del foro mundial en el país a 500 observadores militares y 5.537 soldados que se enviarían a cuatro regiones del país. En la actualidad sólo hay 79 observadores militares.
Annan advirtió que el envío "sufrirá tremendas dificultades y estará plagado de riesgos".
Organismos humanitarios independientes y de la ONU advirtieron que la guerra amenaza a miles de congoleños.
La organización Médicos Sin Fronteras, ganadora el año pasado del Premio Nobel de la Paz, dijo que los combates desplazaron a 150.000 personas en los últimos seis meses y que más de 7.000 niños y niñas de una sola ciudad están desnutridos.
El Programa Mundial de Alimentos calculó que 10 millones de congoleños podrían pasar hambre debido a la escasez de alimentos. Los últimos informes de la ONU indican que la situación se agrava y podría desembocar en cualquier momento en el asesinato masivo de civiles. (FIN/IPS/tra-en/jw/ks/aq/ip/00