Una explosión en circunstancias misteriosas, que provocó heridas graves a dos estudiantes, agudizó la crisis de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la mayor de América Latina, paralizada desde hace ocho meses por una huelga.
Raúl Martínez, de 20 años, y Samuel Barrón, de 19, presentaban obstrucción respiratoria debido a quemaduras de segundo grado que los exponen a perder la vista, a causa de una explosión de origen desconocido el domingo de noche.
Ambos montaban guardia en una de las escuelas de bachillerato de la UNAM, que desde el 20 de abril está atrapada en el conflicto más complejo y prolongado de su historia.
Aglutinados en el Consejo General de Huelga (CGH), los huelguistas afirman defender la gratuidad en ese centro de estudios, donde un plan revocado en junio pretendió aumentar las cuotas de matrícula de 0,02 dólares a 100 dólares anuales.
Los alumnos habrían estado utilizando algún tipo de explosivo con la intención de repeler un eventual ataque, o habrían sido agredidos con petardos desde el exterior del centro de estudios, según las primeras versiones.
Estudiantes que hasta hace pocos días apoyaban la huelga se proponían discutir a partir de este lunes con el rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, la entrega de la escuela en que ocurrió el incidente.
El 31 de diciembre, huelguistas del Colegio de Ciencias y Humanidades con sede en el municipio de Naucalpan, en el Estado de México, lindante con la capital, anunciaron que se apartaban del movimiento, en abierto desafío al CGH.
A cambio de entregar las instalaciones, los alumnos exigieron a las autoridades universitarias el retiro de causas penales presentadas contra algunos de ellos, así como el diseño de un programa que permita no perder el semestre académico.
El comité del CGH, integrado por 120 delegados, analizaba este lunes la posibilidad de retomar por la fuerza las instalaciones del Colegio de Ciencias y Humanidades de Naucalpan.
Reunido con representantes de la Rectoría alrededor a la mesa de negociaciones sólo a partir de diciembre, el CGH suspendió el diálogo durante algunos días, luego de un violento episodio de vandalismo mientras se realizaba una protesta pública.
El 11 de diciembre, 98 alumnos fueron detenidos por protagonizar ataques contra la embajada de Estados Unidos en la ciudad de México.
Diez días después, el gobierno de la capital y policías que resultaron lesionados concedieron el perdón a los detenidos por lesiones y daño en propiedad ajena, aunque siguen su curso decenas de juicios contra integrantes del CGH.
Otro episodio que enturbia el futuro de la UNAM, que alberga a 300.000 estudiantes, 24.400 empleados y 5.000 académicos, es la orden de prisión de Roberto Espinoza, dictada el domingo, por hechos del 11 de diciembre.
Espinoza, de 50 años y matriculado en la facultad de Economía desde 1963, fue arrestado el día 28, cuando consumía marihuana en la vía pública.
Ese supuesto estudiante fue señalado entre quienes lanzaron petardos contra la embajada de Estados Unidos y su detención fue considerada por miembros del CGH una decisión orientada a desestabilizar su movimiento.
Espinoza ha sido identificado como una de las cabezas del sector de izquierda radical que poco a poco fue dominando el curso de los reclamos del CGH.
Entre los puntos que figuran en la agenda de discusiones se cuenta la demanda de los huelguistas de desmantelamiento del aparato policial y de espionaje montado en la UNAM y la derogación de las últimas reformas oficiales a los reglamentos de inscripción y exámenes.
Menos de 60 por ciento de los estudiantes que ingresan en la UNAM terminan su carrera, mientras 40 por ciento obtienen calificaciones entre seis y ocho puntos, sobre un total de diez, según estadísticas oficiales.
La prolongación del conflicto ha desprestigiado a la UNAM, en opinión de organizaciones empresariales. Los industriales señalaron que prefieren contratar a egresados de instituciones privadas, antes que a profesionales que estudiaron en la UNAM. (FIN/IPS/pf/ff/cr ip/00